Buenas tardes a todos y a todas. La verdad es que no conocía la Casa de la Cultura de Rauch y quiero felicitarlos, es hermosa. Así que, Maxi [Maximiliano Suescún, intendente de Rauch], gracias por recibirnos. Estuvimos también, esta semana, reunidos con otros intendentes del radicalismo. Y Maxi decía que era importante, resaltaba que dos partidos políticos distintos puedan trabajar con un mismo objetivo y dando resultados, ¿no? Porque no solo es ponerse de acuerdo, también le tiene que servir a la sociedad, a la ciudadanía, a cada uno de los municipios.
Y me parece que eso, dicho en cualquier momento, tiene valor, pero dicho en este momento, en esta situación de la Argentina, donde la más alta autoridad nacional dice que todos los que no pensamos igual somos alguna porquería que se le ocurre ese día, todos, incluso los que hasta anteayer eran sus amigos, alguna cantante popular, los y las artistas, los científicos y las científicas, por supuesto, los diputados y las diputadas, los gobernadores, los intendentes, todos los que no pensamos como él y no estamos de acuerdo con lo que está haciendo.Ni quiero reproducir las cosas que ha dicho con mucha violencia y mucha agresión. Yo sé que esto llama la atención, [porque] tal vez en la lógica de las redes, de un stand up, tal vez en la pantalla de televisión, es más entretenido que alguien esté insultando, inflamado, desencajado, a todos los demás.
Ahora, yo les digo que no está funcionando. No está funcionando para nada, esto no anda. No anda porque a la provincia de Buenos Aires y a todas las provincias argentinas, el presidente prácticamente nos declaró la guerra y es presidente de la Nación. Y dice “yo hago lo que quiero porque a mí me votaron para la motosierra”. Era divertido tal vez en la tele o cuando andaba por ahí. Pero ahora nos damos cuenta de que esa motosierra no era ni para la casta ni para los poderosos, era para los jubilados y las jubiladas, era para la universidad, era para los y las laburantes.
Entonces como hay mucha gente que votó, él dice “yo puedo hacerlo porque a mí me votaron para hacer el ajuste”. Yo creo que la letra chica de ese ajuste decía que era contra la universidad pública, contra el CONICET, que era contra el PAMI y los remedios gratis, que era desregular completamente los precios de los alimentos —lo han visto en las góndolas—, que era desregular el precio del combustible —lo que sale llenar un tanque de nafta—, que eran los alquileres —a dónde se fueron los alquileres—, que eran los remedios. Entonces, a mí me parece que si él hubiera sido más preciso o más sincero con lo que venía a hacer, incluso con quiénes lo venía a hacer [el resultado hubiera sido otro].
Yo me permito compartir esto con ustedes, porque la verdad que me preocupa, me preocupa porque él decía que lo votaran porque los mismos de siempre no iban a hacer una cosa distinta. Tal vez tenía razón, pero lo votaron y puso en su gobierno a los mismos de siempre y están haciendo lo mismo de siempre.
Acá en la provincia de Buenos Aires yo tengo plena seguridad —porque he venido varias veces a Rauch y he recorrido toda la provincia—, que a nosotros nos votaron para hacer esto que estamos haciendo hoy, que es lo contrario a lo que propone Milei.
Y lo digo porque es momento de reflexionar sobre lo que estamos haciendo hoy acá, porque baja a tierra. Hoy venimos con el Conectar Igualdad bonaerense. Hablan de la libertad, ¿está prohibido comprar una computadora? No, evidentemente no está prohibido. Entonces el problema no es la libertad de poder adquirir la computadora, de poder tener la computadora; no hay ningún problema con la libertad. El problema aparece cuando uno le pregunta a los pibes y a las pibas, a sus familias —y yo creo que a todos, a cualquiera— si está bueno o no que los pibes y las pibas del secundario tengan computadora. Y yo creo que pensado así vamos a estar 100 por ciento de acuerdo. Le agrego un punto más: si la necesitan — porque el otro día en el discurso [Milei] empezó con esto de la necesidad de los derechos—, y claro que la necesitan.
Estamos de acuerdo que con una computadora los pibes y las pibas de nuestras escuelas rurales, de las escuelas especiales tienen más posibilidades. Se les abren posibilidades, a través de la tecnología, de laburar, de estudiar, de entretenerse, que es distinto. Entonces, estamos de acuerdo con que está bueno. Yo digo que la necesitan. Y acá no hay un problema de la libertad de mercado porque la puede comprar el que quiera, el problema es lo que cuesta. El problema es la realidad, y no el modelo teórico que nos agitan. La realidad es que todos los pibes y las pibas la necesitan, y muy poquitos la pueden comprar. Y eso es lo que nos ocurre cuando distribuimos las computadoras, que les preguntamos si quieren tener tener computadora y responden: “Sí, claro, como no voy a querer”. “¿Te es útil, te es necesaria, la usarías para desarrollarte?”. [Y responden] Todo sí. Y cuando le preguntamos “¿por qué no la tenés?” Responden “y porque mis viejos no pueden, porque en mi familia no se puede’” Porque no se puede.
Entonces ahí está, ¿qué libertad es esa donde abstractamente todos pueden comprarla, pero realmente, materialmente, económicamente, solo pueden muy poquitos? La verdad es que es una libertad para muy pocos la del mercado. Y esto que digo con las computadoras, lo digo también con las escrituras.
Nos emocionábamos recién con familias que recibieron las escrituras, algunos cinco años después. ¿La necesitaban? Sí, por supuesto. ¿Está prohibido hacer una escritura? No está prohibido. ¿Entonces qué es de la libertad? ¿De qué estamos hablando? No hay prohibición. ¿El Estado te impide, te pone una bota para que no compres computadora? No. ¿Es el Estado el que ahí entorpece, obstaculiza tu desarrollo, tu necesidad? La escritura, ¿cuál es la traba, cuál es el obstáculo? ¿Cuál es la pared? ¿Cuál es el límite que encuentra la familia para no tener la escritura que tanto necesitan? Que hoy se emocionan porque la están esperando hace años y años. Yo les digo cuál es la traba: sale un palo y medio hacer una escritura, o más, en la escribanía.
La computadora, está el boliche, el negocio de computación, vas y la compras, pero sale un montón de guita y no todos la tienen. Ese es el problema que tenemos, que el modelito matemático, o el discursito austríaco, lo pasa por alto. La realidad es otra; la realidad es lo que decía Juan Martín [Juan Martín Mena, ministro de Justicia y Derechos Humanos]: hay mucha desigualdad. Hay realmente mucha desigualdad. Desigualdad a punto tal que hay cientos de miles de familias que necesitan la escritura, pero no tienen los recursos para acceder. La necesidad está, pero es imposible por privado; entonces ahí viene nuestra discusión de un derecho. Porque si no, ¿cómo lo ponemos a esto? ¿Cómo lo llamamos? ¿Y cómo lo realizamos? ¿Y cómo generamos que, no solamente el que tiene los recursos, el que tiene el poder y la capacidad económica, sino muchos más que esos puedan acceder a una computadora? Si no lo que estamos haciendo es perpetuando la desigualdad.
Porque convengamos, no es matemático, pero teniendo una computadora se abren a veces posibilidades, llegadas, universos, se puede estudiar a distancia, se puede hasta averiguar adónde ir, se puede conocer, [se pueden hacer] montones de cosas que sin computadoras no. Entonces, lo que están haciendo en realidad es generando más desigualdad. Había una desigualdad de base, económica, que no es de la Argentina, caminen Latinoamérica, [es] peor. Y vayan a Europa, a Estados Unidos o miren cómo está [todo], [es] grave. Por ejemplo, China, que tiene un porcentaje altísimo de su población en condiciones de pobreza, es segunda potencia mundial. Entonces esto no es un tema de la política argentina, de la Argentina; es un tema que excede.
Y está esta cuestión, ¿si hay desigualdad, qué hacemos? ¿Qué hacemos con la desigualdad? Porque puse como ejemplos la computadora y escritura, que uno puede decir “bueno, puedo vivir sin computadora, puedo vivir sin escritura”. ¿Y salud? ¿Qué hacemos con la salud? ¿El que paga, el que tiene, el que compra, solamente va a acceder a la salud? Ojo, porque dicho acá, y en el marco de esta discusión, puede parecer que estoy agitando fantasmas. Y no es así. En buena parte de los países del mundo, inclusive Estados Unidos, el que no tiene se queda, se muere en la calle, es un tema de discusión en la campaña norteamericana. Se llama Medicare, lo llamaban Obamacare, plan de salud para que montones de personas que no pueden, familias que no pueden acceder a la salud porque es pago, puedan acceder igual. ¿Qué hacemos con la salud? ¿Qué hacemos con la escuela? ¿Qué hacemos con la educación? ¿Qué hacemos con la obra?
Yo escuchaba ese discurso [el de Milei], y lo quiero bajar para que se entienda bien, porque hay gente a la que le resultó atractivo, o estaba enojada, molesta, embroncada, malhumorada, con malestar, o enojada con nosotros, con lo que sea, y votó a un gobierno de este tipo, y ahora se va enterando que era cero obra pública. 80 escuelas nos paró el Gobierno nacional, 1.000 obras, que son rutas, cloacas, agua. ¿Quién las va a hacer? Y cuando le preguntaron esto al actual presidente dijo “bueno, que se junten los vecinos y hagan una vaquita si necesitan un puente”. Es un disparate, no funciona así en ningún lado, nunca funcionó así. No es así. No quiere decir que no haya sectores muy pudientes que se puedan hacer un aeropuerto privado para ellos, pero la infraestructura social, lo que se necesita para la logística para el transporte, ni hablar de agua y cloacas, no lo pueden hacer por privado las personas. Me parece que esa discusión la estamos dando.
Es un día de festejo, pero yo quiero plantear esto porque estos programas —el de las computadoras, el de las viviendas que vamos a distribuir ahora, el de las escrituras Mi escritura Mi casa— que estamos haciendo van a contramano, están afuera del programa de lo que plantea el Gobierno nacional, [que dice a todo:] “No, eso no”. Y a mí me parece importante reflexionar porque yo estoy de acuerdo con que hay mucho de esfuerzo personal, de sacrificio, de empeño y es central, en cuanto a cómo le va a uno en la vida, pero cuando se le pregunta a los pibes, a las pibas, si quieren estudiar, responden que sí.
O sea, no es que quieren rascarse, quieren estudiar y lo hacen; y, a veces, con muchísima pérdida de otras cosas y con muchísimo sacrificio de sus familias. Van y lo hacen; el problema no es ese. Nosotros tenemos un pueblo que es comprometido, que se sacrifica, que es trabajador; no es ese el problema. El problema que estamos discutiendo, me parece, es el tema de la desigualdad, cómo la vamos a arreglar y qué hacemos con los que hoy no llegan a la escritura,a la obra pública por la propia, o la computadora.
Y hago un paréntesis en esto porque me parece que lo deja muy claro. [Milei] Dice “si necesitan un puente, que los vecinos junten plata y construyan un puente”. Cuando ustedes necesitan todos obra pública, le piden al intendente, y no porque sean pedigüeños, sino porque se dan cuenta de que entre los 20 vecinos y vecinas que hay, alguno gana más, otro gana menos, alguno querrá, otra no querrá, pero pongamos que se ponen todos de acuerdo, ¿cuánto tiempo van a tardar en juntar la plata para un puente? Y después, cuando junten la plata, hay que hacer una compulsa, una competencia, una licitación.
Después hay que controlar la obra, que el puente efectivamente se haga y si no cumple, hay que poner a un abogado para que vaya contra el contratista y probablemente se necesite algo de financiamiento para pagarlo. Entonces se necesita alguien que haga los contratos, alguien que haga el seguimiento de la obra, alguien que recaude los recursos, alguien que financie. Eso ya se inventó, se llama el Estado. Se llama el Estado. Es el que en todos los países del mundo hace la obra pública. Y no existe otra cosa y después podemos discutir un montón de cuestiones más, pero a mí me interesa que reflexionemos, porque esto tal vez es un poquito más largo y más aburrido que un Tik-Tok, pero si no reflexionamos sobre estos discursos que nos bajan, estamos en dificultades, porque después parece que todo mágicamente ocurre y después no ocurre nada.
Ocurre que no se puede comprar los remedios, ocurre que el ajuste fue para los jubilados y las jubiladas, y ayer lo estaban celebrando en un asado. Estas cosas están ocurriendo. Entonces, si nosotros pensamos que los pibes y las pibas, y a mí me gustó algo que dijo José Luis : “yo estoy muy contento porque recibo mi escritura. Estoy contento porque muchos, todos, están recibiendo la escritura”. Eso es lo que nunca van a entender. Nosotros no nos alegramos solamente porque a uno le va bien sino porque a los demás también. Porque nadie se realiza en una sociedad donde lo demás no se realizan. Si no, juntá la guita y te vas a vivir a Uruguay y te cagas de la risa. Pero no es así como piensa y siente el pueblo argentino y el pueblo bonaerense.
Entonces yo creo que acá es eso, los pibes y las pibas necesitan computadoras, no todos pueden comprarlas. Si tienen la computadora, seguramente van a poder desenvolverse mejor, van a tener menos dificultades; probablemente alguno de ellos haga música o aprenda programación y tenga el instrumento de trabajo, o a través de la computadora abra algún tipo de emprendimiento, o estudie por la computadora. ¿A quién le interesa eso? Por supuesto que a cada uno de los pibes y las pibas que la reciben, pero yo quiero decir que acá también hay una sociedad que no está pensando solamente en el individuo, en las personas, en cómo le va, y qué hace, en cuánto invirtió y en cuánto recibe.
El problema de la provincia de Buenos Aires es que necesitamos que todos los pibes y las pibas tengan computadora. Ese es el punto. No alcanza con que solamente la tenga el que la puede pagar, porque todos la necesitan. Y para nosotros, donde hay una necesidad, nace un derecho y donde hay un derecho, hay una obligación. Por eso estamos distribuyendo las computadoras, aunque no les guste nada y digan que se la regalamos para que nos voten.
Es mejor para todos, para el que la recibe y para todos los demás también, porque vamos a tener más pibes y pibas con posibilidades. Si no, la libertad es un verso. No sos libre de nada si no podés nada. Y ahí es donde aparece el Estado para igualar un poco y para acercar un poco esos extremos de desigualdad que tenemos, que son gravísimos, pero —como digo— son productos de un sistema y vienen hace mucho tiempo.
Para mí es muy importante estar haciendo esto: seguir con lo de las escrituras porque sale muy caro, entonces no se puede acceder a la escritura. ¿Y qué se pierde [al no tenerla]? ¿Por qué nos interesa [que la tengan]? Se pierden un montón de cosas, por ejemplo, el crédito, porque la escritura sirve como garantía; y si hay algún problema, alguna disputa, falta el papel que demuestre la titularidad. Eso está bien, pero hay algo —tal vez tan importante, si no más, y lo escuchábamos acá también— que una familia consigue tener, finalmente, es el poder de dejársela a los hijos y a las hijas, la herencia, el legado.
Entonces estamos hablando de algo de seguridad jurídica. El término seguridad jurídica se utiliza un montón cuando hablan de las multinacionales, de los grandes empresarios, que quieren seguridad jurídica. Bueno, acá en la Provincia de Buenos Aires nos interesa garantizarle la seguridad jurídica a miles y miles de bonaerenses que tienen, así, la certidumbre, la seguridad de la casa propia. Mi escritura Mi casa es la escritura, pero también, el bien de familia. Esto es muy importante, también condonar. Porque nos decían al principio: “bueno, pero aparece la escritura y entonces debes todo el Impuesto Inmobiliario”. No, esto viene sin deuda de Impuesto Inmobiliario, me parece que es justo porque se ha demorado mucho, son años de años. Y tiene que ver con lo que queremos para la Provincia, esto de hacer viviendas, de dar escrituras, de las computadoras.
Y la verdad es que como hay varias, hay muchas familias, son 184 escrituras todavía para distribuir, voy a cerrar con esto porque me parece importante también. Ustedes vieron que ya se marcó otra marcha por la universidad para defender la Universidad pública. Si uno va a los colegios secundarios de la provincia de Buenos Aires y pregunta qué quieren hacer los pibes y las pibas y hay muchísimos, pero muchísimos, que quieren seguir estudiando; alguno ya está pensando en laburar, y muchos de ellos quieren ir a la universidad. Eso no pasa en cualquier lugar del mundo porque el acceso a la universidad es muy restrictivo.
Acá en la Argentina, desde hace muchísimo tiempo, y en esto tuvo que ver también el radicalismo con la Reforma del 18, en que haya una universidad más abierta, no una universidad de élite, y después también el peronismo en hacerla gratuita, así que creo que la universidad unifica dos grandes tradiciones políticas argentinas, dos idearios, me parece importante. Pero teníamos un problema: están los que quieren arancelar la universidad dejando a todo el mundo afuera; están los que decían por qué tantas universidades en el conurbano y se enojaban con eso. Bueno, eso hubiera resultado una dificultad para muchísima gente.
Y nosotros teníamos un problema adicional en el interior de la provincia de Buenos Aires. [Un problema] Que tiene que ver con el acceso a la universidad, pero tiene que ver también con la trayectoria de vida, lo que solemos llamar arraigo, arraigo y desarraigo. Si alguien no tiene la posibilidad de estudiar en su ciudad, en su localidad, en su municipio, y bueno, en muchos casos no pueden pagarlo. Pero algunos pueden pagarse los estudios afuera, y se van a estudiar a otra ciudad. Tienen el costo del alquiler, el costo del viaje, el ir y venir, un lío para la familia, pero también la despedida. Yo lo he visto. La despedida es dolorosa, porque puede ser que empiece otra vida en otro lugar, lo cual obviamente para la familia es un desgarro, pero también lo es para la comunidad, para el pueblo, porque muchos de los y las jóvenes que estudian en otro lado, después no vuelven a aportar, y no porque no quieran, sino porque tienen solamente la posibilidad de hacerlo en otro lugar y después se van desarrollando las cosas de otra manera.
Así que el que quiere estudiar en otro lugar puede hacerlo, pero ¿qué hacemos con el que preferiría estudiar en su pueblo o con el que no puede ni siquiera irse afuera? Entonces empezamos con esto del programa Puentes. Y ya tenemos firmados 51 convenios del programa Puentes para llevar algunas carreras universitarias a pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires, a centros universitarios.
Venimos trabajando muy bien, por supuesto que la oferta educativa no es la misma que la de los grandes centros urbanos, pero estamos teniendo mucho éxito trabajando en conjunto con los municipios. Vienen de otras universidades, entonces permite, en parte, por lo menos parcialmente, ir creciendo. También, a veces, los espacios que diseñamos quedan chicos, así que hay un anuncio que comentaba Maxi, que lo queremos hacer porque lo va a firmar en Mar del Plata este viernes en un encuentro general de las universidades y los centros universitarios del programa Puentes: hemos decidido acompañar al Municipio en la ampliación, en dos aulas más, en equipamiento para el programa Puentes, para el centro universitario en Rauch. Es un trabajo conjunto. Y tiene que ver con otras tantas medidas.
Quiero dejarlos para que continúen con la entrega de escrituras, la verdad es que es una emoción, una alegría enorme poder cumplir ese pendiente que tienen las familias, a veces no llega nunca la escritura, por eso aceleramos. Quiero agradecerle a Silvina Batakis [ministra de Hábitat y Desarrollo Urbano] porque es el Instituto de la Vivienda, quiero agradecerle a Juan Martín Mena porque es el Ministerio de Justicia. 130.000 escrituras, 130.000 derechos cumplidos.
Y nosotros tenemos un mandato que es este. Yo sé que va contra mano, creo que algunos piensan que por algún motivo nuestra sociedad de pronto le lavaron el cerebro y piensa muy distinto, que ya no cree en el Estado, que piensa que hay que dinamitar el Estado y destruirlo desde adentro. Cuando yo escucho eso —porque recorremos mucho la provincia de Buenos Aires— sabemos lo que es el Estado. Tal vez que en los libros de texto, en los manuales, en los paper, en los artículos, en los documentos de economía que andan leyendo y contando, de Milton Friedman, de la Escuela Austríaca el Estado es una formulita, un numerito.
Pero en el interior de la provincia de Buenos Aires se ve muy claro, porque muchas veces el único prestador de salud o el más importante, por lejos, es el Gobierno municipal o el hospital provincial. O sea, es el hospital público y fíjense que decían “ahora van a ver, hay libertad plena de regulación”. Entonces cualquiera puede hacer lo que quiere y así se fueron a cualquier lado los precios de los medicamentos y cortaron la asistencia de PAMI. Hay una sorpresa en eso. Venían a privatizar, pero ¿qué pasó? Resulta que la gente no se puede comprar más el remedio en la farmacia o no se puede atender por privado ¿Y adónde va? Al hospital público. Entonces ha subido 20, 30 por ciento la cantidad de consultas, los pedidos sobre el hospital público. Así que venían a privatizar y estatizaron más.
Se necesita una respuesta mayor. En educación lo mismo, hay quien puede pagar una escuela totalmente privada, lo que además llamamos privado en la provincia de Buenos Aires, en general, los salarios los paga el Estado, así que privado privado, lo que se dice privado, no es.
Entonces cuando dicen que van a destruir al Estado, y lo quieren destruir adentro, yo digo que en la provincia de Buenos Aires, ¿saben que es y dónde está el Estado? En cada una de las escuelas, en cada uno de los hospitales, en cada una de las viviendas que estamos entregando, en cada uno de los patrulleros que se necesitan.
Se necesita más Estado, no menos Estado. Y yo le advierto a Milei que no venga a destruir el Estado de la provincia de Buenos Aires porque lo vamos a defender los y las bonaerenses, no sólo este gobernador. Y me parece que es muy importante plantearlo porque estamos en un momento complicado. En ese momento complicado, en ningún lado donde voy me piden menos Estado, [sino que] me piden más Estado. Y por supuesto que se puede mejorar, por supuesto que tiene que ser transparente, por supuesto que tiene que ser eficaz, pero bueno, ahí estamos distribuyendo 30 computadoras para escuelas especiales, escuela rurales, estamos con 187 escrituras. Estamos distribuyendo 18 viviendas.
Y nosotros también tenemos un mandato. Acá en Rauch son 16.000 habitantes más o menos, un poco más, y hay más de 10.000 Cuentas DNI. Eso también es el Estado. Se quejan porque hay descuentos, no les gusta la competencia para el privado. Lo tienen que entender, el Banco de la Provincia de Buenos Aires no es que esté regalando plata, porque si el banco fuera privado el dueño del banco sería un multimillonario probablemente, o tendría su riqueza como los dueños de las instituciones financieras. ¿Y qué haría con sus dividendos, con sus ganancias? ¿Qué haría? Y bueno, lo que quisiera. Acá el tema que tenemos es que el dueño del banco no es un propietario privado, el dueño del banco acá también se lleva la ganancia del banco, porque hay rentabilidad del banco. Lo que pasa es que el dueño del banco es el pueblo de la provincia de Buenos Aires. Entonces, ¿cómo distribuir la rentabilidad? Y bueno, que cada vez que vas a hacer una compra te de una mano tu Provincia, tu Banco, tiene todo el sentido.
Así que hoy es un día muy importante para nosotros, muchas gracias por recibirnos así en Rauch. Felicitaciones a todos. Creo que hay que seguir cuidándose y hay que ser cada vez más claro con lo que está en juego acá. Nosotros también fuimos votados y fuimos votados para garantizar y para ampliar los derechos.
Así que muchísimas gracias.