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MINISTERIO DE SEGURIDAD

Palabras del Gobernador Kicillof en la inauguración del edificio de la Subsecretaría de Promoción de la Salud Mental

Miércoles 25 de Septiembre 2024

Muchas gracias a todos y a todas. Gracias particularmente a Agustina [Agustina Baudino, subsecretaria de Promoción de la Salud Mental y el Bienestar Policial], a Juli [Julieta Calmels, subsecretaria de Salud Mental, Consumos Problemáticos y Violencias en el Ámbito de la Salud], a Javier [Javier Alonso, ministro de Seguridad]. A todos los presentes y a los profesionales que trabajan en este edificio.

Es una jornada histórica. Obviamente, cuando nosotros iniciamos la tarea de gobernar la provincia de Buenos Aires, era ministro Sergio [Sergio Berni] en aquel entonces, y Javier estaba en el equipo. El equipo continúa hoy encabezado por Javier, pero ante la policía, ante los efectivos que se estaban graduando yo decía que esperábamos tener, por supuesto, una policía más profesional, más eficiente, más equipada, mejor paga. Decía, también, más honesta, más honrada, pero también más humana. Y ese planteo se entendió en aquel momento, escuché comentarios, en términos del vínculo entre los efectivos, los agentes, la Policía de la Provincia como institución y cada uno de los individuos que la componen, y la comunidad y la sociedad. O sea que la humanización tenía que ser de la Policía para afuera y en su vínculo con el pueblo de la provincia de Buenos Aires.

Yo decía que la Policía había perdido, de alguna manera, nuestra policía, históricamente, un lugar de, a veces podríamos llamar de prestigio, que había una distancia entre la Policía de la Provincia y el pueblo de la Provincia. Y que había que marchar hacia una reconciliación, hacia un hermanamiento y que eso no debía ser tan difícil porque la Policía de la Provincia, con todo lo que esto significa, la Bonaerense, etcétera, no es más que un conjunto, un colectivo, de trabajadores y trabajadoras que son ciudadanos, habitantes de la provincia de Buenos Aires. Es decir, que no es tan difícil reconciliarse con un pueblo del que se es parte, pero que para eso había que torcer, romper y destruir algunas barreras simbólicas, históricas, culturales, cognitivas prácticamente, pero que en ese trabajo de humanización de la fuerza policial, cuya expresión final es volver a que haya una confianza mutua, que se lo vea como parte.

Obviamente, nosotros tenemos un pueblo que recurre a la Policía cuando tienen alguna dificultad, pero teníamos el problema de que esa Policía había perdido el prestigio y entonces se la denostaba todos los días hasta que se la necesitaba. Toda esa situación incómoda y compleja que fue producto de una construcción histórica que nos precede.

Para torcer esa situación, para mudarla había que hacer muchos esfuerzos. Entre otros, decía yo, que es paradójico: en general, los gobiernos más asociados con la derecha, con el neoliberalismo son los que más hablan del orden, de prestigiar a la Policía, pero son los que después, cuando les toca ejercer, —y pasó en la provincia de Buenos Aires— inician sus políticas de ajuste generales, y terminan afectando con más rigor al cuerpo policial.

Eso es algo muy llamativo que yo no dejo de destacarlo porque a alguno le puede llamar la atención. Fue presidente Mauricio Macri, en aquel momento, gobernadora María Eugenia Vidal, estaba Ritondo a cargo de la Policía. Gente que siempre tiene en la boca el discurso de la seguridad y todo lo que hay que hacer, y, después, cuando uno observaba lo que ocurrió en concreto en la Provincia de Buenos Aires, nuestra Policía provincial no tenía instrumentos de trabajo, no tenía equipamiento. Abastecíamos a los 100.000 agentes de policía y estos 307.000 kilómetros cuadrados con 790 patrulleros. Y son números objetivos. Después yo puedo decir o dar un diagnóstico mucho más sombrío y oscuro desde el punto de vista político, ideológico, pero vamos a los hechos, a los números y a lo objetivo: 790 patrulleros para toda la Policía de la Provincia de Buenos Aires.

[Cuando asumimos, encontramos] La mayor parte de los móviles con cientos de miles o un millón de kilómetros de recorrido, con lo cual [era] imposible exigirle a la Policía de la Provincia que dé respuesta si no tiene vehículos. Pero peor que eso: nos encontramos con que los chalecos antibalas estaban todos vencidos, destruidos… Yo veía en las comisarías desde el comienzo, que tenían que ir pasándose el chaleco porque no había disponibilidad de chalecos. No había municiones. Las armas estaban en pésimo estado. Las armas que tiene que emplear la Policía eran un peligro en sí, por la falta de reposición, pero también por la falta de mantenimiento permanente, por la falta de cuidado.

Todas expresiones, síntomas, dijo Javier, de un descuido de la propia Policía: sin patrulleros, sin chalecos, sin armamentos, sin munición, sin prácticas de tiro ni siquiera periódicas. Con lo cual, se recibía, como pasó en algún momento, salía a la calle vestido de policía y con la responsabilidad que eso significa, con los riesgos, con el peligro que atraviesan, con seis meses de preparación a veces. Y, luego, sin una periodicidad de prácticas y de acompañamiento en lo profesional tampoco. Así que ese era el estado de la Policía.

Y, lo que tal vez lo expresa mejor, y para que quede claro de una vez, los que se llenan la boca hablando de que hay que tener fuerzas de seguridad y que todo es la seguridad, le bajaron un 30 por ciento el sueldo a la Policía. Se lo bajaron a todos los trabajadores y las trabajadoras del Estado, con ese desprecio que vemos hoy por el empleado público, porque finalmente los agentes policiales son empleados públicos, como lo somos nosotros también, como lo son los trabajadores de la salud, los maestros y las maestras. Le bajaron el sueldo a todos los empleados públicos, pero a los que más se lo bajaron fue a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, que tenía desalineado su salario con las fuerzas federales, por ejemplo.

Entonces, en una misma esquina, y a veces en operativos conjuntos, trabajaban codo a codo Policía de la Provincia con Policía Federal, y los salarios [de la Federal eran] prácticamente el doble. O sea, una situación muy incómoda desde el punto de vista del sentido común, desde el punto de vista también de la máxima normativa que tenemos nosotros cuando uno se pone, a veces, tan riguroso en el cumplimiento de la normativa. Bueno, hay una normativa que involucra el funcionamiento del Estado, de la sociedad que es la Constitución Nacional, y dice: ”igual trabajo, igual remuneración”. Es incumplimiento de la Constitución Nacional, más claro que eso, imposible.

Entonces, nosotros empezamos un trabajo, planteamos desde el principio una tarea de reconstrucción de la Policía de la Provincia. De su vínculo con la comunidad, con el pueblo de la Provincia, pero también en su formación, en el equipamiento, en la cuestión de la tecnología y de otros elementos que nadie ve y nadie observa. Cómo funciona al interior desde el Ministerio la Policía de la Provincia de Buenos Aires. Una verdadera caja negra para el resto de la sociedad. Pero que se vive y se sufre y me involucro, obviamente de una manera ligera, pero me involucro, al interior del Gobierno de la Provincia donde estas cosas ocurren, pasan, todo el tiempo. Si hay un desprecio, desde el punto de vista presupuestario, si hay un desprecio desde el punto de vista del equipamiento, si hay un desprecio desde el punto de vista de la formación, no se puede congeniar esto con una enorme exigencia desde el punto de vista del desempeño. Y eso me parece claro, obvio y transparente.

La terrible paradoja es que los que generan estas situaciones son los que se llenan la boca hablando de lo importante que es el sistema de seguridad dentro de la sociedad. Entonces, creo que venimos en una tarea de reconstrucción que se viene llevando adelante y que tiene muchísimas derivaciones, muchísimos elementos, muchísimos componentes y este, probablemente, sea uno de los menos visibles para afuera porque tiene que ver con la convivencia cotidiana y tiene que ver con el cuidado de los que nos cuidan. Es importantísimo, lo comentaba recién Javier, nuestro ministro de Seguridad, quien tiene claramente esta mirada. La tiene también el jefe de la Policía. Pero consiste, justamente, en realizar inversiones también.

Además de esa mirada, tienen que estar los recursos, y tiene que estar la acción cotidiana, los programas y después, por supuesto, esto que vemos acá, que parece hoy moneda corriente, pero que era absolutamente impensado: la coordinación entre ministerios, la apertura de la información, de las miradas. Porque esto es algo también de las organizaciones tan jerárquicas, tan cerradas, y sometidas a tanta dificultad, a tanta exigencia, pero también a tanta violencia, como es el caso de la Policía. Bueno, se tiende a cerrar, a guardar y a esconder, entonces que haya una apertura, que haya una coordinación entre los ministerios —lo venimos haciendo en materia de tantísimos programas del Gobierno de la Provincia de Buenos Aires— yo creo que es un nivel todavía superior, una fase, una etapa superior que cada ministerio que ande bien coordine con los demás ministerios, y que mutuamente colaboren, cooperen, articulen.

Eso debería generar la tan famosa sinergia de la que tanto se habla, lo hablaban del gobierno anterior, de los retiros espirituales esos que hacían. Pero en la práctica nada, cero, negativo, y retroceso permanente.

El contraste hay que mostrarlo para valorizar lo que se está haciendo, especialmente en una etapa como la actual donde hay una diferencia tan clara de orientación y de mirada entre el Gobierno nacional y el Gobierno de la Provincia. Salta a la vista que estamos en veredas opuestas y vamos para el lado contrario, además, respecto a la mirada del Estado que tiene el Gobierno nacional. Imagínense que estamos hoy inaugurando un nuevo edificio, que es obra pública, que es denostada por el presidente de la Nación, quien se auto percibe como un topo que está destruyendo el Estado.

En la Provincia de Buenos Aires tenemos una realidad muy distinta, que no es sólo la que impulsamos desde nuestra perspectiva, sino que además es la voluntad del pueblo de la provincia de Buenos Aires porque fuimos a elecciones y creo que se discutió en estas elecciones si el próximo Gobierno de la Provincia tenía que destruir, achicar, restringir la acción del Estado o, por supuesto, mejorarla, pero al mismo tiempo ampliarla y tener más llegada. Esta mirada es la que predominó en ese ejercicio tan importante que tiene la democracia, que es cuando los pueblos eligen en las urnas.

Así que lo que estamos haciendo, además cuenta con la legitimidad, con una legitimidad que yo considero que hay que seguir marcando. No quiero dar ahora una discusión política, pero ayer escuchábamos al presidente de la Nación en las Naciones Unidas votando con Corea del Norte, y unos poquitos países, Rusia, todos países que odia. Algo raro le está pasando al presidente, no sé si del orden de lo que estamos tratando hoy en este edificio, pero de algún orden que habrá que comprender porque veíamos esta situación.

Yo creo que los discursos agresivos, violentos, de la máxima autoridad de los argentinos y las argentinas, obviamente, permea, llega y se transfiere a la sociedad en su conjunto, porque habilita y permite el insulto, la denigración a veces, la violencia verbal. Y esto cómo no va a estar admitido en una escuela o dentro de una institución policial o dónde sea si el presidente de la Nación la ejercita cotidianamente con cualquiera que no piense igual que él. Por eso uno trata a veces, hace esfuerzos muy grandes por no perder ni la compostura, ni el respeto, a veces ante tanta agresión y tanta confusión.

En ese sentido creo que es un momento histórico para la Policía. Obviamente, en momentos donde está tan difícil lo económico para los gobiernos, donde continuar con la obra pública, inaugurar un edificio y que ese edificio sea para la promoción de la salud mental y del bienestar policial, tiene significación, importancia y resalta en cualquier momento, en la historia misma de la institución policial y en nuestro Ministerio de Seguridad. Pero lo hace en contraste con la línea que se baja desde las más altas autoridades del Gobierno nacional.

Dicho esto, quiero volver sobre algo que forma parte de nuestro proyecto de transformación de la Policía de la Provincia. Hablaba recién de reconstrucción. No sé si las palabras son del todo adecuadas, por eso le doy una pequeña explicación. Yo hablo de reconstrucción cuando simplemente lo que había, y que en base a la desinversión, en base a veces a la falta de política, o las políticas inadecuadas, o al abandono y al ajuste, se fue rompiendo. Si nuestras comisarías están deterioradas, si el sueldo está destruído, si no hay equipamiento, a eso llamo reconstruir. Pero después es transformar, y transformar es cambiar el enfoque. Ahí me parece que es muy importante esta mirada novedosa y estos hitos. Yo digo histórico porque es un hito lo de hoy, pero como nosotros somos más de contar lo que hicimos, que de anunciar lo que vamos a hacer, creo que eso tiene que ver también con recuperar la confianza con la sociedad, la política del Gobierno, de la acción pública.

Estuvimos acostumbrados en otros momentos a gobiernos de mucho anuncio, de mucho marketing y poco resultado y poca realidad. Entonces, esto viene a ser una conclusión a un momento, a un mojón, dentro del proceso que se viene llevando adelante hace mucho tiempo. Pero está bueno ahora poder contarle a la sociedad, a la institución, al Ministerio, al Gobierno de la Provincia, al resto del gobierno, qué es lo que se viene haciendo.

Así que hay mucho de nuevo, pero, sobre todo, un cambio de paradigma: que dentro del Ministerio de Seguridad haya un interés y una prioridad sobre las cuestiones que tienen que ver simplemente, porque además está el tabú y está el miedo y está la mirada del otro sobre manifestar, darle algún nivel de conocimiento a los demás de situaciones de sufrimiento, de padecimiento que pasan los trabajadores y las trabajadoras del cuerpo policial. Es difícil. Prácticamente en cualquier ámbito no es fácil decir “estoy sufriendo”, “tengo dificultades”, “tengo problemas”. Yo he mirado y representado de afuera de la institución, debe serlo mucho más dentro de la institución policial. Por eso creo que se trata de romper un prejuicio, de romper una barrera que viene hacer juego con algo que está pasando en la sociedad en su conjunto.

Muchas hablaban de la pandemia, pero yo lo puedo narrar como algo que está ocurriendo en muchos ámbitos de nuestra sociedad, entre los pibes y las pibas, entre los y las jóvenes que antes era una vergüenza decir que estabas sufriendo, o era un problema personal, o después, el efecto que generaba manifestarlo y darlo a conocer era el inverso al que se buscaba. En lugar de conseguir ayuda había más aislamiento. Incluso, el hecho de encarar e involucrarse en algún tipo de tratamiento, o de acompañamiento era visto como “bueno, esta persona está loca, está mal, tiene problemas”. Esto pasa en una [escuela] secundaria de la provincia de Buenos Aires, eso pasaba usualmente. Dentro del cuerpo policial debe ser mucho más difícil, más complejo.

Por eso tiene que haber un trabajo, probablemente más intenso, de estos que llamamos de humanización, tender la mano, abrir la posibilidad, prestar la oreja, dar la escucha y esto tiene que emanar desde las más altas autoridades para que quede claro que es una política que, de manera consistente, de manera comprensiva, de manera metódica, llevamos adelante. Y que entonces esto abre una compuerta que tal vez antes estaba cerrada.

Yo quería plantear la importancia de tener, contar con una estrategia integral que se conozca, que esté también corporizada, materializada en nuevas instalaciones, que haya consultorios, cosas que faltaban tal vez, que haya lugares de capacitación, de formación, que haya una inversión también en términos de trabajo sobre la información. Esto de que las famosas carpetas, las famosas licencias sean analizadas con una perspectiva no de castigo, o de búsqueda de una avivada, por llamarlo así. O mirada desde la perspectiva del incumplimiento y de la pereza, sino tratar de comprender la problemática. Ya es todo un cambio de perspectiva, por supuesto.

Me parece que esto pasa a nivel de nuestro sistema educativo, porque es transversal, es verdad que hay licencias médicas en nuestro sistema de salud, pasa también en nuestros hospitales, en nuestras escuelas, en la Policía, y que a veces aparecen como un pedido de licencia y se sospecha que haya por detrás un comportamiento oportunista. Y, bueno, y nos vamos a quedar en ese nivel tonto, superficial del prejuicio y, a veces, de una mirada también punitivista y de control cuando, más bien, tenemos una oportunidad enorme de comprender qué es lo que está ocurriendo al interior de diferentes dependencias del Estado, que tampoco son ajenas a las problemáticas sociales.

Cuando uno observa la etapa actual, la del actual período de gobierno, mira cualquier estadística y ve crecimiento en la pobreza, crecimiento en el desempleo. Ahora se empieza a ver en materia subjetiva, ¿no? En esas encuestas, en esos relevamientos que preguntan “¿Cuál es tu preocupación?”, “¿Cuál es tu expectativa sobre el futuro?” Y, bueno, la verdad es que preocupaciones, muchas, ahora vinculadas a elementos vitales como perder el trabajo o como que no alcance el sueldo. Cosas que tienen que ver con el desenvolvimiento cotidiano y familiar de cada uno de los 17 millones de bonaerenses. Entonces, cómo no esperar que esto aparezca, surja y emerja dentro de instituciones tan críticas como es el caso de la Policía. Lo decía muy bien Javier, les pedimos que nos cuiden, bueno, ¿en qué condiciones y con qué elementos, y con qué instrumentos? ¿Y en qué situaciones subjetivas y personales?

Alguno pensará: “bueno, están haciendo un abordaje de salud mental en la Policía de la Provincia de Buenos Aires”. Ya decirlo así es todo una novedad. Si bien existe históricamente, estamos tratando de darle visibilidad, darle mayor importancia y también mostrar para adentro y para afuera que esto existe y que del otro lado del espejo pasan cosas. Y que la Policía también es un espejo de lo que ocurre en la sociedad. Si estamos en un momento de sufrimiento, de zozobra, además de mucha agresión desde los más altos estratos de la autoridad política, esto evidentemente tiene efecto, tiene consecuencias a nivel de la sociedad en su conjunto.

Así que yo creo que es un día muy importante. Esto tiene que ver con prevención de suicidios, con los casos de heridos, con los gabinetes psicotécnicos, con los trabajadores sociales y también con las demandas espontáneas en salud mental. Todo este paquete de cuestiones que se trabaja en conjunto con Salud, con el Ministerio de Salud, con IOMA, con todo lo que tenga el Estado provincial al servicio de que tengamos una Policía que esté lo mejor posible en términos de profesionalización, de formación, de capacidades. Que esté lo mejor posible en materia salarial en un momento muy complicado. Que esté lo mejor posible en términos de la moral y del ánimo.

Y eso implica también darles, a cada uno de los 100.000 trabajadores y trabajadoras de la Policía de la Provincia, del Ministerio de Seguridad, el mensaje de que estamos acá, también para suministrarles una atención, un acompañamiento y un cuidado en materia de su estado emotivo, de su sufrimiento, de su padecimiento para acompañarlos y evitar estas situaciones tan dolorosas y límites como son los suicidios en los policías, de los que se habla mucho, y yo podría decir, creo que no exagero, hasta ahora, hasta que cambiamos esta mirada y este paradigma, se hacía muy poco para evitarlo.

Entonces, hoy estamos dando ese paso. Así que quiero aprovechar para agradecerle, particularmente, al ministro, el jefe de la Policía, porque esto implica cambiar, cambiar mucho hasta cómo se formulan y cómo se dicen las cosas. Así que es importantísimo en materia de la cultura policial de la Provincia de Buenos Aires.

Por eso, muchas gracias.