Compañeros y compañeras. Primero, quiero pedirles disculpas por la demora, tenía que venir un rato antes, está bastante intenso, bastante salado todo, con varias dificultades que cada vez son más, son cotidianas, que tienen que ver con la tarea de Gobierno. A veces podría parecer que por haber pasado un mandato se maneja la provincia de Buenos Aires medio de taquito, y la verdad es que no es así. Y menos todavía en este contexto, donde lo que estaba más o menos encaminado siempre se ve complicado por la situación económica, por la política nacional, por el abandono que está generando Milei.
Decía Hugo [Hugo Yasky, secretario general de la CTA a nivel nacional] que no hace falta presentación. Desde la CTA me han invitado infinidad de veces en varios lugares, pero acá, en este mismo recinto, estuvimos muchas veces compartiendo diferentes encuentros. Desde la prehistoria, digamos.
Estoy muy agradecido por la invitación. Es muy importante para mí poder compartir con compañeros y compañeras de otras provincias. La verdad es que, a veces, más allá de las visitas que hemos hecho, la situación que hay en la provincia de Buenos Aires, y en cada una de las responsabilidades, de los puestos de trabajo, de las trincheras, se hace bastante intensa. Así que, a veces, no nos da tiempo de recorrer todo lo que quisiéramos.
Sí decirles que el anuncio que hizo Robi [Roberto Baradel, Secretario General de la CTA Provincia de Buenos Aires], me llena de orgullo porque tenemos un Gobierno nacional que se planteó fundir a las provincias, particularmente, especialmente, con saña, a la provincia de Buenos Aires. Y la verdad es que nos han recortado todos los fondos que ellos llaman discrecionales. Discrecionales serían optativos, caprichosos, políticos o circunstanciales y transitorios. La verdad es que lo que le han cortado a las provincias en general, y a la nuestra en particular, son fondos que están amparados y que provienen de leyes, del presupuesto. Nos han cortado fondos ilegalmente.
El otro día hacíamos una cuenta con Walter [Walter Correa, ministro de Trabajo] cuando fuimos al Ministerio de Economía a reclamar, otra vez, por estos fondos: estamos reclamando en la Corte Suprema de Justicia 6,3 millones de millones. Eso es lo que le deben sólo a la provincia de Buenos Aires.
Y, bueno, pensaban que a esta altura del partido íbamos a estar complicados. Por supuesto que no es fácil, es complejo, pero a mí me llena de felicidad haber cerrado una paritaria como la que cerramos. Muchísimas gracias también a la CTA, al Suteba, a los trabajadores y trabajadoras de la Provincia.
Y en el medio de esto, parece un acting. Parece algo que hiciéramos para provocar. Sé que no hay que alardear con esto, porque simplemente seguimos trabajando de la misma manera que lo hacemos desde el primer día con respecto a los trabajadores y las trabajadoras del Estado provincial, pero haber podido pasar a planta permanente a muchos compañeros y compañeras cuando están echando, cuando están reduciendo, cuando están ajustando, de una manera, además, agravada, directamente cruel, por la saña y por la maldad que le ponen, por la falta de sensibilidad y de comprensión, por esta política del descarte llevada a un Estado que tiene que ocuparse de los que menos tienen.
Así que nuestra solidaridad con los trabajadores y las trabajadoras que están y siguen siendo perseguidos y despedidos. Acá, en la provincia de Buenos Aires, nosotros estamos cumpliendo también con un mandato. Dicen en el Gobierno nacional que avisaron; no es verdad que hayan avisado que iban a hacer esto. Pero lo que sí puedo decir es que nosotros tenemos el mandato del pueblo de la provincia para darle más dignidad a los y las laburantes.
Me dijo recién un periodista: “lo hacen para provocar”. Pareciera, por el contraste. Pero la verdad es que es lo que venimos haciendo desde que asumimos, cuando recibimos un Estado, realmente, con situaciones de precarización, situaciones de malas condiciones de trabajo, situaciones de irregularidad en lo laboral. Así que venimos normalizando, mejorando y fortaleciendo al Estado provincial, que no es ni más ni menos que los trabajadores y las trabajadoras del Estado provincial.
Bueno, dicho esto, quiero dejar algunas consideraciones sobre la situación actual, para contribuir a lo que vienen discutiendo que, por supuesto, estoy al tanto pero no escuché todo el desarrollo. Quiero dar algunos puntos de vista que, me parece, pueden contribuirles a pensar, a planificar y a organizar para adelante.
El primer punto es tratar de entender qué es lo que nos gobierna, qué es lo que gobiernan, qué es Milei. Es decir, qué expresa, qué significa. Porque, evidentemente, es una cuestión para nada sencilla por varios aspectos. Y no quiero remitirme a cuestiones de personalidad o diagnósticas, no quiero referirme a su forma de ser, a sus características. Quiero preguntarme un poco más profundo qué es, qué está pasando, qué está pasando. Creo que es una pregunta que, aunque parezca muy sencilla, medio ramplona, medio tonta, es importante porque estamos ante un presidente y una fuerza política, que han irrumpido, que han aparecido hace muy poquito y que de una manera meteórica pasaron de dos diputados nacionales a ganar en un balotaje por una diferencia considerable.
O sea, que amerita pensar un poco. Obviamente, no voy a poder exponer todas las reflexiones que me traen, ni las tengo cerradas, porque son fenómenos contemporáneos, estamos hablando de lo que está pasando, es muy reciente y es un proceso en desarrollo. Me parece que también sería audaz tratar de hacer una caracterización cerrada de la situación.
Pero, evidentemente, es un tema que tenemos que pensar y discutir, porque equivocarse, sobre todo pifiarla mucho, nos puede llevar a posicionamientos también políticos cerrados. Me acuerdo que hace un tiempo escuché conversaciones privadas donde alguien decía que el Gobierno era muy frágil, que había que ver que pasaba en marzo, en mayo, y estaban con una idea de ese tipo.
Así que quiero referirme primero a eso: de qué se trata esto que gobierna hoy la Argentina. Y voy a tomar palabras textuales del propio Milei cuando fuimos a una reunión de gobernadores, que fue privada pero después todos pudimos hablar de lo que ocurrió ahí, y que tuvo una particularidad.
Milei, en la campaña electoral, se presentó como algo nuevo, novedoso y original. También en el terreno económico. Y creo que ahí hay una clave del triunfo. Obviamente, no lo agota, no lo explica completamente, pero una de las claves era que en la Argentina, en nuestra sociedad, por frustraciones, por malestares, por malhumores, por problemas de nuestro propio gobierno, por una trayectoria que desde 2015 en adelante fue muy accidentada, había determinadas demandas, determinadas necesidades en materia económica —particularmente asociadas a la inflación— donde parecía que la fuerza política, los sectores políticos, los propios economistas, los planes convencionales, no le encontraban el agujero al mate. Es decir, cómo resolver ese problema.
Entonces apareció Milei diciendo una serie de barbaridades, otras insensateces, y algunas directamente disparates, pero diciendo que con esas recetas iba a solucionar los problemas económicos del país. Creo que hay algo de la desesperación, de la acumulación de dificultades, de un gobierno nuestro que no dio soluciones a problemas muy, muy importantes. Y las soluciones que proponía eran a problemas reales, pero eran soluciones absolutamente fantasiosas, ficticias o, directamente, eran disparates. Decía: “vamos a cerrar el Banco Central”.
Yo pienso en eso, y lo pienso como economista, y eso no existe. Puede existir en una provincia, puede existir en una colonia, pero en un país soberano no… O puede existir en el marco de un acuerdo regional, o de un acuerdo de varios países, como en la Unión Europea, o podría ser eventualmente en Latinoamérica, que cada país no tenga su entidad rectora del sistema financiero y monetario sino que delegue parte de las funciones, sea la emisión, la regulación o cualquier otra, en una entidad que es supranacional. Pero pensar que puede funcionar una economía capitalista, moderna, actual, sin Banco Central es un disparate desde el punto de vista económico. Sería un sistema bancario financiero sin controles, sin regulaciones.
Uno podría pensar que después puede haber reglas de emisión, puede haber determinadas orientaciones del sistema financiero o monetario, pero sin Banco Central es una idea absurda. Además de que no lo comparte nadie; no hay nadie en el planeta que esté diciendo eso… El otro día escuchaba a Milei decir “yo soy el libertario más importante del mundo”. No, sos el único. No hay otro. Entonces,también es el menos importante, es todo a la vez. No hay anarcocapitalistas. No es que hay una discusión, “me llevan porque soy el anarcocapitalista más importante”. Sos el único. Es capaz de agarrar un micrófono y decirle a grandes empresarios que el Estado tiene que dejar de existir. Es como una idea precontractualista.
Ustedes saben que las discusiones sobre la génesis del Estado moderno, históricamente, Hobbes, Locke, Rousseau, decían “una sociedad será la guerra de todos contra todos”. Diferentes teorías que llegaban a la conclusión —finalmente, con el surgimiento del capitalismo tal como lo conocemos, la democracia moderna— de que la sociedad se ponía de acuerdo para no matarse entre ellos, para prescindir de impulsos o instintos naturales que llevaban a la autodestrucción, y delegaban una parte de la autoridad en algo que se llamaba el Estado.
Más allá de qué posición, también hay una posición que proviene incluso de los anarquistas, del marxismo, de pensamientos más conservadores, hay ideas más institucionalistas sobre el surgimiento del Estado moderno capitalista. Lo que no existe es alguien que piense que existe capitalismo sin Estado. Capitalismo y Estado moderno nacen juntos y se necesitan mutuamente.
Esta idea de que podría haber un mercado sin Estado la verdad es que es tan absurda. Claro que había pensamiento anarquista a mediados del siglo XIX que planteaba suprimir el Estado desde una perspectiva de que el Estado reprime. Pero esta idea de reemplazarlo por un capitalismo salvaje, no regulado, monopólico, la verdad que no. Incluso los Estados capitalistas más avanzados tienen absoluta certeza de que hace falta un Estado. Después podemos discutir la amplitud de las funciones, la naturaleza de esas funciones.
A nadie se le ocurrió que el capitalismo puede funcionar sin Estado. Repito porque apoyar eso es de un nivel de ignorancia histórica, conceptual, teórica que es muy claramente favorecer a los poderes económicos existentes. Así que puede ser que haya sectores de los poderosos que digan: “mirá este tipo que nos quiere entregar todo y a todos para la explotación sin límite, para la apropiación sin límite de los recursos”. Bueno, puede ser interesante desde el otro lado del mostrador, pero pensar que esa es una propuesta que va a traer bienestar, que va a mejorar la vida de la gente, la verdad que no.
Y digo esto porque hablé de la destrucción del Banco Central, la dolarización sin dólares que planteaba. Hasta los economistas más ortodoxos de la derecha decían que no se podía. Hacían cuentitas y decían “esto se puede dolarizar pero a un dólar de 6.000, de 8.000 pesos”, en aquel momento. Hacer esa cuentita de la base monetaria que hay contra el circulante, contra los dólares y ver cuánto valdría cada dólar para poder reemplazar cada peso por un dólar, una cuenta bastante tonta, sencilla, daba para el culo. Entonces era insostenible, pero Milei apareció con eso y fue como una propuesta electoral milagrosa. Fue una pócima mágica. ¿Cómo solucionamos todos los problemas que tenemos? Nadie pudo dar en el clavo, o los últimos procesos no lo consiguieron. El macrismo en los dos últimos años, lo digo para la cuestión de hoy, fue gobierno de déficit cero y de emisión cero. Lo hizo el macrismo, y tuvo una inflación de 54 puntos.
O sea que, ¿qué es lo que hizo? “No puedo hablar ni de la emisión como una restricción, no puedo hablar de tal cosa, o de tal otra, entonces sacó la dolarización. Y yo creo que nadie entendió bien a qué se refería con la dolarización; no se debatió en detalle. Repito, los economistas de todas las vertientes sabíamos que no era posible llevarlo adelante, sino con una destrucción mucho más abrupta y poderosa de cualquier entramado productivo, social. Era un desastre absoluto, no se podía hacer. Se lo decían todos, se lo dijo el Fondo Monetario Internacional, no tenía prácticamente apoyo para hacer eso. Y, sin embargo, en la campaña dijo eso. Después habló de los váucheres para la educación, otra idea absolutamente estúpida y absurda.
Pero, ¿tenemos problemas en el sistema educativo? Los tenemos. ¿Cómo los vamos a solucionar? De nuevo, un nombrecito extraño, que nadie conoce, que suena a algo novedoso y que, tal vez, sirve. Entonces, creo que hubo un elemento que se cifra simplemente en la novedad de la propuesta. Bueno, es un tipo nuevo, trae ideas nuevas, probemos. Probemos. No porque estoy de acuerdo, ni siquiera porque sé exactamente qué, pero desde un discurso muy economicista, como legitimado, también falsamente, basado en plagios, y sin pergaminos.
Yo soy economista, me dediqué a la academia durante años, profesor, investigador del CONICET, 52 años, la misma edad que Milei. No había oído hablar en mi vida del tipo este hasta que apareció en la tele. Había oído hablar de López Murphy, de Espert, de Llach, cualquiera de ellos que tenía una vida conceptual, teórica, o digamos docente. Con Milei no fue así. Sabemos de él que trató de hacerse famoso siendo arquero de fútbol, después teniendo una banda de rock, después en un stand up, siendo panelista. Y bueno.
Pero, de nuevo denigrarlo. No ganamos nada con un consumo irónico de la situación que tenemos. La verdad es que es así. Ahora, el proyecto económico de Milei, absolutamente irrealizable, totalmente ridículo para quien supiera de qué estaba hablando, apareció como una novedad que tal vez solucionaba todo, como una receta mágica. Bueno, ahora estamos viendo qué perdés.
Repito, no es mi explicación, acabada y sociológica,de por qué, nada me sustenta. Lo que vi y observé es que había dificultades, el tipo diagnosticaba: “los problemas que tienen los argentinos son estos, estos y estos”. Todos estábamos viendo “bueno, pero es muy difícil, bueno, pero este ya trató y no pudo”. Y él vino y dijo “a este problema lo soluciono con esto, a este lo soluciono con esto”. Con total certeza, y con una complicidad mediática donde decía cosas absurdas y le daban entidad. Porque si no, es imposible. Si le dicen “bueno, pero vos ¿de dónde sacaste?, ¿dónde se probó?, ¿se puede?” o si pinchaban un poco más... Incluso en el debate con Massa, que fue un poquito más profundo, hizo agua por todos lados.
¿Por qué digo que esto es importante? Porque ganó con un montón de novedades, e incluso con una frase, que es muy representativa:“no vamos a lograr cosas distintas con los mismos de siempre”. Lo dijo 350 veces. Entonces, así ganó la elección. Por eso, yo creo que más allá de todo, primera caracterización: es la más formidable estafa electoral que haya vivido la Argentina en toda su historia.
Porque si trataba de hacer esas cosas que dijo, era un desastre absoluto. No estoy diciendo que tendría que haberlo hecho porque lo prometió. Era irrealizable. ¿Váucheres dónde? ¿Qué vamos a solucionar de los problemas que podemos tener? Faltan escuelas en la mayoría de los distritos, no es que uno elige a cuál quiere ir, sino que hay hasta falta de vacantes. Entonces, ¿vaucher para hacer competir a quién con quién? No tiene ningún sentido; no tenía ningún sentido. No lo está haciendo, no se puede hacer.
Ahora, ¿qué está haciendo? ¿Por qué digo que es una estafa electoral? Primero porque dijo “con los mismos de siempre no vamos a conseguir cosas distintas”. Y miren lo que nos gobierna hoy. El Toto Caputo, lo llamamos “Toto” ya nominalmente por cómo nos cagó la vez pasada; Sturzenegger, que no tenemos un apodo pero también lo llamaríamos de algún modo porque es un viejo conocido de estas políticas económicas. Patricia Bullrich.
Quienes nos dedicamos por mucho tiempo a estudiar la historia económica argentina, si tenemos que explicar qué funcionarios importan en un gobierno neoliberal, podemos decir que importa el ministro de Economía, importa el ministro de Seguridad o la ministra de Seguridad, porque una se dedica a ajustar, el otro se dedica al control social, a reprimir, a todo esto, históricamente importa el ministro de la Reforma: Dromi, Corach, en su momento; en este caso, Sturzenegger.
Pero convengamos que, si el problema era que los mismos de siempre nos iba a llevar a los mismos lugares de siempre, bueno, acá tenemos viejísimos conocidos “fracasadores” seriales, endeudadores seriales. Y, en ese sentido, si estuviera Lemoine en seguridad o Marra, por lo menos estaría en línea con ese grupo que lo acompañaba.
¿Quién piensa que Sturzenegger, Bullrich o Toto Caputo son liberales libertarios, anarcocapitalistas o de la Escuela Austríaca? Nadie. O sea que nos están gobernando sectores del poder permanente de la Argentina y de afuera. Es eso. Que tienen estas representaciones, estos viejos conocidos, intelectuales orgánicos, medio gramscianos, funcionarios orgánicos, recurrentes de este tipo de gobierno.
Pero la verdad es que no es nuevo, no es original, no es ni una pócima mágica. Es el plan de siempre. Por eso vuelvo a lo que nos dijo Milei a los gobernadores cuando nos reunimos aquella vez en Casa Rosada. Nos citó, fuimos todos y dijo: “bueno, la verdad es que yo venía con un plan económico, no lo puedo hacer, estoy haciendo otro”. Lo dijo. ¿Y cuál es ese otro? Un plan de estabilización, de ajuste clásico, convencional. O sea, él reconoce que no está haciendo lo que prometió en campaña, que esto no tiene nada de novedoso ni original en términos de que va a buscar o explorar algún otro camino para algún problema. Es lo mismo de siempre con los mismos de siempre.
Y eso es importante porque esto nos pone enfrente de una enorme estafa electoral, que tratan de reponer con la idea de que avisó —y el que avisa no traiciona— que iba a haber un gran ajuste. Pero es mentira también. Es una estafa doble. Porque si uno prestaba atención en su campaña él sí usó la palabra ajuste, pero dijo que esta vez y por primera vez en la historia argentina no lo iba a pagar la sociedad, no lo iban a pagar los laburantes, no lo iban a pagar las pymes, no lo iba a pagar el pueblo, no lo iba a pagar el conjunto, no lo iba a pagar la mayoría, lo iban a pagar unos poquitos, a los que él llamaba la política, la casta. No incluía a los empresarios, ni a la política, ni a la casta, pero era como un ajuste teledirigido, quirúrgico, a un sector solo donde seguro no estaba metido el votante. Iba a ajustar a otro. Y ajustando a otro, con una teoría para él muy sencilla de “ajusto, termino con el déficit, no tengo que emitir, no hay inflación”, que era consonante con la idea de dolarizar rápidamente la economía.
O sea, esa es la primera cuestión. Hoy, no gobierna Milei, o no gobierna sólo Milei, o no gobierna principalmente Milei. Porque yo tengo la certeza de que Milei no es el jefe de Sturzenegger, ni de Toto Caputo, no es el conductor, no es el orientador. No es.
Entonces, acá hay un primer interrogante y una primera discusión para dar de cara a la sociedad: quién gobierna. Porque votaron a Milei pero los ministerios más importantes están distribuidos de esta manera. Cuando hablamos de Toto Caputo, sabemos que es un hombre que viene de JP Morgan o alguno de estos bancos internacionales. Cuando hablamos de Patricia Bullrich sabemos los vínculos y las relaciones que tiene. Cuando hablamos de Sturzenegger, no es ni austríaco, ni viene de esa tradición económica, es un hombre que está asociado a determinados sectores del poder, de las corporaciones, de los grandes estudios.
Y sabemos que, de hecho, los dos grandes instrumentos de achicamiento, de transformación y de desarticulación y desmantelamiento del Estado que está usando, se los proporcionó Sturzenegger, que son el DNU 70 y la Ley Bases, y que las había hecho, es hoy, parece, la columna vertebral de este gobierno. Y Sturzenegger, hemos visto todos el video, donde decía que estaba haciendo esto para Bullrich. O sea, que la gente votó a Milei pero están gobernando con el plan de Bullrich que hizo Sturzenegger.
Me parece que es relevante, que no es un tema menor lo de la estafa electoral. Porque, evidentemente, como dice la lógica, con los mismos de siempre están haciendo lo mismo de siempre y tiene las mismas consecuencias y efectos de siempre.
Por eso, al analizar las consecuencias económicas del programa de Milei, no es que hay que pensar en algo extraño o estrafalario. Es un ajuste, apertura importadora, privatización; es un programa de reducción de salarios y de derechos laborales, de reducción de jubilaciones, quita de transferencias a las provincias. Nada nuevo bajo el sol.
Así que sus consecuencias serán más rápidas, más profundas. Creo que hay una particularidad de este plan de ajuste, de este plan de estabilización, que no se había visto nunca, que es que no hay red. No hay piedad. Es al hueso. ¿Al hueso de quién? De la sociedad, de la gente, de los y las que menos tienen. Pum, es así, derecho viejo. Mientras, en otros programas de ajuste, había instrumentos de compensación para determinados sectores. Ellos hablan de AUH, Tarjeta Alimentar, pero han desarticulado todo el entramado de políticas de acompañamiento social del Gobierno nacional a sectores vulnerables, ha terminado con todos los instrumentos para generación de empleo y contención.
Todo, todo desarticulado al mismo tiempo, con un plan de ajuste feroz, pero de la familia, casi textual, de los planes de ajuste que ya llevó adelante Macri, que llevó adelante Cavallo, que llevó adelante Martínez de Hoz. La verdad que si, como economista, tengo que describir esta política económica, no es muy complejo.
El otro día decía creo que Ferreres, que esto era un plan Bonex. Bueno, algunos dicen que esto es parecido a la convertibilidad, o a la tablita, o ni una ni la otra. Pero fíjense que hay que ir a buscar ejemplos históricos. Si hubiera venido, hubiera dolarizado, hubiera roto el Banco Central, estaríamos teniendo que entender cuáles van a ser los efectos. De esto sabemos los efectos y es lo que venimos observando desde el día uno: llegó, devaluó, abrió la economía. Es muy parecido.
De hecho, si tuviera que describirlo fácilmente, obviamente que hay notas, hay elementos y hay complejidades, pero si tuviera que describirlo, en el libro Segundo Tiempo, Macri hablaba de hacer lo mismo, más rápido y más profundo. Bueno, tiene más de eso que de lo de la campaña. Dice que es el ajuste más grande del mundo. Evidentemente ha reducido muy fuertemente la inversión, los gastos corrientes del Estado, muy fuertemente ha despedido. Pero es un plan de ajuste convencional, no se trata de otra cosa.
Lo acompaña un programa de reforma del Estado donde no es de reforma, sino de desmantelamiento. Desde quitarle capacidades, cerrarle dependencias, algunas imprescindibles. Yo escuchaba, para no hablar de lo que nosotros creemos exclusivamente, ¿cómo van a cerrar el INTI, si es el que certifica que un producto…? ¿No? Son funciones básicas indelegables del Estado que también están poniendo en riesgo, en cuestión o las están destruyendo.
¿Y cuál es la consecuencia? Y, es un plan que apunta a reducir el gasto público y la inversión pública a su mínima expresión, al mismo tiempo que baja los salarios. Se llama reforma laboral, pero es, en términos económicos, una reducción salarial lo que buscan. Del salario corriente y de todas las formas salariales no corrientes como el aguinaldo, las vacaciones, pero también las indemnizaciones y las jubilaciones, que son los haberes de los pasivos. O sea, pega a los activos, pega a los pasivos y pega de una manera que abarca otra forma del salario, que no es directamente el recibo del sueldo del mes, pero es también. La indemnización es parte del salario también.
Entonces, es una reducción salarial inmensa, cuyo resultado es, obviamente, una caída de la demanda del consumo y, por lo tanto, de los ingresos empresariales y, por lo tanto, una reducción de la producción, porque no hay a quién venderle, y, por lo tanto, una reducción del empleo. O sea, estas son las consecuencias.
Y no es que tenemos la bola de cristal. Lo dijimos el primer día adónde llevaba esto. Y lo lleva ahí, no puede llevar a otro lado. Por más que ellos digan que no, que la ecuación intertemporal de equilibrio general hace que si se baja un gasto se sube el otro, toda esa verdura que dicen, el resultado es lo que estamos viendo. Una recesión del demonio, una falta de liquidez muy, muy grande, y después dificultades productivas, dificultades laborales por todos lados y un empobrecimiento generalizado que si a eso se le quita el papel regulador de la actividad económica que tiene el Estado a través de la inversión, como por ejemplo la obra pública, entonces también no hay ningún contrapeso a la caída vertical de la actividad económica.
Esto es lo que estamos viendo y lo que vamos a seguir viendo en el próximo tiempo. Y me parece que es importante señalarlo en términos macro y ahora en términos más estructurales. ¿Qué termina pasando con programas de este tipo? La desindustrialización del país. Porque detona el mercado interno, o sea que buena parte de nuestra producción nacional se dirige al mercado interno que no tiene capacidad de compra, ni capacidad de ahorro, ni capacidad de inversión, ni capacidad siquiera de construir, ampliar nada. Todo eso detonado. Entonces afecta la industria nacional muy fuertemente, por eso digo que esto es un efecto de corto plazo y macroeconómico, pero es también un efecto estructural.
Es un efecto estructural porque empieza a cambiar la matriz productiva y la estructura productiva del país, que tiene una particularidad. La particularidad de nuestro país es que es un país rico en recursos naturales, originalmente agropecuarios, pero que tiene una industria, en términos relativos, bastante desarrollada, bastante densa, bastante distribuida nacionalmente, con todas las dificultades que le podamos agregar. A diferencia de otros países que tienen un perfil productivo solamente primario, que puede ser primario en el sentido agropecuario o primario en el sentido de materias primas que pueden venir de la minería o de los hidrocarburos. O sea, un país primarizado. O sea que el resultado y lo que va decantando es un país primarizado en lo productivo, precarizado en lo laboral, que es parte todo de lo mismo.
Porque ustedes sabrán, y es bastante obvio, que los salarios vinculados a los procesos urbanos e industriales tienden a ser mayores, mejores, que los salarios del sector más crítico que es el sector rural. Es lógico y es obvio, aun cuando tiene un nivel de avance tecnológico muy importante. Aun así, los salarios son bajos. Entonces es un país que se empieza a primarizar, esto es lo que se observa. ¿Cuál es el resultado? ¿Cuáles son correlatos de esto? Y bueno, que para un país industrial tiene cierta lógica, me animo a decir, cierta necesidad la formación universitaria pero digo secundaria, obligatoria, universal para un país con industria. Para un país sin industria puede no tenerlo. De hecho, por eso a mí me parece que es importante decir el resultado de esto, la propuesta, que además se ha hecho explícita, si bien en las tinieblas, pero se ha hecho explícita, que el modelo de país al que quieren marchar no es para adelante, es para atrás.
Quieren volver al modelo agroexportador, ahora matizado o aumentado por explotaciones mineras y explotaciones petroleras. Pero es ese el modelo al que aspiran. Ese es un país, que dicho en pocas palabras, a números de hoy, le sobran 30 millones de personas, pero no es un país imposible. Es espantoso, es nefasto, pero no es imposible. Si uno observa el mundo de los países subdesarrollados, emergentes, periféricos, el tercer mundo, encuentra países que tienen riquezas naturales muy valiosas y que tienen niveles salariales muy, muy bajos, y además una distribución del ingreso y de la riqueza horribles. Se llaman, en general sociedades duales, donde hay un sector muy pequeño asociado al manejo de las compañías, a las transnacionales, a los mercados globales, cosmopolita, globalizado, con estudios en el exterior, como han hecho en varios países de estos, se forman afuera.
Claro, yo para no señalar un país, pero a todos se nos vienen varios países a la cabeza de la región, si ampliamos a todo el tercer mundo a la parte de Asia que no ha sido la industrializada, a la parte de África, donde hay mucha riqueza natural y eso no te soluciona nada en términos de condiciones de vida. Es un modelo de exclusión, pero no es un modelo que fracasa o que no perdura en el tiempo.
Obviamente, en el caso de la Argentina, su consagración, su instalación tiene dificultades, porque la Argentina históricamente empezó así. Nosotros empezamos con el lanar, con el saladero, en la época de la colonia, y después, hasta principios del siglo XX, nosotros exportábamos las materias primas y después comprábamos esas mismas materias primas elaboradas, industrializadas, manufacturadas en los países centrales, particularmente a Inglaterra una vez que nos deshicimos del Imperio Español, que era un imperio extractivista. Y que nosotros éramos ruta de paso de la plata de Potosí.
Luego, formamos parte de la Revolución Industrial, formamos parte del Imperio Británico ampliado, donde nosotros proveíamos materia prima, alimentos baratos, cuero, tasajo, carne para los esclavos, lana para la industria téxtil naciente y se agregaba cero valor acá, incluso era un trabajo de agricultura o agropecuario extensivo, era ganado a pasto, a pastura, con baja inversión de capital con condiciones climáticas muy buenas. Después, nos convertimos en el granero del mundo. Empezamos a exportar trigo y eso generó muchísima riqueza que es la que, haciendo estas cuentas mal hechas, dicen que fuimos el país más rico del mundo.
No es así, es mentira, nunca fuimos el país más rico del mundo en ninguna estadística razonable, pero sí se generaba mucha riqueza en la Argentina distribuida de una manera espantosa. Incluso muy ingrata con la inmigración que se trajo, que vivía en condiciones inhumanas, que nunca accedió a la parcela de tierra, nunca pudo hacerse farmer, nunca pudo hacerse agricultor porque no había acceso a la tierra. Había latifundios y se quedaron en las ciudades muchas veces, a veces algunos lugares —ha pasado en algunos lugares de la Argentina donde pudieron acceder, pero en general no— y estaban amontonados acá, en condiciones tremendamente precarias.
Entonces nosotros llegamos a ese modelo que comenta Milei, sin capacidad de generación propia de capital, tremendamente endeudados. Nosotros tenemos el dudoso honor de haber tomado el crédito de la Baring Brothers, en la época de Rivadavia, no haberlo pagado nunca, llegó la mitad de lo que tomamos y después fundió la Baring, una de las casas de créditos de las más importantes de Inglaterra, porque no pudimos pagar en una crisis de deuda. ¿Para qué era eso? Para construir el puerto, es decir, para generar la infraestructura necesaria que necesitaba Inglaterra para sacar los productos primarios que se producían en la Argentina.
Lo que quiero decir, sintéticamente: ese modelo existe basado en renta agropecuaria, o en diamantes, o en cobre, o en algunos minerales preciosos, en algunas tierras raras, como puede ser ahora el litio. En países árabes, donde también hay una inmensa concentración de la riqueza y después mucha mano de obra inmigrante en condiciones laborales totalmente precarias, ese modelo de sociedad dual basado en la explotación de recursos naturales existe. Y quiero dejar establecido esto, porque acá no hay ninguna fantasía. Es posible una Argentina de esa naturaleza, pero hay varios impedimentos. A mí me gusta decir que el primer impedimento que hay es cultural, es histórico, es una construcción.
El primer impedimento, si yo lo tengo que decir brevemente, es el peronismo. Para esa reconversión de un país con un grado mediano de desarrollo industrial, con un grado de equidad, de igualdad y de derechos establecidos y asumidos por nuestra población como propio… Bueno, lo de Evita es muy profundo, ‘donde hay una necesidad, hay un derecho’. Porque uno va a países de la región donde están llenos de necesidades y no se les pasa por la cabeza que tienen derecho a que alguien se las satisfaga. Hay una resignación, no lo viven así, no lo experimentan así, en lugares donde se mueren en la calle y nadie dice “es que no vino la ambulancia”, porque nadie espera que vaya una ambulancia a buscarlo porque está todo privatizado y todo es una barrera enorme que puede saltar un sector minúsculo de la sociedad.
Entonces creo que acá, el componente, yo lo digo simpáticamente con lo del peronismo, pero me parece que es un componente que hace a un desarrollo histórico muy arraigado Uno llega a inaugurar una escuela que esperaban hace cuarenta años, lloran, aplauden, lo disfrutan, lo reconocen, todo bien. Y después te dicen “y falta otra ahí”. Hay una demanda. Ahora las computadoras, y uno puede pensar que es ingratitud y no, no es una ingratitud. Me parece que es un germen, es una vocación muy poderosa, porque la sociedad no se resigna a no acceder a derechos básicos. Incluso la vivienda, la infraestructura, son cuestiones que están tan imbricadas, tan establecidas, tan asumidas, que sí, que cualquiera, aún viviendo en condiciones muy precarias sabe lo que le falta y piensa, y está convencido que es culpa de alguien, que le debería llegar y tenemos que dedicarnos a que le llegue.
Ese gen, ese germen, esa concepción, esa cultura, esa certeza, que genera por todos lados disconformidad, genera a veces enojo, incluso sublevación, bueno, todo eso es lo más poderoso que tiene nuestro pueblo. Porque no es que nosotros decimos que tiene que haber una escuela, saben que tiene que haber una escuela y que falta, y que es una deuda de la sociedad en su conjunto y de quienes tenemos responsabilidad política en particular. Alguno se queja, yo creo que la mayor felicidad que tengo es cuando me piden más. Es lógico, está bien. Acabamos de cerrar por eso me animo a decirlo, si fuera anteayer ni lo digo. Está bien, porque falta un montón y aún cuando hayamos hecho 224 escuelas, uno puede decir que son números fabulosos, fantásticos, inmensos, impensados, pero falta un montón y sabemos que falta un montón.
Vuelvo al principio. Una cuestión, no votaron esto, estoy seguro de que no votaron esto. Por eso digo que no agoto la discusión en que pensar que lo votaron porque dijo cualquier cosa y alguno le pareció que con esa cuestión mágica se salvaba. No es solo eso, porque también hay un fenómeno internacional, hay un proceso político previo, hay un hecho histórico, hay cuestiones que tienen que ver con las organizaciones políticas, hay montones de cuestiones que podríamos discutir y, para colmo, tampoco gana con votos propios, gana con votos prestados.
Porque también hay que volver sobre eso. En las PASO sale primero Milei, que fue una sorpresa, y ¿cuál era el pronóstico que tenían todos? Bueno, el ganador acumula, entonces como Milei sale primero va a haber un fenómeno de traslación de votos de otros sectores políticos o esta idea tan remanida de ‘votan al ganador’, entonces te embellece, te atrae, entonces va a tener más votos. En las PASO saca el 30 por ciento y en las generales no sube un voto. No sube un voto. Yo creo que la propuesta de Milei, si bien logró interesar, fascinar y, de nuevo, no estoy acusando a nadie de haber votado mal. Y quiero discutir esto un poquito, porque el voto es el momento sagrado. Lo votaron y, en todo caso, nosotros explicamos mal, o no logramos convencer de que eso era todo mentira, pero ¿cómo le vamos a echar la culpa al que necesitado, desesperado, o con malestar o malhumor, o con graves problemas que no se le pudieron solucionar decidió depositar su voto y esperanza en esto? Lo que digo es que lo que está pasando no es eso que le prometieron cuando lo votaron, está pasando otra cosa.
Yo creo que ahí hay una herramienta poderosa, no para discutir “cómo lo votaste”, sino “mirá lo que hizo con tu voto”. Y ese voto que en un 30 por ciento es de Milei, el resto y en la provincia de Buenos Aires es milimétrico, el resto en el balotaje no es el voto de Milei; es el voto de Milei más el voto de Bullrich. Y si uno mira distrito por distrito es algebraico, se suma lo que sacaron en provincia de Buenos Aires, acá con alguna mejora nuestra, por eso yo siempre digo que Milei tiene legitimidad de origen, efectivamente nadie le cuestiona que es el presidente de la Nación, nadie cuestiona que dijo algunas cosas. Repito, mintió con que iba a gobernar gente nueva, mintió con que el ajuste no le iba a pegar a la sociedad, al laburante, que no le iba a pegar al pueblo y a la mayoría, mintió con todo lo que dijo, no hizo lo que dijo que iba a hacer, todo eso está bien, pero tiene esa legitimidad. Pero ahora cuando nos dicen a nosotros que nos oponemos porque somos peronistas, porque son keynesianos, porque están haciendo no sé qué’.
Yo digo que nosotros acá, en la provincia de Buenos Aires, nos oponemos porque también fuimos a elecciones, ganamos en primera vuelta, ganamos en las PASO, ganamos en primera vuelta, ganamos en el balotaje también. Así que si vamos a hablar de legitimidad de origen y de mandato, nosotros la tenemos y tenemos mandato. Han participado todos ustedes de la campaña, lo han visto, y nosotros no dijimos “vótennos por, qué se yo, atributos personales, por tal cosa”, ni siquiera por la unidad. Dijimos: “vótennos porque venimos acá a ampliar los derechos, venimos a hacer más escuelas, venimos por más educación pública, por más salud pública”. Lo dijimos durante la campaña, venimos por más, yo digo educación, salud, seguridad por supuesto, producción y trabajo.
Nos dedicamos a decir eso en todos lados. Quiere decir que, si nosotros ahora nos subordináramos o nos dejáramos doblegar por esta política económica que no es salud pública, no es educación pública, no es producción, no es trabajo, no es seguridad tampoco, entonces estaríamos traicionando a nuestro electorado. Entonces nuestra oposición es una oposición con mandato y no es la oposición de un dirigente político, de un gobernador, es la oposición de un pueblo que votó otra cosa porque quiere otra cosa. Quiere otra cosa.
Y dijimos, premonitoriamente, la derecha o los derechos. Bueno, votaron los derechos, así que nosotros tenemos la obligación de funcionar como un resguardo, un escudo hasta donde se puede en una situación así, de los derechos, de una protección de los derechos del pueblo de la provincia de Buenos Aires. Ese es el trabajo que estamos haciendo, que se le agrega en la medida de lo posible, remediar, reparar, lo que estas personas rompen, y si podemos, también, compensar, complementar, sustituir, la ausencia del Gobierno nacional. Porque ¿cuál es el modelo de país? Un modelo primarizado, precarizado. un modelo de sociedad dual, un modelo de absoluta desigualdad, entendida como algo bueno porque al que le va bien será porque se esforzó, al que le va mal tendrá que… Bueno, toda esa meritocracia, todo ese discurso que legitima teóricamente todas estas cosas que pasan cuando se aplican estas políticas.
Pero luego, también, es un modelo de disolución nacional. Lo dije en la Legislatura cuando asumimos, cuando iniciamos el periodo legislativo. Es un modelo de disolución nacional. Hay una discusión que parecía saldada entre centralismo y federalismo, unitarios y federales si quieren. Volvió esta discusión porque tienen una idea de Estado inexistente, de Estado desertor digo yo, no ausente sino desertor. Y quiero hacer una nota sobre la palabra desertor, porque no es que nos está, es que tenía que estar ahí, tiene una obligación. No es que el Gobierno nacional —porque hoy sea circunstancialmente el presidente una persona que es anarcocapitalista o la ideología estrafalaria que tenga— puede desoír o incumplir los deberes que le impone la Constitución nacional, porque son derechos consagrados por la Constitución nacional los que empieza a incumplir. Y no son optativos. De hecho, si él es anarcocapitalista y cree que no tiene que haber Estado, lo raro es que se postule para ser la cabeza del Estado.
Entonces, acá no estamos discutiendo simplemente, austriacos contra keynesianos, teorías económicas. Estamos discutiendo un Gobierno nacional que deserta de sus obligaciones. No es que puede decir que la educación no es problema suyo. No es así. El andamiaje legal e institucional que tiene la Argentina no dice que no tiene ninguna incumbencia en materia de educación el Gobierno nacional. Todo lo contrario. Es cierto que se provincializaron los sistemas educativos de cada provincia, pero tiene un papel rector, tiene un papel financiador, tiene un papel también, en términos de peso, sobre el presupuesto, tiene obligaciones. Y, además, supongamos que es al revés, que la provincia de Buenos Aires dice “no nos ocupamos más de la educación”.
Bueno, no es que al Gobierno nacional le importa tres rábanos, porque hay un derecho que se está violando. Esto es recíproco, no es optativo cumplir la Constitución nacional. Para colmo a nosotros nos dicen “¿por qué qué se enojan, por qué discuten tanto?” Y porque cuando uno jura dice que va a cumplir con la Constitución nacional y la va a hacer cumplir. O sea que tampoco es algo que uno pueda decidir incumplir. Juramos hacerla cumplir. Así que yo aviso, Milei va a tener que cumplir la Constitución nacional. Y las leyes. Piense lo que piense, crea en lo que crea, profese lo que profese, es una obligación. Y es de disolución nacional, porque no es que entonces la provincia de Buenos Aires se puede arreglar sola y cada uno se salva solo. El Gobierno nacional parece que no tiene ninguna incumbencia, ninguna obligación, ningún papel en la educación, en la salud, en la seguridad, todo lo mira desde la tele. Bueno, no es así.
Pero no es que no sea así y nos enoja, o nos falta, es que no funciona así un país, ningún país. Esto en términos del papel que le quieren asignar al Estado nacional. Como decía, no hay país sin Banco Central, no hay países sin un Estado nacional que tenga un papel que representa la unidad nacional. Fijémonos, por ejemplo, el sistema impositivo. ¿Cómo se funda el sistema impositivo? La AFIP ¿Por qué el Gobierno nacional recauda impuestos en el territorio de la provincia de Buenos Aires? Y, porque hay un unión nacional, hay una unidad nacional, hay un Estado nacional, donde cada una de las provincias y, yo diría, la que más resignó fue la provincia de Buenos Aires y lo hizo a regañadientes porque no quería. Pero resignó la aduana, que es la recaudación impositiva para distribuir entre todo el Estado nacional. O sea, la prenda para la unidad nacional.
En nuestro caso fue también hasta la capital de la provincia de Buenos Aires se puso como prenda de unidad para conformar un país. Dijeron que no podía ser que la ciudad central de la Argentina fuera la capital de una provincia y, bueno, hubo los conflictos que ustedes saben, entonces se cedió y se hizo esta ciudad de La Plata como una compensación porque la capital de la provincia de Buenos Aires se cedía como distrito federal, como capital del país. No es de uno no es de otros, es de todos. Ahí está el Congreso de la nación, las autoridades, está la Casa Rosada. Y los impuestos los recauda el Gobierno nacional para después distribuirlos entre las provincias argentinas. Entonces, no es que deja de mandarnos unos recursos porque no le gusta. No. ¿Donde recauda esos impuestos? En el territorio de la provincia de Buenos Aires.
Nosotros aportamos el 40 por ciento de la recaudación y recibimos el 20 por ciento. Y alguno dirá“que mal”. Peleamos porque creemos que es injusto, que poco, pero no creemos que tenemos que recibir el 40. La provincia de Buenos Aires no está peleando por la autonomía, por la independencia, en términos de disolver el país y tener una mirada propia, separada. ¿Y qué necesitamos? Bueno, acá tenemos el 50 por ciento de la industria, el 40 por ciento de la población, recaudamos, lo usamos acá y el resto… no. Tenemos una mirada solidaria, porque es una mirada, y no es solidaridad en términos de que vamos ayudar a otro que necesita. Es una mirada de país.
Nosotros tenemos el puerto al lado, tenemos el litoral marítimo, hay provincias distantes. No es que lo que recaudamos lo queremos para nosotros. Cuando habla de la coparticipación, lo dijo en campaña, dijo “vamos a terminar con el régimen de coparticipación, que cada provincia gaste lo que recauda”. Bueno, en términos financieros, en términos económicos, para la provincia de Buenos Aires era un aumento de los recursos al doble si pasaba eso. Y yo lo rechacé porque nosotros no venimos a defender los recursos de la provincia de Buenos Aires, venimos a defender la soberanía y la unidad nacional. Que implica una ingeniería y un diseño de un país federal donde hay que tener una mirada federal, integradora, de nuestra Nación.
Y ahí hay un problema, también, con la desintegración y con la soberanía, porque en ese modelo extractivista, en ese modelo primarizante, y la soberanía nacional, como dijo Macri un día que era muy caro sostener no sé si las Malvinas, la Patagonia, era muy cara. Claro, mirada la soberanía desde la perspectiva económica, evalúa costo beneficio, bueno, ahora está claro, ahora está cediendo soberanía porque es obvio que nosotros, y lo hemos hecho, tenemos que discutir, protestar quejarnos y pelear para que no puedan explotar el petróleo que es de la Argentina y que está en las Malvinas, y la pesca que es de la Argentina y que está en las Malvinas.
Esa mirada estrecha, esa mirada centralista, esa mirada unitaria y esa mirada de desintegración del país, evidentemente, estas cosas no las miran. Yo lo planteo como los efectos que va teniendo, porque en la macro, en la coyuntura, en el corto plazo, es un programa de ajuste, que genera recesión, que genera desempleo, que genera pérdida del poder adquisitivo, que genera pérdida de ingreso, que genera pobreza, eso es lo que estamos viendo. Pero este modelo aplicado en el tiempo es pérdida de soberanía, desintegración nacional, primarización de nuestra matriz productiva, precarización de nuestros trabajadores, pérdida de derechos en general y ese otro modelo importa todo. Importa la ciencia, importa la tecnología, los y las profesionales, importa todo. Entonces tampoco necesita CONICET, universidad, organismos propios de desarrollo e innovación. No necesita.
Entonces, creo que hay un punto donde nosotros tenemos que hacer varios esfuerzos. Primera cuestión, este modelo lo que genera es más desempleo, pérdida de poder adquisitivo, deterioro de las condiciones de vida, genera, por supuesto, una enorme recesión y, al mismo tiempo, una pérdida de puestos de trabajo, de puestos de trabajo entendidos como industria, hemos sabido de un número alto de pymes cerradas, no sé el número exacto, pero es inexorable. Salarios en baja —y acá quiero hacer algo que ya hice y lo hice el otro día delante de empresarios así que lo repito—, ese programa económico, macroeconómico es bajar los salarios, abrir las importaciones, poner las tarifas en dólares para generar un excedente exportable y, al mismo tiempo, para traer los precios de exportación al interior y generar más rentabilidad para la explotación de esos recursos, y reducir al mínimo al crédito productivo y el crédito de consumo. Ese es el modelito.
Algunos empresarios piensan que por tratarse de salarios bajos y menos derechos laborales, les conviene. Y ya lo vieron con Macri, y se vuelve a ver ahora. Si vos tenes una reducción como esta, récord en el salario promedio de la economía, vos decis “bueno, pero le bajo el salario real a mis trabajadores” ¿Qué quiere decir que el salario real de los trabajadores se atrasa? Quiere decir que yo vendo más caro, pero pago en una proporción menor, entonces tal vez algún empresario piensa, ingenuamente, que eso le conviene porque ahorra plata, ahorra costos y, entonces, dice “voy a tener más ganancias o más capacidad de inversión”. Pero un día se encuentra con que esa caída del salario a la que somete a sus trabajadores y trabajadoras, es una caída generalizada, es una pérdida de la demanda, que es lo que está pasando. Puede ser que pague menos en términos salariales, pero vende mucho menos. Y la ecuación nunca le da.
Lo quiero explicar sencillo para que lo podamos explicar bien: si hay una caída del 20 por ciento del salario real y en esa empresa, el 50 por ciento es costo salarial, como lo llaman ellos, y cae 20 por ciento el salario, eso quiere decir que se ahorra el 20 por ciento del 50 por ciento de los costos. Se ahorra 10 por ciento total de los costos, pero las ventas le caen en proporción de la caída general del salario, o sea que pierde 20 por ciento del ingreso y se ahorra 10 por ciento de los costos. Funde. No le va mejor, le va peor. Le va peor porque es la caída de la demanda. Nosotros hablamos de la demanda, del mercado interno, del ingreso, pero finalmente es eso: están cayendo los salarios y afecta las ventas del que produce nacionalmente. Aunque se ahorre un mango pagando menos, como todos pagan menos, vende menos y pierde más. Y esto es lo que empieza a ocurrir.
Después las tarifas en dólares, que todos dicen “claro, cómo van a vender más barato el combustible o la energía en la Argentina, si es un commodity, hay que venderlo a precio internacional”. Dicen eso hasta que se dan cuenta de que dolarizar esos recursos, implica que las facturas vengan en dólares, o el equivalente en dólares, cuando tu salario y tu ingreso no es en dólares, y bueno, empieza a pasar que, como pasó durante Macri, y a medida que entren los aumentos tarifarios, va a empezar a pasar acá, que no pueden pagar la factura de luz para mantener abierto el kiosco, el maxikiosco, el emprendimiento, que no pueden pagar el gas, que no pueden calefaccionarse, que no pueden… Y ahí se empiezan a dar cuenta que este tema de la soberanía energética, no es solamente que el petróleo sea nuestro porque lo explotamos nosotros, lo vendemos nosotros, es más que eso.
Si el petróleo y el gas son de los argentinos y las argentinas, hay que venderlo al costo de producción local, no al precio internacional. Hay que venderlo al costo argentino, porque es de los argentinos y las argentinas, y tiene que funcionar así. No solo para que tenga un precio internacional muy bueno para el que lo venda, sino específicamente para que sea un resorte y una palanca para la industria nacional, la producción nacional y para el bienestar de los argentinos y las argentinas que acceden a estos bienes a un precio que no es el precio que tiene que pagar alguien que no tiene petróleo y que no tiene gas.
O sea, que básicamente es la soberanía energética y la soberanía hidrocarburífera, que si dice la Constitución que el petróleo y el gas son de los argentinos, bueno, que se venda a precio argentino a los argentinos y a las argentinas. Que se nos venda a nosotros como para que sirva de una manera mucho más equitativa, no solo para la empresa que lo explota, no solo para el que concesiona, sino para la mayoría y para el conjunto del pueblo argentino. No es muy difícil de entender, pero evidentemente lo tenemos que seguir explicando: el petróleo argentino es para los argentinos. Y después el excedente exportable es el excedente exportable, ahí podemos discutir quinientas millones de cosas.
Entonces, creo que hay una cuestión fundamental que es que lo que está pasando no es casualidad, no es que la herencia, no es algún ministro que no funciona. Es el programa económico que tienen y que va en esta dirección y tiene estas consecuencias. Y me parece que la sociedad, por lo menos lo que observo yo, cada vez está más atenta a quién le explica lo que está pasando y qué alternativa hay, por supuesto.
Entonces, creo que la tarea del ahora en lo que respecta a nosotros, en lo que respecta al Gobierno provincial, es proteger, defender, ser un escudo para estas políticas que dañan y perjudican al pueblo bonaerense. Obviamente, en el caso de la provincia de Buenos Aires, que es una provincia industrial, agropecuaria, pero también industrial, bueno, estas políticas desindustrializadoras, el industricidio afecta especialmente. Así que nosotros tenemos una tarea urgente con respecto a esto: oponernos, oponernos con todos los instrumentos que tengamos.
Por otro lado, hay que multiplicar todo lo que podamos la discusión, la deliberación, la puesta en común de lo que está pasando a nivel de la soberanía nacional. Por eso a veces suena, suena y es difícil entenderlo, pero hay un tema que nosotros defendemos que no hace a la provincia de Buenos Aires, que tiene que ver con la soberanía, es una de estas cuestiones como Malvinas, que uno dice Malvinas, lo pronuncia y ya queda claro, que es el Canal Magdalena. El Canal Magdalena es algo que tiene que ver con la soberanía nacional, con la producción en su conjunto, con la salida del mar y al río. Tiene que ver con elementos centrales que vienen resignados desde hace mucho tiempo, pero son discusiones que hay que dar de nuevo.
Sobre el federalismo también hay que discutir. Hay que discutir que nosotros tenemos que tener un modelo de desarrollo que no sea absolutamente concentrado geográficamente en las provincias del centro o más particularmente en la Ciudad de Buenos Aires y su entorno. No puede ser. Y tampoco se trata de tener en enclaves de explotación y producción minera en determinados lugares con sueldos distintos, pero sin un proceso donde esos recursos naturales, también tratándolos como son, que son soberanía nacional, le podamos agregar valor acá, en la Argentina.
Ese esquema donde nosotros tenemos recursos naturales, tenemos riquezas naturales, no es que estamos en contra de su producción, de su exploración, de su puesta en valor. El punto es cuánto valor agregado le podemos poner con trabajo argentino, no cómo después compramos la batería de litio que viene de afuera con el litio que viene del triángulo de acá, de Argentina. Así que, creo que nosotros tenemos que dar cada una de esas discusiones una y mil veces, en algún sentido, con esta expresión tan rara, tan extraña, pero que a veces es descarnada, nos permite dar estos debates.
Entonces, hay un papel para el Gobierno de la provincia que es defender, hay otro papel que es sustituir. Nosotros recibimos un montón de obras paradas, todas las obras paradas en la provincia de Buenos Aires. Y no vamos a poder continuar todas, pero los centros de primera infancia los vamos a terminar; las obras en las universidades, las vamos a hacer… Aunque sea un doble esfuerzo, porque también implica mostrar un contraste y mostrar un modelo distinto, aun en tiempos complejos, en tiempos de dificultad, de restricciones, hay que hacerlo. Y también poder sostener paritarias, poder sostener no despidos, poder sostener. También es una muestra de que es un modelo viable, aún en situaciones complejas. No es imposible hacerlo.
A nosotros nos han cortado todos los recursos que pudieron, dijeron que no íbamos a poder pagar sueldos en enero, en febrero, en marzo, que nos íbamos a quedar sin plata para pagar los sueldos,y los compromisos que teníamos. Bueno, acá estamos, gestionando. Junto con otras provincias estamos tratando de mostrar que no es la única solución, que no es que no hay otra alternativa, que no hay otra salida. Me parece que en eso, desde el punto de vista del Gobierno provincial es esto, desde el punto de vista de la organización, desde el punto de vista de la militancia, es central. Nosotros no vamos a poder ganar, olvídense, no vamos a contratar un ejército de troles, no lo vamos a hacer. No es que me dicen “bueno, ustedes van lento, contraten su ejército de troles, que los puteen como ellos los putean a ustedes”. No lo vamos a hacer.
Yo creo que ese tipo de propaganda, ese tipo de instrumento, sirve para implicar determinadas políticas, que es una política de denigración, que es una política de desprecio, que es una política de odio, que se puede decir rápido. Son puteadas. Es eso. Nosotros no lo vamos a hacer. Pero, tenemos otro instrumento que es muy poderoso que ellos no tienen, tenemos un instrumento que, además, tiene una llegada territorial acá en la provincia de Buenos Aires, una capilaridad, una presencia que es imbatible, que no tienen ni por dónde empezar y que no digo, estoy diciendo contra los trolls, no contra medios de comunicación o de llegada que sean digitales.
Vamos a utilizar todos los medios disponibles, pero no lo queremos hacer tampoco contratando un Duran Barba, o este otro que hay ahora nuevo. No, no lo queremos hacer así. Lo tenemos que hacer de otra manera que no lleva 140 caracteres, que lleva más tiempo, que lleva otro formato, otras modalidades, que ocurre, transcurre en otros lugares, transcurre en lugares de trabajo, transcurre en el barrio, transcurre en la escuela, transcurre en la básica, transcurre en otros instrumentos que tenemos nosotros que, obviamente, que ahora se ven complementados y creo yo, potenciados por nuevas tecnologías, por nuevos formatos, pero son esos, porque finalmente es lo humano, somos nosotros, es el cuerpo a cuerpo.
Es el cuerpo a cuerpo, aun si lo hacemos con un teléfono. Y eso requiere elaborar ideas, elaborar propuestas, dar discusiones, dar debates. No lo vamos a ganar diciendo cualquier verdura contra una locura, contraponer otra locura irrealizable, igualmente incomprensible, pero corta y eficaz. No va a ser por ahí, y si lo ganamos así, no va a servir de nada.
Así que, lo que yo digo es que tenemos la obligación, la obligación y la urgencia de, rápidamente, dar respuesta a esto. Y creo que hay más escucha, por supuesto que venimos de un periodo electoral, venimos de una derrota. Acá en la provincia de Buenos Aires son determinadas condiciones, pero yo les puedo decir que en todo el país empieza a haber. Observo, en donde gobernamos y donde no gobernamos, muchos compañeros y compañeras que quieren organizarse, que quieren generar materiales, que quieren encontrar instancias, que quieren ir construyendo una fuerza política que pueda ser una alternativa a esto.
Ya hemos visto que ganar las elecciones sin tener claridad y sin tener capacidad de transmitir, y de dejar taxativamente para dónde vamos, de fijar rumbo, es complejo, es complicado. Después trae otros problemas. Así que tenemos una oportunidad de ir elaborando e ir formando esa construcción que es una construcción popular, que es una construcción de base, que se hace en cada uno de los territorios. Si quieren la llaman 2.0, 3.0 o 4.0, pero el instrumento es la militancia.
Es un momento muy rico para reflexionar, para pensar. y para no dejarse amedrentar. Eso es lo último que digo: no hay que dejarse amedrentar. A veces, vienen las olas esas, o vienen esas instalaciones mediáticas, donde dicen “les va bárbaro en las encuestas, lo apoyan igual, le están sacando…”. Yo tengo una opinión sobre eso, que no es metodológica ni de la encuesta, creo que hay momentos, hay situaciones, hay estados de ánimos. Pero que a eso, lo peor que podemos hacer, es bajar los brazos, es decir “bueno, listo, la gente se volvió loca”.
He visto también encuestas donde les preguntan: “¿Están de acuerdo con privatizar todo?’ 80 por ciento no. “¿Están en contra de la educación pública?” 80 por ciento está a favor de la educación pública. “¿Usted cree que Aerolíneas tiene que ser estatal?” La gran mayoría está a favor de que Aerolíneas sea estatal. Es decir que, si bien estamos en un momento de fragilidad, estamos en un momento complejo, estamos un momento, digamos, volátil, y bastante peculiar que cuesta comprenderlo, tampoco perdamos la confianza en nuestro pueblo. No es que entonces todos se enamoraron de esta cosa de los perros que ya no están… No es así, no es así. Y lo digo, y no quiero porque seguro después me cortan y dice “lo estuvo puteando”. No es por ahí.
Pero no es que se volvió todo el mundo esotérico, no es que abandonó todas sus convicciones. Puede estar desesperado, puede haberla pasado mal, puede haberse enojado con nosotros. Puede no ver una salida. No hay que leerlo unilateralmente así, es apoyar lo que votó porque quiere genuinamente que le vaya bien, ¿quién va a querer estar peor? “Ves, te pesqué, era un desastre”. Me parece que no. Me parece que es un proceso que lleva tiempo.
Yo tengo absoluta claridad con que esto no puede salir bien. Dicen “¿y si sale bien?”. Y si sale bien y convierte a este país en un país primario, en un país absolutamente desestructurado en lo productivo, absolutamente desigual, ¿qué es que salga bien? Salió mal. Que salga bien el proyecto de ellos es que salga mal el país. Entonces, yo no quiero ni ser Irlanda ni volver al siglo XIX. No es por ahí. Me parece que hay muchas áreas pendientes, mucho trabajo, que tenemos que reconquistar la confianza, la escucha, pero que si no lo empezamos a hacer, o nos decepcionamos, nos corremos, la verdad es que estamos derrotados desde antes de empezar. Así que la invitación es a dar esa pelea, a dar esa lucha, a organizarse, a reflexionar, a pensar, a discutir, a militar.
Muchísimas gracias a todos y a todas. Gracias por la invitación.