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CASA DE GOBIERNO

Palabras del Gobernador Kicillof durante el acto por el Día del Maestro y la Maestra

Lunes 9 de Septiembre 2024

Buenas tardes a todos y a todas.

La verdad que, Alberto [Alberto Sileoni, director general de Cultura y Educación], de nuevo un acto emotivo. Hablar después de Alberto me resulta complicado porque, toca —creo que en todos los que lo escuchamos— una fibra que tiene que ver no solo con la descripción, con la explicación, con los anuncios, sino con una verdadera sensibilidad que está ausente muchas veces en el discurso público sobre la escuela, sobre el sistema educativo bonaerense.

Sin embargo, cuando uno recorre —como lo hacemos los intendentes que están acá, como lo hacemos con los funcionarios que están acá, como lo hace Alberto y todo el Ministerio— los pueblos de la provincia de Buenos Aires, cuando uno va desde grandes ciudades, desde conglomerados urbanos enormes a pequeños pueblitos —a veces en lugares recónditos de la Provincia, en todos sus rincones— percibe y siente que todo ese ataque a la escuela pública, que se lleva adelante por un sector hace muchísimo tiempo, pero que ahora es parte del discurso oficial del Gobierno nacional, ataque que pretende desprestigiarla, que pretende ponerla en contra de la sociedad, que pretende enemistar con los alumnos, con las alumnas y con las familias, ese ataque, déjenme decirlo así, es un diagnóstico y un resultado, pero también un manifiesto.

Ese ataque a la escuela pública fracasó. Fracasó porque por más que señalen, insistan, ataquen, mientan, insulten, la verdad es que, en cada pueblo de la provincia de Buenos Aires, entre las instituciones, entre los espacios, los lugares más queridos, más necesitados, siempre, siempre, está la escuela pública.

Así como nosotros hablamos mucho de producción, de empleo, de salud, cuando atacan a la escuela pública saben lo que hacen porque atacan la columna vertebral de la sociedad bonaerense. Atacan lo que representa un espacio de solidaridad —como dice Alberto— un espacio de paz, un espacio de diálogo, de comprensión, de concordia.

Por supuesto que pueden pasarse mostrando un defecto, un problema y hasta algo atroz porque con la inmensidad que tiene nuestro sistema educativo, siempre hay algo para mostrar, pero la verdad es que lo que no muestran es la cotidiana tarea diaria que hacen nuestros maestros y maestras. Hoy no solo venimos a celebrarlos en su día, sino que venimos también a poner en valor y cuando hablo no hablo como gobierno, hablo en nombre del pueblo de la provincia de Buenos Aires. Gracias.

Es una tarea muchas veces realizada en contextos y en situaciones de adversidad, eso también se pasa por alto. Se le exige al sistema educativo, se le exige a la enseñanza que sea perfecta o que sea excelente en el marco de situaciones sociales, económicas que distan mucho de serlo. Evidentemente, en la escuela se reflejan, y a veces hacen síntoma, muchas de esas cuestiones que circulan en la sociedad, de manera invisible, y aparecen y se manifiestan en la escuela. Por eso, creo que cuando atacan a los y las docentes, cuando atacan al sistema educativo, entre otras cosas es desde la absoluta ignorancia de lo que ocurre y de lo que se experimenta día con día en la escuela bonaerense.

Es mucho, porque uno recuerda esos discursos en los que pretendían reemplazar a los docentes por voluntarios, como si su tarea fuera solamente estar ahí parado, tocando el timbre o en la cabecera de un aula. Y otras veces los escuchamos decir que al docente y a la docente de la provincia de Buenos Aires —del país, en realidad— debemos buscarlo en la falta de vocación, en la falta de interés, como que es por descarte; eso lo hemos escuchado también. Es decir que estamos ante ataques muy violentos a la escuela pública, que pretenden convertirse en sentido común, que pretenden —a fuerza de repetición y a fuerza de complicidades y silencios— convertirse en una especie de sentido común, donde quede claro para el conjunto de la sociedad que lo que anda mal, que lo peor que tenemos es la educación pública

Y la verdad es que esos discursos se chocan con algo que va más allá de las estadísticas, más allá de las anécdotas, más allá, incluso, de la experiencia personal, familiar y cotidiana, que es que nuestro pueblo, que nuestra sociedad, que los 17 millones de bonaerenses saben que necesitan a la escuela pública y saben que cuentan con la escuela pública de la Provincia de Buenos Aires. Nuestra Provincia ama la educación pública.

Por eso digo que estas campañas mentirosas, violentas, no las podemos contrarrestar con una defensa de la educación pública que sea acrítica. A mí me parece que más allá de que a veces es tanta la virulencia y tanto el odio, que uno queda en el lugar de la mera defensa, de la simple defensa, ¿no? Es decir, ellos dicen que es lo peor, nosotros decimos que está muy bien, y ahí estamos de trinchera a trinchera. Me parece que en esa discusión se corre el riesgo de caer en una trampa. Se corre el riesgo, de alguna manera, de darles argumentos que no deberían tener. Por eso cuando uno cuenta qué hicimos en estos casi 5 años en Educación, en materia de educación en la Provincia de Buenos Aires, siempre me gusta distinguir dos elementos, que en realidad son inseparables, en la acción y en la práctica, pero que analíticamente y así, conceptualmente, uno podría separar.

Cuando nosotros recibimos la Provincia de Buenos Aires, su sistema educativo había sido víctima de un ajuste tanto en lo salarial, a todos sus trabajadores y trabajadoras, en lo sindical, en materia de derechos, de persecución gremial, pero además en lo edilicio, en su infraestructura, en sus recursos educativos, en sus presupuestos de todo tipo, en sus materiales, en la formación. Es decir, que veníamos de 4 años de fuerte retroceso y duro ataque contra la escuela pública.

Por lo tanto, nuestra primera tarea consistía en reconstruir lo que se había destruido y esa reconstrucción incluía, por supuesto, abordar con un programa que hoy puebla toda la provincia de Buenos Aires: el Escuelas a la Obra; abordar la puesta en valor, a veces la reconstrucción completa. Fueron 400 edificios que tuvimos que cerrar para volver a abrir porque se estaban cayendo a cachos. Pero, además, en muchas escuelas había riesgo de vida, por las instalaciones de gas, por las instalaciones eléctricas en mal estado, por la mampostería.

Siempre lo dijimos, veníamos de una etapa donde se cerraron escuelas —escuelas rurales, escuelas de Delta—, así que la reconstrucción se trataba de algo, no solo necesario, sino urgente. [Tuvimos que] hacer una enorme inversión en materia edilicia en las escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Siempre lo cuento porque alguno todavía no me cree: cuando dimos la instrucción de arreglar las escuelas que estaban rotas, que estaban mal, el primer problema que nos encontramos es que no había un registro. No había un inventario, no había una relación de la situación edilicia, de los 12.000 edificios escolares de la Provincia. Es decir, que teníamos que arreglar algo que el sistema mismo ignoraba y desconocía.

Y uno se pregunta, ¿cómo puede ser que un sistema educativo como el bonaerense no lleva registro de la situación edilicia de sus escuelas? Y bueno, cómo no, si la derecha, el neoliberalismo, no pensaba invertir y arreglarlas, por supuesto que prefería no conocer ni siquiera y no registrar la situación que había. O sea, que largamos con un programa de reconstrucción de las escuelas, de su infraestructura, el Escuelas a la Obra, que partió de un censo, no de las personas, [sino] de los edificios.

Ese censo nos permitió, por primera vez, tener una mirada panorámica de dónde había que hacer la inversión y en qué situación estábamos. A eso me refiero con reconstrucción: recuperación salarial, que vuelvan los libros, que vuelvan las computadoras, pero también reconstrucción de los edificios de la Provincia. Una inversión —dicen las estadísticas— sin precedentes.

Hoy tenemos concluidas 7.500 obras en las escuelas de la Provincia de Buenos Aires. 7.500 obras y se ven en toda la provincia. Y falta. Por supuesto que falta; a veces no se cobra dimensión de lo que es el sistema educativo bonaerense.

A veces escucho, desde la ciudad de Buenos Aires, decir “porque las escuelas…”, [y] son 3 millones de habitantes. Nosotros tenemos casi el doble de pibes y pibas en la escuela todas las mañanas, que todos los habitantes de todas las edades de la Ciudad de Buenos Aires. Y no es por una cuestión de comparar o de reducir lo que ocurre allí. Lo que quiero decir es que la dimensión es fabulosa. Es enorme nuestro sistema educativo y teníamos que reconstruirlo.

Tenemos obras, nuevas aulas que a mí me llenan de orgullo, porque tuvimos dos años de pandemia, con lo cual nuestro plan original de construcción de escuelas se iba a ver necesariamente demorado, porque las obras en general no pudieron llevarse adelante durante la pandemia y, sin embargo, en sólo dos años inauguramos más de 200 nuevas escuelas, más de 200 nuevos edificios escolares. Y, después, con el cambio de gobierno, el recorte, la obra pública cero, el ajuste de todo tipo, en estos días llegamos a la escuela número 230 en la provincia de Buenos Aires. Lo cual habla de este proceso de reconstrucción.

Hacer una nueva escuela, arreglar un edificio, es mucho. Recuperación salarial, regularización de la planta, trabajo con la orientación en todas las escuelas de la Provincia de Buenos Aires. Es decir, que ha sido un trabajo realmente muy fuerte el de reconstrucción, pero yo siempre distingo el elemento que tiene nuestra política de reconstrucción y otra parte, que tiene que ver con la transformación. Y que tiene que ver con que nosotros estamos convencidos de que para defender a la escuela pública en la provincia de Buenos Aires no alcanza con decir “ustedes dicen que es horrible y nosotros decimos que está bien”. Es mucho más que eso; hay que hacer un diagnóstico, hay que conocerla, hay que caminarla, hay que escuchar, hay que hacer participar a la comunidad educativa, hay que poner a todos, democráticamente, a pensar y a trabajar para transformarla. Querer la educación pública de la provincia de Buenos Aires es mejorarla y transformarla en su esencia, en su fondo. Y eso es mucho más complejo, mucho más arduo y, probablemente, lleve más tiempo.

Recién estaba contando Alberto que tenemos —después de mucha discusión participativa— ya implementado y en desarrollo un nuevo régimen en las escuelas secundarias. Tenemos, también, una nueva currícula en la escuela inicial. Estamos trabajando en los modos de aprendizaje de lectoescritura, estamos trabajando con la integración entre nuestro sistema educativo y el sistema productivo de la provincia de Buenos Aires. Estamos trabajando en las escuelas técnicas, estamos trabajando en la formación docente. Es una batería de transformaciones profundas cuyos frutos vamos a poder ver con el tiempo.

Yo creo que es importante, es central, que este trabajo que estamos haciendo, que es un trabajo que rompe este dispositivo de la derecha de desfinanciar la educación pública y luego diagnosticar que no anda, ¿para qué? Para cerrarla y destruirla.

Nuestra tarea, nuestra dedicación tiene que estar puesta en incrementar la inversión permanentemente, y, al mismo tiempo, ampliar el alcance de la escuela pública. Pero todo el tiempo en un trabajo de crítica, de autocrítica, de análisis y de discusión, estar llevando adelante su transformación. Lo repito porque es así: proteger, cuidar a la escuela pública es transformarla y mejorarla.

En eso quiero agregar que esa transformación tiene que tener y cumplir con dos parámetros. En primer lugar, la transformación no puede ser impuesta. No puede provenir ni de un laboratorio, ni de una torre de marfil, ni de un conjunto de tecnócratas, ni de un conjunto de técnicos. La transformación de la escuela bonaerense tiene que ser una elaboración colectiva, tiene que ser un trabajo participativo, tiene que ser el fruto de un diagnóstico de aquellos y aquellas que conocen a la escuela y que quieren a la escuela. Y eso implica que toda la comunidad educativa, que todos nuestros docentes, nuestras docentes, auxiliares, directivos, inspectores, el Ministerio, nosotros, que somos funcionarios, todos trabajemos en conjunto para darle forma a esa transformación.

Y lo voy a decir de nuevo: planificar una transformación desde afuera va a llevarnos siempre al error. La única transformación que sirve es la que es desde adentro, porque no se puede transformar lo que no se conoce y no se puede transformar lo que no se ama.

En ese sentido, hoy estamos celebrando a los maestros y a las maestras de la provincia de Buenos Aires. Creo que siempre es un día importante, pero este año y en esta etapa es un día especial también, porque el discurso de ajustar, de achicar, de destruir, de dinamitar, de romper, un discurso de violencia, un discurso prácticamente de aniquilación es el que impera a nivel de las autoridades del Estado nacional. Por eso, vale la pena recordar que cuando dicen que van a destruir el Estado —y uno tiene, a veces, la impresión de que cuando dicen “el Estado”, se le figura al que escucha una suerte de animal mitológico, de bicho extraño, inexistente, una cuestión ontológica, filosófica— a mí a veces me gusta decir, cuando estamos inaugurando una escuela, cuando recorremos nuestro sistema educativo, cuando vemos a los pibes y a las pibas jugar, lo que creemos profundamente, que es que el Estado, que algunos quieren destruir, es cada una de las 22.000 escuelas de la provincia de Buenos Aires. No es algo que flota en el aire o en la imaginación.

Y cuando hablan de echar, de expulsar, de reducir plantillas, cuando se agarran con los empleados públicos que a veces generan y quieren generar como la idea de un privilegio, o la idea de un enemigo, me da ganas de invitarlos a los que reproducen esos discursos, y hasta los que lo escuchan, a que nos acompañen algún día a los que estamos acá, y a muchos más, a pisar el territorio de la escuela bonaerense. Porque lo que a veces denostan, como los trabajadores y las trabajadoras del Estado, los empleados públicos, que hay que achicar, que hay que echar, que son privilegiados, no son ni más ni menos que los y las 400.000 docentes, que dan clase todos los santos días, que cuidan, que acompañan, que educan, que enseñan en la escuela bonaerense.

Son los médicos y las médicas, son los enfermeros y las enfermeras, son los y las auxiliares, son los y las policías. Esos son, en la provincia de Buenos Aires, los famosos empleados públicos. Son trabajadores y trabajadoras del Estado provincial, que a veces en condiciones muy complicadas y con sueldos muy por debajo de lo que merecen, llevan su vocación y su esfuerzo a los pibes y las pibas de la Provincia.

Así que hoy —y para terminar— quiero hacer dos anuncios. El primer anuncio lo hago en un contexto donde nos han parado, nos han detenido, nos han suspendido 1.000 obras del Gobierno nacional en el territorio de la provincia. 80 de esas escuelas en construcción [están] hoy paradas. Por eso, en la Provincia de Buenos Aires entendemos que nuestra convicción, pero también el mandato que tenemos es otro; por eso vengo a anunciar que acabamos de firmar la construcción de 19 nuevos edificios escolares, en 11 municipios de la provincia de Buenos Aires. Pero, además, tengo otro anuncio para nosotros muy esperado, en el que venimos trabajando hace años y creemos que es, también, una transformación esencial. Tiene que ver con el nivel inicial: de los 230 edificios que inauguramos, 106 son jardines de infantes.

Sobre el cambio del diseño de la currícula en el nivel inicial, que ahora agregamos lo de los jardines maternales, quiero decir que hay casi 1.000 jardines que se benefician con la expansión de la jornada en una hora más y, a veces, doble jornada. Pero lo que vengo a anunciar hoy es algo que consiste, en términos políticos, por eso acá nos acompaña el presidente de la Cámara de Diputados de la Provincia de Buenos Aires, de la Legislatura [Enrique Alejandro Dichiara]. Gracias, Langa.

Tiene que ver con algo muy esperado. El último censo del año 2022 marcó en el país una tasa de asistencia a la educación inicial de los 3 años, de un 64 por ciento en el país. Es decir, un 64 por ciento de los pibes y las pibas de 3 años asisten a la escuela, al jardín. En la Provincia de Buenos Aires la cobertura es mayor: un 74 por ciento. Eso era en el 2022; lo que vengo a anunciar hoy es que hemos resuelto enviar un proyecto de ley para hacer obligatoria en la provincia de Buenos Aires a la sala de 3 años. Lo que nos va a permitir consolidar el ciclo educativo, extender el derecho a la educación y, quién les dice, que al final de este año no estemos superando ya el 80 por ciento de cobertura.

Creo que no hay mejor manera de celebrar el Día del Maestro y la Maestra que anunciando más escuelas y extendiendo el ciclo educativo hasta los 3 años.

Feliz día. Muchas gracias. ¡Viva la educación pública!