Buenos días a todos y a todas. Muchas gracias a las Madres de Plaza de Mayo por acompañarme hoy, por haberme invitado, Carmen, Pina. La verdad es que estar en este edificio, estar en este salón, en este escenario, me resulta un poco difícil porque, obviamente, creo que soy parte de una enormidad, de una multitud de millones y millones que extrañamos a Hebe.
A pesar de eso, y a pesar de tratarse también este de un encuentro, un acto, un momento para compartir con compañeros y compañeras, voy a tratar de atenerme un poco a la invitación y hacer un simulacro, digamos, de clase pública. O sea, que me traje algunas ideas para compartir con ustedes, que sería la exposición que quiero hacer, que, obviamente, tiene que ver con dos elementos, con dos cuestiones que me parece que confluyen en la situación de la Universidad de las Madres. Y que permiten hablar —como recién les decía a los estudiantes, a las estudiantes organizados de acá de la Universidad— de una suerte de ícono, además de un símbolo, que representa la Universidad de las Madres, y que está bajo ataque.
Uno puede interiorizarse sobre la situación actual, sobre las peripecias jurídicas, sobre las cuestiones legales, sobre los presupuestos, o también conocer —como lo hemos hecho todos— los embates de las fuerzas policiales, de las fuerzas represivas, pero la verdad es que no es ninguna sorpresa que entre los objetivos más apetecibles de un Gobierno como el que tenemos hoy [a nivel nacional], se va a encontrar la Universidad de las Madres de Plaza de Mayo. No debería sorprendernos. Lo cual no perdona, por supuesto, ni pasa por alto el atropello, sino simplemente permite hacer un análisis de lo que está pasando puntualmente en esta situación, de sus causas, que además es un poco el objetivo de esta charla: las causas de este ataque y los motivos profundos.
La verdad es que se remontan a épocas históricas de la Argentina, con lo cual, si uno tuviera que explicar por qué hoy, en septiembre del año 2024, hay una embestida de un gobierno como el de Milei contra la Universidad de Las Madres, debería hacer un repaso muchísimo más extenso del que voy a hacer, acerca de lo que representa esta Universidad. Y eso es lo primero que quiero decir, porque además de los recuerdos y de la pena enorme por la pérdida de Hebe y que venir acá siempre tienen esa carga, en parte aliviada por la presencia de las compañeras, pero bueno, que es una ausencia enorme, se agrega a esta situación personal, a lo que siento y a lo que me pasa hoy, que yo además fui docente de la Universidad de las Madres.
Tratábamos de recordar o de reconstruir el año, viniendo para acá, buscaba y no lo encontré exacto. Pero yo creo que fueron dos años aproximadamente de haber dado clases en la Universidad y creo que en el año 2007; es decir que yo todavía ni siquiera había comenzado el recorrido como funcionario en el gobierno de Cristina y tenía que ver con que, justamente, de lo que pienso hablar hoy: lo que para mí representaba y representa la Universidad de Las Madres.
Voy a empezar por uno de los elementos que confluye y que sobredetermina el ataque del Gobierno [nacional] a esta Universidad. A esta Universidad, en la que no doy clases hace tiempo, pero me siento parte y me siento docente. Así que yo también pasé por esas aulas y estuve en este edificio. Me acuerdo que venía tarde a la noche. Una experiencia no sólo importante para mí, sino también fundacional de la Universidad. Y después siguió siendo docente Cristian Girard, con quien estábamos juntos, pero después yo —por motivos conocidos— no tuve tiempo para seguir con toda la docencia. En aquel momento era docente de varias universidades, de la Universidad de las Madres, de la Universidad de Quilmes, me parece, de la Universidad de General Sarmiento y, por supuesto, de la Universidad de Buenos Aires.
El primer elemento del que quiero hablar es del ataque que trasciende y engloba a lo que pasa acá, en la Universidad de Las Madres, que es el ataque de este Gobierno a la universidad pública en general. Es decir, que se ataca a la Universidad de las Madres, entre otras cosas, porque es una universidad pública y esto hay que decirlo con todas las letras para que quede claro, porque a veces en esas tareas de desinformación, de falsas noticias para sembrar confusión y entonces aprovechar eso para generar debilidad o dudas, yo quiero decir que la Universidad de Las Madres es hoy una universidad nacional pública, que defienden la misma entidad que las restantes universidades nacionales de la Argentina.
Es decir, que no es que están atacando a este edificio solamente, a nuestra historia, adonde funciona la Universidad de las Madres, [sino que] están atacando a una universidad pública del sistema universitario nacional, que por ley, como otra tantas, es una de las nuevas universidades que se han aprobado. Y, en ese sentido, como hacen cada vez que llevan adelante y perpetran estas barbaridades, también hay que plantearlo. Hay excusas, [como por ejemplo] que si se cumplió o no con el proceso normalizador, puede haber tecnicismos y todo tipo de inventos, pero la verdad es que la acción del Gobierno sobre la Universidad de las Madres —y hay que partir de ahí— además de ser aberrante, además de estar determinada por las anteojeras ideológicas que utilizan y por el proyecto político que encarnan, además de todo eso, es absolutamente ilegal.
Así que los que están luchando por esto, sepan que no solo los acompañamos nosotros, sino que tienen razón y los acompaña la ley. Los que están cometiendo un delito tratando de ahorcar, de ahogar, de desfinanciar a una universidad pública son ellos. Y entonces hace falta ponerlo en esta perspectiva de la universidad pública, porque si bien estamos ante un gobierno que cada día nos sorprende con adversarios o enemigos nuevos a los que insulta, o persigue, o maltrata, los va creando, ¿no? Incluso con sorpresas, algunos que son artistas populares, científicos, comunicadores, incluso comunicadores del campo político al que ellos pertenecen. Permanentemente ese discurso de la violencia. Alguien por ahí hablaba del virus, así que aprovecho porque lo hice por escrito ayer por la tarde, por la noche, a través de un pequeño documento sobre el… Me sale decir el tuit pero no es el problema que sea un tuit, porque ese es el medio que usa, pero son palabras, son ideas, son agresiones muy violentas del presidente de la Nación. No le baja el precio que lo haga por Twitter.
El vídeo que sacó ayer es absolutamente impropio de un presidente de la Nación, es un acto de agresión y de violencia que hay que condenar, y que además no debemos naturalizar. Eso era precisamente lo primero que decía, por la enorme, la amplia gama de agresiones que perpetra diariamente, a veces pareciera que genera un efecto de saturación donde uno no sabe por dónde responder.
Me hace acordar al gobierno de Macri, ¿no? O a algún funcionario del gobierno de Macri que contaba esto como una estrategia. Es una estrategia de la derecha, esto de tirar perdigonadas a diferentes sectores y estar permanentemente corriendo el foco o, para decirlo así, pasar de una agresión y de un escándalo al otro con tal velocidad que a veces parece que uno se va perdiendo, pierde el hilo, y cuando está por contestar algunas de las agresiones, ya surgieron una o dos nuevas, con lo cual se pierde volumen a veces. Pero yo creo que lo que pasó ayer, ese vídeo que sacó ayer, que consiste en tratar de virus, catalogar de virus a la principal oposición que tienen. Entonces uno puede mirar las cuestiones específicas, históricamente determinadas, la situación nacional y la coyuntura, pero creo que hay que mirarlo dentro de un panorama más amplio.
Es un presidente que, en el marco de la democracia, ha decidido comparar a su principal oposición con una enfermedad contagiosa. Y la verdad es que eso es espantoso, es catastrófico que nos esté pasando eso en el marco de la democracia argentina. Obviamente, es expresivo de otras tantas situaciones, pero me parecía importante condenar esa agresión en particular porque hay bastantes ejemplos históricos lamentables, y también muy penosos y muy tristes, donde alguna autoridad pública empezó a tratar de enfermedad a los que se oponen, no ya a decir que están equivocados, no decir que no están de acuerdo, ni siquiera que son tal cosa, tal otra, sino decir que es una enfermedad contagiosa.
Así que, yo hablaba ayer del virus del odio que está tratando de poner Milei, después vamos viendo las conclusiones que trae esto, y las consecuencias. Ayer, por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires desbaratamos en Bahía Blanca una banda que tenía bombas preparadas y armadas, cuatro artefactos explosivos armados, y que ya había hecho algunos atentados en un local de La Cámpora, pero también a una dirigente de Bahía Blanca, a una dirigente de pueblos originarios. También hay un funcionario de la Provincia, del sistema de salud de la Provincia. Ayer desbaratamos una banda y otra banda neonazi.
Es imposible, muy necio o muy negador, no encontrar conexión entre que desde las más altas autoridades estén permanentemente predicando el odio y utilizando la violencia verbal, y que después haya expresiones de ese tipo. Así que creo que el anticuerpo contra todo ese odio y toda esa violencia tiene un nombre, que también ellos denigran, que es la militancia, es la organización y la militancia. Uno tiene una responsabilidad, por supuesto, y tiene un cargo y un lugar institucional, pero la respuesta a esto es organizarse y militar de forma pacífica, respetuosa.
Los que llevamos adelante la tradición histórica del peronismo hemos sido sometidos muchísimas veces a violencia y persecución, y hemos aprendido. Y el mejor ejemplo son las Madres, los organismos, las Abuelas de Plaza Mayo, que a la violencia no le podemos responder con violencia.
Así que, vamos sobre el tema de la universidad pública. ¿Por qué este gobierno se ensaña con la universidad pública? ¿Por qué tanto enojo? Aparece como un problema presupuestario, pero no lo es. El costo de la universidad pública en la Argentina, incluso de su sistema científico-tecnológico, la verdad es que no amerita tanta energía puesta ahí y, sin embargo, este gobierno se la ha agarrado con las universidades como, recordemos, lo hicieron todas las experiencias de la derecha en el poder, de las que tenemos memoria. Todas, todas han combatido a la universidad pública argentina.
Es decir, que hay en la universidad algo, para ellos, tremendamente supongo que peligroso. La universidad pública, gratuita, democrática, con autonomía, autónoma, con cogobierno. Hay algo que ven muy peligroso, porque de hecho pasa, y ocurre hoy también, con la ciencia y la tecnología, con el CONICET, se le agarran con renglones del presupuesto que no tienen realmente ninguna significación económica, en términos del ajuste que vendría a ser la causa que los lleva ahí, así que evidentemente hay otros motivos.
Cuando uno observa la universidad pública en la Argentina y mira su historia y su formación, que viene desde la época previa a la formación nacional, pero cuando uno mira su historia, su evolución, la evolución de la universidad pública, ve que hay varios elementos que evidentemente la ponen, por su mera existencia, en la vereda contraria de todo proyecto de la derecha nacional e internacional.
Que en la Argentina haya una universidad pública, gratuita, masiva, es algo que los irrita, les molesta, porque la universidad pública en la Argentina encarna una trayectoria, una tradición, que está en los antípodas de lo que ellos quieren hacer, de su proyecto de país. Ese es el problema central: que haya universidad, que haya una universidad fuerte, que haya una universidad abierta, que haya una universidad que llegue a tantos lugares y con tanta potencia. Es más, lo que más les molesta —me parece a mí— es que la universidad pública argentina, aún en momentos de desprestigio institucional masivo, es una de las instituciones más prestigiosas que tenemos, a lo largo de los tiempos.
Entonces, creo que hay un ataque que tiene especial inquina con la universidad, precisamente por lo que es, pero también por lo que representa, también por lo que significa en varios campos. Así que quiero hablar de lo que representa la universidad pública argentina. Y primero dejar en claro esto: no es común, no es normal, es una excepcionalidad.
Nuestra universidad es una excepcionalidad. No es que no haya otros países de la región o del mundo que tengan un sistema universitario público, pero la envergadura, el prestigio, el reconocimiento, los resultados que tiene la universidad pública y gratuita de la Argentina, es algo que no se ve, yo diría, prácticamente en ningún lado de Latinoamérica y ni siquiera en países desarrollados. Es una particularidad, es característico de la Argentina, es marca registrada de la Argentina, o de una Argentina que tenemos y que se ha construido. La universidad pública, la universidad democrática, la universidad autónoma, nació además en un proceso histórico que, para mí, también les inocula ese odio y ese enojo por la universidad pública.
Porque en la creación de la universidad pública argentina, que viene en sus orígenes de las universidades de épocas remotas, pero tiene dos hitos centrales, me animo a decir tres hitos centrales que la caracterizan y que la hacen tan especial. El primero tiene que ver con un movimiento político asociado, también, a una fuerza, en aquel entonces claramente, estos días los hemos visto a algunos de sus exponentes manteniendo comidas en lugares y momentos inadecuados, ¿no? Un asado en Olivos para festejar que estaban hambreando y reprimiendo a los jubilados y las jubiladas. La verdad que muy triste derrotero, pero para un sector de esta fuerza política. Pero tiene que ver con el surgimiento, la universidad pública, de una fuerza que en aquel momento, claramente, tenía una impronta nacional y popular, que fue el radicalismo en la época de Yrigoyen.
Y yo creo que eso hay que recordarlo, porque a veces uno pierde la dimensión de lo que fue la reforma universitaria en la Argentina. Yo siempre lo comento porque a mí me llamó muchísimo la atención la Reforma del 18, que tiene epicentro, o que tiene su manifestación más importante en Córdoba, pero que abarca toda la universidad pública argentina y que empieza a contagiarse al resto del continente, la Reforma Universitaria argentina, genuinamente argentina, desconocida en otros lugares del mundo, pero que además tiene un poder expansivo que llega también a los países desarrollados.
A mí siempre me llamó la atención. Tenía un librito que me había dejado mi papá, que era de Mayo del 68, del Mayo Francés, de lo que ocurrió en Francia en el año 1968. Hubo, ustedes saben, un proceso de luchas callejeras con involucramiento muy importante de estudiantes y de la comunidad universitaria de aquel momento. Y se caracterizó por algunos paredones pintados, por pintadas, entre tantas otras cosas, por supuesto, que dejó ese legado que eran bastante novedosas, llamativas y disruptivas. Y una de las pintadas que había, reivindicaba en Mayo del 68, en París, Francia, la Reforma Universitaria del 18 que había ocurrido 50 años antes en la República Argentina.
Por eso digo, la Reforma Universitaria también es algo específico y particular que ocurrió en la Argentina. ¿Y de qué se trató esa reforma universitaria, como uno de los hitos de la formación de la universidad pública que tenemos hoy? Los estudiantes pedían que la universidad se democratizara, para decirlo en términos modernos. Estaban en contra de una estructura universitaria que ellos —en el Manifiesto Liminar, famoso, que fue el movimiento con el que se inicia la Reforma— decían que era una universidad monárquica y monástica. ¿Qué querían decir básicamente? Que era una universidad cuyos planes de estudio, cuyo plantel docente, las carreras, la orientación, la formación estaba dictada por un gobierno absolutamente autoritario y cerrado, vinculado además a elementos religiosos.
Entonces pedían la reforma, ¿qué pedían? Un cambio en los planes de estudio, eso para empezar. En segundo lugar, pedían una democratización de los claustros universitarios. Básicamente el ser docente universitario era un tema hereditario, o era un tema que se resolvía de manera elitista y totalmente autoritaria. Entonces no podían acceder docentes, no se podía discutir lo que se enseñaba y no se podía discutir mientras se enseñaba. O sea, era una universidad absolutamente, de una estructura absolutamente cerrada y autoritaria. Y ustedes saben que eso hoy, el resultado de la Reforma, el resultado de la Reforma del 18 lo conocemos como uno de los grandes principios particulares, peculiares de la universidad argentina, uno o dos: la autonomía universitaria, es decir, que la universidad tenga autonomía, en aquel momento no era tanto del gobierno, era del sistema eclesiástico.
Pero que tenga autonomía, es decir, que la universidad se dirija a sí misma, qué se estudia, cómo se estudia, qué se investiga, cómo se investiga lo resuelva la propia universidad. Autonomía y cogobierno. Es decir, que los estudiantes, pero que también los docentes, fuera de las autoridades máximas, puedan participar del diseño de los currículos, pero también de la vida propia de la universidad.
Autonomía y cogobierno, dos elementos centrales de la universidad pública argentina, son producto de una reforma; la llamamos hoy reforma. Pero cuando uno lee el Manifiesto Liminar y cuando uno recorre la historia de la Reforma, está dudando sobre el término, porque, ¿qué es lo que hicieron? Tiraron al rector por la ventana, literal. Es decir, los estudiantes se alzaron contra esa estructura que no podían modificar y la revolucionaron. Entonces ese es un hito, y tuvo un resultado, que marca las características particulares que tiene la universidad argentina.
¿Y con qué tuvo que ver? Bueno, con el radicalismo de aquel entonces, es decir, un movimiento que tenía una orientación nacional y popular y democrática, porque Yrigoyen es producto del voto universal, o universal a medias, se llamaba universal pero no incluía ni a las mujeres, era más bien limitado, era más bien un voto calificado, pero mucho menos que lo que estaba acostumbrado a tener el sistema político argentino en ese momento. Se hace la Ley Sáenz Peña, se modifica el modo de votar, gana Yrigoyen, y junto con Yrigoyen viene también la Reforma de la Universidad.
Una universidad que no se adecuaba —y acá hay una pista interesante para lo que quiero decir—, el problema que tenía más allá de la clarividencia, la comprensión de los estudiantes que dieron esa pelea, o la situación particular que ocurría en la universidad argentina y cordobesa en particular en aquel momento, porque ya teníamos una Universidad de Buenos Aires también, y ahí quiero dar un dato que me parece importante. La Universidad de Buenos Aires, la Universidad Nacional de Buenos Aires es, originalmente, la Universidad de la provincia de Buenos Aires. Pero había universidades provinciales, por eso la Reforma del 18 expresa una inadecuación entre determinada formación, determinada institución, determinado formato, y lo que estaba ocurriendo en la sociedad, en el país, en la historia.
Esa universidad escolástica en sus fundamentos, poco abierta, poco afín a las nuevas disciplinas científicas, a los nuevos conocimientos, no se adecuaba a la situación que estaba viviendo el país, como no se adecuaba tampoco el sistema político conservador previo a la llegada de Yrigoyen. Eso estuvo asociado, obviamente, con una apertura democrática, con un cambio, esto a nivel gobierno y a nivel universidad, con un cambio en la estructura productiva argentina. Podemos decir un montón de cosas, pero se lo entiende, en general, como el acceso de sectores profesionales, sectores medios, a la representación política, a la vida política argentina, al poder y a la universidad. Porque era una universidad que era elitista, cerrada, enseñaba cuestiones que eran anacrónicas y entonces no representaba las necesidades, los anhelos, la vocación y tampoco la necesidad de la Argentina de ese entonces. Entonces se revoluciona la universidad.
Entonces, un hito de la universidad pública: la Reforma del 18. ¿Qué problema le quedó a la universidad después de la enorme transformación que tuvo con la Reforma del 18? Después de haberse abierto, después de haberse integrado a los conocimientos modernos, después de haber permitido que un sector social, llamémoslo los sectores medios, pudieran acceder a la universidad y al gobierno de la universidad, ¿qué es lo que le faltaba? Y bueno, adecuarse a una nueva transformación que iba a tener la Argentina después, que era la irrupción de otro actor político.
Si uno tuviera que ponerlo así, simplificando, caricaturizando, la Reforma del 18 expresa el acceso de los sectores medios al diseño de la universidad argentina y también a la formación universitaria. Pero ¿qué faltó, que faltaba para que sea la universidad que tenemos hoy? Bueno, que se adecuara a otra transformación histórica que vino después, que tuvo también que ver con un actor político que se había quedado afuera de la universidad pese a la modificaciones que había tenido, que era la clase trabajadora, que eran los sectores populares.
¿Por qué no podía acceder a la universidad el laburante, el hijo del trabajador? Porque era una universidad que tenía examen de ingreso, por supuesto, y arancel también. O sea, había una barrera económica, había un obstáculo que impedía que los sectores vinculados a la clase trabajadora argentina, a la misma clase trabajadora, tuvieran acceso a la universidad. Así que faltaba un paso para que la universidad sea la universidad de la que hablaba yo recién, que tanto orgullo nos da, que tan importante y distinta es a la que hay en otros países del mundo. Faltaba que entraran los trabajadores a la universidad, los trabajadores, los hijos de trabajadores. Y para eso, uno de los obstáculos principales era el arancel. Así que yo creo que el segundo hito histórico que vivió la universidad pública argentina, es la gratuidad y esa se la debemos al movimiento histórico que representa Perón.
Es impresionante, y yo creo que para ellos es indignante y una aberración, pero se ve en esos mismos años, cuando en el 49 Perón dicta la gratuidad de los estudios universitarios, quita todo arancel, hay inmediatamente un salto impresionante en la matrícula universitaria. Es decir que, efectivamente, había un dique, había una barrera, había un obstáculo diseñado para impedir que los trabajadores y las trabajadoras pudieran acceder a la universidad.
El tercer momento histórico del que quiero hablar, que tiene que ver con este proceso, es cuando se le quita el monopolio, se le quita el monopolio de la existencia y de la ubicación de la universidad a los grandes centros urbanos de la Argentina. Porque hay un obstáculo para llegar a la universidad, bueno, hay muchos, porque aún siendo gratuita, todo el mundo sabe que estudiar no es gratis, aunque no esté el arancel como un pago particular. Después hay un montón de inversiones asociadas a que un pibe o una piba pueda ir a la universidad que siguen pesando como un límite, como una limitación, aún con la gratuidad.
Ya si hay arancel es imposible, pero no habiéndolo también es una una enorme limitación que hace que muchos que pibes y pibas, aún con la gratuidad, no accedan a la universidad. Pero uno de esos elementos es la distancia, por supuesto. La distancia significa no sólo dinero, significa también tiempo, un esfuerzo adicional, lo vemos hoy en la provincia de Buenos Aires, en todo el territorio de la provincia de Buenos Aires.
Pero había ahí una dificultad que, aún en el conurbano bonaerense, aún en el Gran Buenos Aires, había muchos jóvenes que no podían acceder a la universidad, o que de hecho no accedían, simplemente porque había que venir a estudiar a la Ciudad de Buenos Aires y no todos podían sostener ese ritmo, ese costo,esa permanencia y entonces se quedaban afuera de la universidad, no porque hubiera un arancel, sino porque quedaba lejos. Y es un hecho también constatable, no es una especulación. Pibes y pibas con voluntad, con vocación, con deseo de estudiar en la universidad, con familias dispuestas, pero que les quedaba lejos, se le hacía difícil y, finalmente, estaban sometidos a situaciones a veces económicas, a veces vitales, pero que terminaban quedándose afuera de la formación universitaria.
Por eso yo creo que el tercer gran hito de apertura y democratización de la universidad tiene que ver con la apertura de muchísimas universidades, creo que inicialmente fueron 17 nuevas universidades que estaban localizadas en el Gran Buenos Aires muchas de ellas, otras en otros lugares del país, pero distantes de los grandes centros urbanos, que permitieron y le abrieron la puerta del conocimiento, de la formación universitaria, a miles y miles de pibes y pibas, que si no hubieran tenido la universidad cerca, no hubieran podido ir aún teniendo ganas de hacerlo, o sus familias de sostenerlo y solventarlo para que lo puedan hacer.
O sea, que el tercer gran hito que para mí determina las particularidades y, la verdad, el enojo que les da la mera existencia de la Universidad Pública Argentina tiene que ver con Néstor y Cristina. Y este proceso que también es de apertura y democratización, pero es un proceso enormemente sensible al problema de la desigualdad y la desigualdad realmente existente, no las teóricas y estadísticas, sino la realmente existente. Nosotros, a la escala que se puede y desde el Gobierno provincial, seguimos en ese camino. Por ejemplo, en este tiempo, en estos cuatro años anteriores, nos hemos dedicado, no a abrir nuevas universidades porque tenemos, si no me equivoco, 27 universidades en el territorio bonaerense. 2 de ellas provinciales, 25 universidades nacionales, que tienen sede en el territorio de la provincia de Buenos Aires.
Pero en los pueblos del interior de la provincia de Buenos Aires, la Provincia tiene 17 millones de habitantes, es muy conocida la densidad poblacional que tiene el conurbano bonaerense, el Gran Buenos Aires. Ahí viven, trabajan, se educan 13 millones de personas. Pero el resto de la provincia de Buenos Aires, el conocido como interior de la provincia de Buenos Aires, tiene 4 millones de habitantes. Yo a veces lo digo porque no queda claro, es muy importante el Conurbano y el Gran Buenos Aires, pero si no existiera el conurbano y el Gran Buenos Aires, aún así la provincia de Buenos Aires sería la provincia más grande en Argentina con 4 millones de habitantes.
Entonces, ¿qué es lo que estamos haciendo? Bueno, llevándole la universidad a pueblos más pequeños, a localidades más chiquitas de todo el interior, a través de centros universitarios. Ya tenemos 51 centros universitarios. Y creanme, es un modo muy perverso y espantoso de la discriminación, esto de que haya universidad pero, aunque tengas vocación, voluntad y ganas, no puedas ir porque vivis lejos, porque está lejos, o porque tenés que abandonar la vida que llevabas, la comunidad, la familia para cursar estudios universitarios en una ciudad que queda lejos. Por eso, esto de los centros, del programa Puentes. Hoy está abriendo una jornada en Mar del Plata del programa Puentes. Ha sido una política para llevarle la universidad más cerca a regiones de la Provincia que estaba con esta dificultad, y ha tenido como resultado miles y miles de pibas y pibes que querían pero no podían ir a la universidad si no contaban con un Estado de presente.
Porque ese es finalmente el gran problema, te habla de la libertad: “hace lo que quieras”, pero después te encontrás con una dificultad, hacé lo que quieras si tenes la guita. Si no tenés la guita, no podés hacer absolutamente nada. Así que eso no se llama libertad, eso se llama libertad de comprar, de vender. Y, finalmente, se llama riqueza y poder adquisitivo. Para los ricos todos, para el resto nada. Esa es la libertad que quieren vender.
Entonces, la Universidad Pública Argentina autónoma, democrática. Autónoma quiere decir con pensamiento propio no condicionado. A veces dicen “bueno, tiene que ser autónoma”. Tengo mucho para hablar de esta idea de la autonomía, porque a veces hay una autonomía abstracta que resulta bastante inconducente. No quiere decir que sea autónoma, por ejemplo, para empezar, para que quede claro, de la sociedad de la que forma parte. No puede ser una universidad autónoma en el sentido de dislocada, disgregada y separada de las problemáticas de la sociedad en la que vive. En eso, las universidades del conurbano han dado un ejemplo enorme.
¿Se acuerdan cuando el que era presidente de la Nación, Mauricio Macri decía “no entiendo para qué abrieron tantas universidades en el conurbano”? Después, Vidal decía “no, al final los hijos de los pobres, de los sectores populares no van a la universidad”. Mentira. Lo decía en el Rotary Club pensando que no la escuchaba nadie. Pero fue una ventanita a lo que realmente pensaban, porque en ese momento estaban diciendo que defendían la universidad pública, al mismo tiempo que la desfinanciaban. Ahora, la distancia con lo obsceno que es lo que se está diciendo desde el Gobierno hoy con respecto a las universidades, pone esto en un degradé que simplemente lo que nos muestra es que era un paso previo a la construcción. No que entonces eso era bueno porque no es tan malo como lo de hoy, sino que han sido pasos y etapas en la construcción de una demonización de la universidad pública por parte de estos sectores y por parte de estos proyectos.
¿Y por qué la demonizan? Porque es pública, porque es autónoma, porque es cogobernada, porque es democrática, porque es gratuita. Y yo creo que la demonizan también porque les debe dar íntimamente una bronca enorme que es una universidad prestigiosa y de excelencia. Por eso Milei, cuando lo dejan escribir, se pone en la solapa de un libro que es graduado de la Universidad de Buenos Aires. Porque también le debe dar mucha bronca, que sea como tantas otras cosas, el producto de una política pública sostenida durante tanto tiempo y que ande bien, que haya premios Nobell que salieron de la Universidad Pública Argentina, que el CONICET, el INTA, el INTI, pero también la agencia, que todas las instituciones del sistema de investigación científica de la Argentina sean tan conocidas y tan reconocidas. Y la verdad es que son directas refutaciones sencillas, transparentes, visibles, prácticas, reales y existentes de todas las boludeces que dicen.
Por eso le debe dar tanta bronca ver que eso es en realidad lo que ellos anhelan, lo que envidian. Así que hay un elemento que es el ataque a la universidad pública. Porque, recorriendo muy velozmente etapas históricas de conformación de la Universidad Pública Argentina con sus particularidades, también quiero decir algo. La universidad pública, gratuita, masiva y de calidad, así como su mera existencia refuta a todo su discurso, porque, incluso, sin desmedro y sin atacar nada, pero bueno, cuando uno mira los rankings y todo, la universidad pública está encima de todo lo demás que existe. Incluso de prestigio mundial y con respecto a Latinoamérica. Eso es lo que quieren destruir. O sea que hoy con la Universidad tienen ese problema, están intentando destruir algo que visiblemente podríamos decir es mejorable, sí, pero anda muy bien. Y yo creo que la quieren destruir lo más rápidamente que puedan porque anda bien, no por lo que anda mal y podrían mejorar, sino porque anda bien y eso es un espejo donde ven el espanto que nos proponen.
Esto tiene la importancia también de que la Reforma del 18 es una transformación de la universidad que ocurre en determinado momento histórico, vinculado a una situación que tiene que ver con el estado de la matriz productiva de la Argentina, de sus fuerzas sociales, de sus fuerzas políticas, de su representatividad. Es decir, que la universidad está históricamente determinada, no flota en el aire. Así como podríamos decir que quienes están en la universidad no están ni en la torre de marfil, con esto que hablaba yo de la autonomía. No es eso, sino que está determinada, condicionada y forma parte de un determinado país. Entonces, lo que pasó es que la universidad tal como existía era inadecuada y anacrónica con respecto a la situación histórica, a la situación socioeconómica, a la inserción productiva y a la organización que tenía a nivel político el país cuando ocurre la Reforma del 18. Ni hablar, otro tanto, cuando se da gratuidad y ni hablar también en la década ganada. Ni hablar.
Pero acá viene la otra cuestión a la que me quiero referir. Esa universidad pública, autónoma, masiva, cogobernada, gratuita, de calidad, corresponde a determinado proyecto de país y a determinado país. Entonces, yo creo que está la cuestión del espanto que les debe dar a ellos que exista una universidad como la argentina, que no tiene nada que ver con el país que ellos quieren, y que es más bien lo contrario, pero también y, sobre todo, tiene que ver con que universidad pública, gratuita, cogobernada, masiva y de calidad, se corresponde con un país que esté en el camino, que esté en la vida, que tenga incluso el proyecto, que exprese y que represente la posibilidad de un mayor desarrollo, de una mayor inclusión. Así que, como digo una cosa digo la otra, cuando la universidad no se correspondió en la forma, el formato de la universidad, con la situación histórica del país, cambió la universidad.
Y entonces me parece que ahora están tratando de adecuar el sistema universitario argentino al país que ellos quieren, y ahí es donde está la incompatibilidad. Esto es lo que dicen “cómo y para qué”, porque en un país como el que ellos quieren es cierto que una universidad que investigue, que busque la innovación científico tecnológica, que busque y proteja la soberanía científica de la Argentina, una universidad que tenga pensamiento crítico… Porque a veces parece que lo que estamos defendiendo es que puede hacer inventos, patentar cosas, entonces que es mera y principalmente las ciencias exactas y naturales, las que tienen aplicaciones en campos comerciales e industriales. Y no es eso exclusivamente lo que estamos defendiendo, y me parece que a eso hay que marcarlo con mucha claridad.
Es importantísimo, y habla de la potencialidad del país, de su independencia, de su capacidad productiva y de su desarrollo. Por supuesto que todo eso es verdad, pero también es cierto —y hay que dejarlo muy claro— que una de las cuestiones más disruptivas y algo de lo que más molesta de la Universidad Argentina a la derecha es que tiene pensamiento crítico. A ellos les gustaría que la historia del país se escriba, probablemente, desde una ONG financiada desde el extranjero, pero la historia de nuestro país, el arte de nuestro país, la literatura de nuestro país, las ciencias sociales, lo que tiene que ver con la filosofía, lo que tiene que ver con las llamadas ciencias sociales, humanas, humanas para ser más claro, es fundamental.
Porque, ¿cómo un pueblo no va a tener el artefacto, el aparato, el medio y la capacidad de pensarse a sí mismo?. Y eso no es sólo la universidad, no es sólo lo que ocurre en la universidad pública, pero tiene mucho que ver con lo que ocurre en la universidad pública. ¿Quién cuenta lo que pasa acá? ¿Quién valora nuestras creaciones artísticas, literarias? Porque hay una posibilidad que lo haga sólo el mercado, y hay una posibilidad de que nuestro pensamiento en materia de ciencias sociales, humanas, en materia de historia, de filosofía, de ciencia política, de sociología sea simplemente aplicar pensamiento extranjero, pensamiento importado, doctrinas ajenas que no se condicen ni con las necesidades de nuestro pueblo, ni con la historia argentina, ni con el pensamiento nacional.
Bueno, como la universidad pública es refugio, es cuna del pensamiento nacional también, ahí hay algo que destruir: el pensamiento crítico, el pensamiento independiente, el pensamiento que no está condicionado por financiamientos, por poderes económicos. Y lo quiero decir, también, porque si no pareciera, que puede seguir la universidad pública, pero solamente si está en un tubo de ensayo, termina en un engranaje o es un software para un teléfono celular.
Y yo creo que hay un elemento que no hay que dejar pasar con la importancia que tienen las ciencias exactas, naturales, las ingenierías, sus aplicaciones… Cuando nosotros defendemos la Universidad Pública Argentina estamos defendiendo un instrumento para el desarrollo y la inclusión. Y lo hacemos cuando alguien viene con un proyecto que contempla la pérdida de soberanía, la venta del patrimonio nacional, la colonización cultural e histórica, cuando ese proyecto lo que pretende es que seamos simplemente un reservorio de materias primas que vengan a buscar, desde países extranjeros, empresas transnacionales para llevarlas sin dejar nada acá y, además, sin que le pongamos nada tampoco.
Tener materias primas valiosas es un resorte importantísimo para la riqueza nacional, en tanto y en cuanto no seamos víctimas de un saqueo. Porque lo mismo podríamos decir de un país donde hay diamantes, y ya hemos visto lo que ocurrió con los trabajadores y las trabajadoras de los países que tenían esas riquezas, y sigue ocurriendo. Entonces acá no es solamente tener recursos naturales, sino poner esos recursos naturales al servicio del desarrollo nacional, al servicio de la inclusión social. Yo creo que por eso les molesta tanto que hayamos recuperado YPF para el pueblo argentino.
Entonces,se enojan con la universidad y la quieren destruir, a la universidad pública argentina, porque representa, no sólo como producto de una trayectoria y de una acumulación histórica del pueblo argentino, un instrumento, nosotros decimos de progreso individual, de progreso social, de mejora en las condiciones de vida de quién va a la universidad. Y esto es algo que me encanta, cada vez que uno habla de la universidad, cuando hubo que defender a la universidad, a la Universidad Pública Argentina, no es que salieron a la calle solamente los estudiantes porque están ahí y los docentes y auxiliares, la comunidad educativa o la comunidad universitaria —y que tomen nota de esto— salió todo el pueblo argentino a defender a la universidad pública. Por lo que representa, por lo que expresa y por lo que es y por cómo retrocedería nuestro país si la perdemos. Entonces, la Universidad de las Madres. ¿Por qué tanto encono? Y, porque forma parte de este sistema universitario argentino que está bajo ataque, y que está en riesgo y en peligro.
Pero decía yo, está sobredeterminado el ataque a la Universidad de las Madres, porque también expresa, representa, es un ícono, no sólo de la universidad pública, sino también de la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia. Imagínense las ganas que le tienen. Imagínense, pensarán “dos pájaros de un tiro”.
Quiero remarcar esto porque le da otra dimensión a la lucha que está llevando adelante la universidad: porque se vuelve un símbolo y una expresión, no sólo de la defensa de la universidad argentina, de su sistema universitario, sino que también se vuelve un ícono, una representación y un símbolo de la defensa de la lucha por los derechos humanos que se lleva adelante.
Y claro, estar en la mira ¿nos debería asustar, nos debería amedrentar? Yo creo que lo contrario, porque si una de las marchas más grandes de la que haya memoria es la que ocurrió en abril de este año para defender a la universidad, también fue histórica la que ocurrió el 24 de marzo para defender a los derechos humanos, la Memoria, la Verdad y la Justicia. Y todo eso condensado hoy en esta universidad.
Por eso, compañeros, compañeras, creo que tenemos que hacer un trabajo. Le pedí a Cristina que contara un poco la situación judicial, porque también cae sobre la universidad todo un manto que intentan tender de desprestigio, intento de demostrar que hay algo que no andaba, que está mal, que está mal administrado, que era un desastre. Bueno, está bajo una campaña de desprestigio, está bajo una campaña de estigmatización. Ahora, ¿yo qué es lo que digo? Que, en este sentido, así como hablé de por qué el ataque tan duro, tan fuerte, de por qué la agresión, la violencia contra la Universidad Pública Argentina. Porque uno diría, ¿por qué se la agarran con alguna de las tradiciones, algunos de los elementos más prestigiosos, no?
Porque cuando uno, todavía hoy, hace una encuesta y dice “bueno, atacaron durante el gobierno de Macri y Vidal a la universidad, a los científicos, a que estudian cualquier cosa, a que no tienen los resultados, a que son planeros, a que son casta”. Y uno ve hoy las encuestas, por lo que valen, pero ve las encuestas y preguntan “¿Cuáles son las instituciones que nuestra sociedad más quiere, más reconoce, más defiende?” Y están ahí los científicos, los académicos, los docentes. Por eso, ahí corremos un riesgo, pensar que como producto y fruto de estas campañas de saturación a nivel mediático, a nivel simbólico, a nivel comunicacional, como ellos dicen e insisten, y de pronto lo toman como si ya se hubiera establecido, como si ya estuviera instalado y como si fuera verdad y siguen hablando desde ahí y lo dan por hecho. Bueno, ya todos sabemos que las universidades argentinas son un desastre.
Entonces, ¿qué riesgo corremos? Corremos el riesgo de creernos que esas campañas son tan fuertes y poderosas como ellos creen que son. Porque ellos mismos se lo creen. Porque dicen: “Bueno, ya está demostrado que las universidades públicas hay que arancelarlas, hay que cerrarlas, que no tiene que haber laboratorios, que no tiene que haber científicos, que los científicos tienen que lavar los platos”, como decía Cavallo. ¿Qué riesgo tenemos? Que esas campañas orquestadas, muy intensas, masivas, que llevan a ellos mismos a creerse las mentiras que dicen, terminen empañando nuestra visión o haciéndonos bajar los brazos. Por eso yo digo que acá hay una cuestión que me parece que termina siendo un saldo del gobierno de Macri y Vidal.
El gobierno de Macri y Vidal llegó como una aplanadora, se iban a quedar 20 años. Ya está, no vuelven más. Y con sus campañas y con los trolls, en ese momento no eran de este Santi Caputo, eran de Marcos Peña. Bueno, atención, atención, porque lo más peligroso que tenemos ante estos fenómenos, ante estos intentos, es nosotros mismos caer en esa trampa, y creer que ha cambiado de pronto la sensibilidad de un pueblo, que ahora no le importa que apaleen a jubilados, que gaseen a pibitas de 10 años o que por los altos y bajos de la organización popular, por situaciones hasta anímicas, creamos que esto ha calado tan hondo que ahora nuestra sociedad ya no quiere a su universidad, ya no le importa la Memoria, la Verdad y la Justicia, le da lo mismo que vayan a visitar represores o no. Y por lo menos lo que a mí me deja la experiencia histórica es que estas olas de opinión que se intentan instalar, después se les caen como un piano. Y en la cabeza.
Y que sobre todo es una responsabilidad de la dirigencia y de la militancia no caer presos de estas enormes y gigantescas operaciones. Porque, decía, el riego más grande es que nos lo creamos nosotros, y que entonces como resultado de eso, porque tal vez en algún momento la sociedad está con la cabeza en otra, o preocupada porque no le alcanza para el día siguiente y entonces no acompaña, o porque nosotros no damos con las formas organizativas, con las propuestas y las convocatorias, que consigan alojar esos sentimientos, esas convicciones. Bueno, por lo que sea, porque vemos algún episodio y entonces digamos “bueno, listo, ya está, entonces se acabó”.
Quiero y vengo a decirles hoy que la Universidad de las Madres representa lo mejor de la tradición democrática, nacional, popular argentina. Representa la universidad pública, representa la lucha por los derechos humanos. Así que compañeros y compañeras, a no bajar los brazos, a no dejarse cooptar por el desencanto, por la decepción, por el malestar, o por la tristeza. Hay que seguir luchando, hay que mantener viva la llama, esa que nos ha legado Hebe, Madres, Abuelas, organismos luchadores por los derechos humanos, un pueblo entero que está dispuesto y comprometido con defender a la universidad pública, a la Memoria, la Verdad y la Justicia, y este exponente que tenemos que es para nosotros un emblema que es la universidad de las Madres de Plaza de Mayo.
Muchísimas gracias.