¡Qué lindo estar acá! Gracias, intendente Franco Flexas. Gracias a todos los compañeros y compañeras, a los intendentes y las intendentas, que nos acompañan. Y a todos los vecinos y a las vecinas de Los Toldos, de Viamonte. Hoy vivimos momentos donde todo toma otra dimensión emocional. Hoy, finalmente, estamos en una estructura de ladrillo, cemento, vidrios, metal, estamos haciendo algo que tiene que ver con un trabajo que nos propusimos en el Gobierno de la Provincia desde el principio, que habíamos imaginado.
Yo le asigno una especial importancia a estas Casas de la Provincia de Buenos Aires por su carácter innovador. Por supuesto, uno puede decir que se inaugura una política que antes no existía y está esa frase de Evita, “donde hay una necesidad, nace un derecho”. Hoy es cuestionada hasta por el presidente de la Nación, y diría que cuestionada de manera internacional por una derecha, una ultraderecha. En nuestro país a Milei se le dice libertario, anarcocapitalista, austríaco, pero cuando hablan de él en los diarios extranjeros, como Wall Street Journal, El País y el New York Times, lo llaman “el gobierno de ultraderecha de Milei”.
Acá parece que hay una especie de negación de lo que está ocurriendo, porque cuando se habla de gobiernos de ultraderecha, uno ya se empieza a imaginar cosas, como las que están ocurriendo en otros lugares del mundo. Y acá parece que nos imaginamos con Milei a un youtuber, o un influencer, un standapero o un consultor. Y no logramos todavía enhebrarlo dentro de una saga, de una secuencia de gobiernos que, a nivel internacional, están teniendo determinadas políticas vinculadas con un programa geopolítico mundial.
Nos gusta pensar, a veces —y creo que porque alivia—, a Milei como una anomalía argentina. Sin embargo, me parece que es el contexto internacional lo que le da potencia a Milei, por eso lo hemos visto más viajar por el mundo que gobernar en el país. Creo que tiene que ver con eso. Y, por eso, digo que acá se manifiesta, también, la dimensión internacional y la geopolítica, y tal vez la dimensión histórica que tiene ese fenómeno en la Argentina. Parece que Milei tiene varios primos y parientes en el extranjero, que le dan un poco más de volumen y más sustancia que la que tiene acá cuando uno escucha sus exabruptos y sus equivocaciones. Una canciller que dice “todos los chinos son iguales”. Y a uno le gustaría pensar que se trata de un fenómeno folclórico argentino, casi un episodio extraño de la historia, pero me parece que representa mucho más.
Por eso yo quiero hablar de una Evita sin frontera, de esa Evita que recorrió también Europa en aquel momento, y de gobiernos —más allá de las particularidades del peronismo— que reivindicaban el papel del Estado con diferentes matices, que reivindicaban en la posguerra un Estado de Bienestar, una política social, un Estado que venía a garantizar determinados derechos y una reconstrucción del mundo después del horror de la guerra.
Yo venía a decir que cuando hay una necesidad, nace un derecho. Pero a veces, para darte cuenta de que tenés una necesidad, tenés que permitirte darte cuenta. Se trata de “permitirse soñar”’. Hay una frase también que me gusta mucho: “Nunca los pueblos sueñan con determinados objetivos y realizaciones que están más allá de su alcance”. Porque también los sueños se producen socialmente. Entonces los sueños tienen una determinación, además de la individual, social e histórica. En ese sentido, creo que no se trata con las Casas de la Provincia de Buenos Aires, salvando todas las distancias, de haber soñado con ponerlas porque era algo simpático, novedoso, original. A veces la originalidad por sí es espantosa.
Proponer dinamitar o destruir el Estado, o decir que es una organización criminal, es original, no se había dicho, pero no se había dicho porque es espantoso y es horripilante. Así que no alcanza con la originalidad. Creo que tiene que tener un basamento, un fundamento y un por qué y un para qué. Estas Casas de la Provincia de Buenos Aires tienen que ver con algo que forma parte estructuralmente de nuestro programa de gobierno. ¿Vieron que nosotros tenemos planes quinquenales? Hablar de un Estado que planifica no estaba de moda cuando asumimos, está menos ahora de moda. Pero tener planes quinquenales significa proponerse una transformación profunda, difícil, y una perseverancia en las políticas. Fíjense que estamos inaugurando estas Casas de la Provincia en el segundo mandato. Lo habíamos planificado al principio, implicaba hasta una concepción arquitectónica. En esta Casa de la Provincia de Viamonte, más allá de que todo es muy bonito y muy moderno, está el tercer ascensor que hay en el distrito. Pero en Lavalle, era el segundo ascensor el de la Casa de la Provincia.
Miren cuánto tardan en llegar determinadas cosas a nuestro interior profundo. Para tener ascensor también hay que ser consciente de que hay gente que no puede utilizar la escalera y que, entonces, se trata de una cuestión de garantizar el acceso a una parte de nuestra sociedad que tiene capacidades especiales, discapacidades o determinados impedimentos en la motricidad que hacen que sin ascensor se quede afuera.
Esto es así, pero es más que eso. La fachada de la Casa de la Provincia tiene un semblante, no sé cómo se dirá arquitectónicamente parecido al de la Casa de Gobierno en la ciudad de La Plata. Distinto, más moderno, pero tiene una arquitectura como de otra época. La idea era esa. ¿Por qué? Por la necesidad que se vive acá en Los Toldos, y que se vive en todo el interior: que esté presente el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires.
Y aunque no vengo acá a hablar de Vidal ni de Macri, estoy un poco obligado. Ese fue un gobierno que no gobernó desde la Casa de Gobierno en la capital de la Provincia. Era un gobierno ausente. Así lo llamaba en aquella época. Hay una diferencia con el de Milei de ahora, que es un gobierno desertor. Pero en ese momento se pretendió gobernar a la Provincia desde la Capital Federal, ni siquiera desde la capital de la Provincia, pero era lo mismo.
¿Cuál era el problema para mí, Franco? Que nuestra provincia tiene una dimensión, una extensión considerable, 300.000 kilómetros cuadrados. Algo que se puede ver también en sus divisiones políticas, en sus 135 municipios. Tiene 17 millones de habitantes distribuidos en toda su superficie. Y el problema era, como bien decía Franco, que la capital de la Provincia les queda muy lejos. Pero también lo que queda lejos no es sólo la capital política y administrativa sino también muchas más cosas. A veces les quedan lejos los estudios universitarios.
Nosotros tenemos, actuando en la provincia de Buenos Aires, 25 universidades nacionales y, sin embargo, hay quienes a los que, por vivir en algunas zonas, localidades, o algunos municipios distantes, les queda lejos la universidad. Pero a veces les queda lejos el mercado donde colocan su producto, la industria que elabora su materia prima. Entonces tenemos este tipo de situaciones donde hay regiones ganaderas en las que no hay frigoríficos; o regiones lecheras en las que sus habitantes, para poder consumir la leche que se produce en la localidad, tienen que ir hasta Rodríguez, a La Serenísima, y después volver. Entonces, cuando se paga la leche que se produce en la localidad, es más cara de consumir en algún centro urbano concentrado porque no se paga sólo la leche, o el plástico, el sachet, o todo lo que eso involucra la pasteurización y la elaboración, se paga además el combustible. Se paga el gasoil de llevar y traer esa producción para procesarla.
Entonces, ¿cuál era el problema, para decirlo sintéticamente? Que hay muchas cosas que en el interior de la provincia de Buenos Aires terminan quedando muy lejos. Se genera mucha riqueza, se produce, se labura, pero hay cosas que quedan lejos. Y eso tiene un efecto directo, que tiene que ver con la migración y el desarraigo. Pero otro efecto indirecto, que es un subproducto de lo otro, la identidad bonaerense. Si está tan lejos y todo queda tan lejos, después… “corazón que no ve, corazón que no siente”. Y peor, ojos que no ven, corazón que no siente. Te queda más lejos y es peor, no podes ver, experimentar ni vivir. Ni compartir. Ni pertenecer. Entonces corríamos un riesgo, que para mí estaba muy avanzado, por experiencias de gobierno de la provincia de Buenos Aires con insuficiente vocación federal. Un federalismo que ahora sentimos que falta a nivel nacional. Faltó muchas veces, pero que ahora falta con deliberación y con saña.
Entonces, lo que creo que viene a paliar, a contribuir, a reducir en sus efectos la Casa de la Provincia de Buenos Aires es precisamente que en el interior de la provincia las cosas empiecen a quedar más cerca. Y eso no es un problema de dónde naciste o de nuestra geografía. Es un problema de la política, de la decisión política de los gobiernos. Y por eso cuando a mí me dice un intendente, o un vecino, “vos ya viniste dos, tres, cuatro, cinco veces”... Obviamente, una visita del gobernador, o —como lo hacemos permanentemente— de sus ministros, no sustituye la lejanía o la falta de política, pero la indica, la muestra y permite construir las bases por una provincia —en términos de Evita— más equitativa, más igual.
No se trata solamente de condición económica, porque tal vez hay mucha riqueza, ni siquiera de distribución del ingreso; se trata de distribución del acceso, de distribución de los derechos, de distribución de una igualdad que va más a lo profundo y más allá de cuestiones económicas, que es sentirse mirado, cuidado, incluido por un gobierno provincial, con las herramientas que tengamos.
Por eso, es una batería de políticas, porque hacía falta crear una política pública destinada a descentralizar algunas funciones del Gobierno provincial. Descentralizarlas desde el punto de vista general; centralizarlas en cada uno de los distritos. Y esto creo que es una de las claves de la política que venimos desarrollando durante estos cuatro años. Y que tiene varias muestras y varios programas, que tienen que ver con los caminos rurales. Por primera vez en la historia de la provincia de Buenos Aires, el Gobierno provincial, hasta donde puede y de manera liminar, empieza a invertir en los caminos rurales. Porque había una ley no escrita: que los caminos de tierra son de los intendentes y los caminos de asfalto son de la Nación o de la Provincia.
Pero así como a nosotros a veces no nos da el cuero para atender toda esta red caminera, a los intendentes tampoco. Por más que hagan bien las cosas con respecto al modo en el que se administra la red caminera de cada uno de los distritos, hay veces que son miles de kilómetros que hay que atender y que con las finanzas municipales no alcanza. Entonces ahí, está el Gobierno de la Provincia.
El programa Puentes pone centros universitarios en los municipios de la provincia de Buenos Aires. Ya tenemos 59 centros universitarios donde la Provincia aporta, el municipio aporta, no todas las carreras ni de todas las universidades, pero esto permite poder estudiar en el lugar en el que se nació. Probablemente, educación inicial, primaria, secundaria, y acá va un rengloncito para Milei: la universidad pública y gratuita también es un derecho. Así que tiene que llegar a toda la Provincia. Pero, claro, ese es nuestro granito de arena a esa marcha universitaria, porque si vos pensás que la universidad está pero no vas a poder llegar nunca, tampoco la defendés. Es lo que decía al principio, hay que conocerlo, verlo, experimentarlo y hay que poder acceder para después defenderlo. Así se conquistó, así hay que defenderlo.
Entonces, en esta situación, también hay frigoríficos municipales. Estamos haciendo 18 frigoríficos municipales para que se pueda procesar. Y la Casa de la Provincia es un poco una expresión sintética, material, arquitectónica de esta intención, de esta vocación de un Gobierno de la Provincia donde había una vieja discusión, que para mí también estaba bastante mal encaminada, acerca de la autonomía municipal. Es una discusión importante, que creo que hay que tener, pero que para mí está mal encaminada y mal planteada. ¿Por qué? Porque lleva a una confusión.
Hoy estamos en una disputa con el Gobierno nacional, no porque yo piense distinto que Milei, o porque Milei se pelee conmigo, o me agreda, o me imite, o discuta con mi fake. No es por eso que estamos en una disputa. Estamos en una disputa porque Milei le declaró la guerra al federalismo. Y entonces no es contra la provincia de Buenos Aires específicamente. Tal vez es más contra la provincia de Buenos Aires porque, en dimensión y proporción, es el 40 por ciento del país. Así que tiene un protagonismo natural, más allá de su gobernador, o del partido político, o de los resultados electorales.
Me decía alguien que Milei está enojado con nuestra provincia porque ganó en casi todas las provincias y acá no. Que no se enoje el presidente con nuestra provincia porque votamos otra cosa. Pensamos otra cosa y eso es democrático. No es un tema para andar pataleando, denostando, ni para castigar a nadie. Es muy feo castigar a una provincia porque votó distinto, o porque le votó en contra. Es muy feo. Pero, fuera de eso, creo que está peleándose con el federalismo porque tiene una idea de cómo se produce, cómo se distribuye y cómo se apropia la riqueza que es muy distinta a la que necesita la provincia de Buenos Aires. Y esta Casa de la Provincia no está hecha para eso pero es, en el subtexto, una discusión con la idea de Milei.
Nosotros no creemos que tengamos que dejar que a la riqueza la distribuya simplemente lo privado, el mercado, porque el mercado y lo privado, con todo lo que tienen de bueno, tienden naturalmente a la concentración. La competencia no siempre es un espacio de reglas de caballeros o de damas, sino que tiene mucho de ley de la selva a nivel privado. Y vemos a nivel mundial que la riqueza, con las reglas del mercado, se ha concentrado muchísimo. Nosotros lo observamos y le contestamos con Evita. ¿Qué contesta Evita a esto? Todo bien con ese mecanismo, con ese proceso, pero también hay un pueblo que tiene necesidades y si hay necesidades, es una obligación del gobierno ocuparse de eso. La salud, la educación, la comida, la vivienda, los remedios tienen que ser para todos. Y a veces eso implica, como bien decía Cristina, dar ciertas batallas, dar ciertas discusiones, enfrentarse a los poderes. Los que hacemos política en esa línea no le tenemos miedo. Así que vamos a seguir dando estas batallas. Y acá estamos, llevando un poco más de justicia social al interior de la Provincia.
Así que yo le quiero agradecer al intendente, al Concejo Deliberante y a todo el municipio, porque cuando estábamos viendo dónde íbamos a instalar la Casa de la Provincia había que hacerlo en conjunto con los municipios. Hubo algunas resistencias al principio, y acá fuimos bienvenidos para traer esta Casa de la Provincia. Porque se comprendió bien que esto no era para un gobernador o para la grieta, que esto era para los vecinos y las vecinas que ahora tienen el IPS, IOMA y este Registro de las Personas, mucho más lindo, mucho más accesible, con mejores condiciones de trabajo.Hay 70 municipios que van a tener, lo antes que podamos, a pesar de que nos recorten los fondos, una Casa de la Provincia como esta, para disfrutar y para compartir.
Muchísimas gracias.