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León Ferrari, 100 años de un artista imprescindible

Jueves 3 de Septiembre 2020

León Ferrari, 100 años de un artista imprescindible (Septiembre 1920- 2020)
Recordando "Músicas" (2017) en el #MuseoMAR

 

"Es cierto que me repito, sucede que como las cosas que cuestiono no cambian, tengo que buscar formas distintas de decir lo mismo". (León Ferrari)
 

Imprescindible y provocador. Su profundo sentido del humor estuvo galvanizado por una actitud ética y un compromiso político a través de obras de marcada relevancia estética. Siempre para denunciar y exponer muchas veces el contexto de una situación política y social antagónica. La vigencia de su obra y pensamiento queda plasmada en que las conmemoraciones por los 100 años de su nacimiento se reproducen en muchas ciudades del mundo.

En la primavera de 2017, una selección de dibujos, esculturas, fotografías y artefactos musicales llegaron al Museo MAR por la gestión de un trabajo conjunto del organismo y la Fundación Augusto y León Ferrari “Arte y Acervo”. La exposición que se denominó "Músicas" estuvo compuesta por siete series de diversas épocas y contó con el diseño de exhibición de Javier del Olmo. Una de las obras expuestas por aquellos años fue “Berimbau” la cual seleccionamos para recordarlo y compartir a continuación el texto escrito por él mismo, y un video realizado especialmente sobre la exhibición (podés verlo haciendo clic acá)

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“Berimbau: artefacto para dibujar sonidos” (por León Ferrari)

El Berimbau, que toma su nombre del homónimo con el que comparte el timbre de la voz, es un instrumento destinado a  crear hechos o sumas  de hechos musicales, visuales y táctiles. Utiliza el principio del péndulo invertido y se construye con algunas centenas de  barras verticales, presas en su extremo inferior y formando una suerte de prisma de caras ondulantes. En los últimos dos años se construyeron seis piezas de diferente tamaño, desde la primera, de 50 cm de altura que se llama “Mujer” (porque gime cuando la acarician), hasta la última de 4 metros de altura que fue expuesta  en la muestra de Escultura Lúdica en el  Museo de Arte de San Pablo en 1980.
Como instrumento musical, el artefacto permite multiplicar notas tonos, timbres, e intensidades modificando la altura, flexibilidad, dureza, elasticidad, diámetro, calidad, del acero de sus barras. Por otro lado el choque de dos barras vecinas, o alternadas, o de tres barras de un lado, con una del lado opuesto, o de una de cada esquina, o de todas las de un lado, o de una de las gruesas con una fina del lado opuesto, o de diez finas apretada con una mano, o con dos manos, o de dos de las medianas con una de las finas y dos de las gruesas del mismo lado, o de lados contiguos, u opuestos, o dos finas del norte con una gruesa del sur, una fina del norte con una fina del oeste con dos medianas del este, o todas las finas del sur golpeadas una por una con una gruesa del norte o del este o del oeste, por ejemplo, permiten obtener un grupo de sonidos que podemos llamar gobernados o primarios, que tendrán diferentes matices según el lugar donde se produce el choque. Será diferente si se golpea el extremo de una barra fina con el extremo de una gruesa o los dos tercios de una mediana con los cuatro quintos de una fina o simplemente de nuevo con el extremo de la fina o de la gruesa o de la mediana o de otra todavía más fina, o con el extremo de una gruesa a la que se le haya cortado diez o veinte o cincuenta centímetros para cambiar un do por un si un re un mi o un fa.
Esos sonidos gobernados o primarios se pueden mezclar con sonidos libres o secundarios que se producen cuando la barra se suelta libremente luego de haberla curvado, oscila y golpea a otra en su movimiento de ir y volver o de volver a ir o de volver a volver a volver. La sensibilidad de cada  uno permitirá controlar en mayor o menor grado esos sonidos libres teniendo en  cuenta que cada uno  de los péndulos invertidos dará un número de oscilaciones  que dependerá de la fuerza inicial aplicada, y que una misma barra puede producir uno o dos o tres o cuatro o ningún sonido libre, y que en cada choque la oscilación cambia el rumbo y hace que la barra golpee una vez contra otra barra, gruesa por ejemplo,  la siguiente con una fina, o con ninguna, la siguiente con ninguna o con una mediana y así sucesivamente.
Quienes necesiten alimento visual conjugarán música con el dibujo que trazan en el aire las varas usadas ahora como líneas móviles, como plumas cargadas con tinta china sonora, que en cada instante podemos imaginar cristalizadas en un laberinto estático de cuya suma resulta la continua transformación de un laberinto en otro o en otro y otro más, teniendo el músico dibujante la posibilidad de generar centenas de curvas de los más diversos tipos, algunas contenidas en alguno de los infinitos planos que atraviesan el instrumento desde los puntos más imprevisibles y otras espaciales que continuarán transformándose en otras y otras como si estuviesen vivas o como si la vida de quien está tocando se extendiese al acero de esas líneas estremecidas.
¿Cuáles son las leyes que vinculan un dibujo con la música resultante o la música con las rayas y choques y cruces que ella requiere? Es una de las preguntas que este instrumento se propone contestar. ¿Qué tipo de estética visual originará determinada estética sonora?
El artefacto es también generador de sensaciones táctiles. Al tomar una de las barras más gruesas, o una de las medianas, y sacudirla, se sentirá como una respuesta del acero y el temblor del dolor del choque. Y si se mueve un grupo de barras finas sus vibraciones, que se contagian y corrigen recíprocamente, se transforman en una caricia que podemos regalar a la mujer querida que nos acompaña.
Los pájaros que añoran aquél nunca más repetido ni igualado instante de felicidad cuando el viento rompió la jaula, podrán entrar en esa jaula abierta, fingir el llanto que los años disolvieron y escapar como aquella vez, escapar, escapar de nuevo. O para quien tenga la prisión constantemente en sus pesadillas sentirá el consuelo, la esperanza que dan las rejas flexibles que ceden al menor esfuerzo, que se separan, se abren como una mujer seducida, duras pero sumisas complacientes, y se transforman de carceleros en cómplices de la libertad. Pero si es música lo que se busca el instrumento puede ser usado como soporte de 100 batutas, cuando necesitemos dirigir simultáneamente una multitud de orquestas. O cuando se trate de una sola orquesta cuyos músicos requieren una batuta para cada uno. Y puede convertirse de pronto en el motivo central si todos los músicos, o la mitad, o una parte, abandonan por un instante sus violines y trombones para tomar una o cuatro o seis barras, gruesas o finas y finas o gruesas, y producir entre todos bailando una suma de suaves murmullos un adagio o un huracán sonoro visual con los mástiles, los brazos, los dedos del instrumento bailando sus propios alaridos.
Clavado en una plaza o en un campo liso, tan alto como los pinos ausentes, el artefacto tendrá en la madrugada al aire como músico compositor. Comenzará quieto a moverse lento, a jugar al encuentro fingido en dibujos silenciosos contra el cielo y en su sombra escurridiza en el suelo contra el sol, y el primer roce casi callado de dos lanzas del norte o del sur nos dirá sin mirarlo qué viento está llegando desde el sur o desde el norte y se enredará el cañaveral con sus sombras con sus gritos en un lenguaje como el de las banderas en el mar pero donde algunos mástiles transmitirán los significados fríos y otros, los delgados, los tonos timbres matices las pasiones que los desmienten o multiplican.
Badajos para campanas, baquetas para tambores, agujas para tejer garúas, peines para rastrear dibujos perdidos en el aire, cuchillas para cortar delgadas o entrecortadas rebanadas transparentes sábanas que abriguen o que flameen como invisibles banderas perseguidas. O desarmarlo, destrozarlo, cortarlo en pedazos afilados templados: navajas, dardos, flechas, floretes, sables, arpones, lanzas, jabalinas.

(Sao Paulo, Septiembre 1979)
Traducción: Julieta Zamorano Ferrari