Lo dijo el exconscripto Néstor Omar del Vigo en la Audiencia N°33 del juicio que investiga crímenes de lesa humanidad cometidos en dos CCD de la ciudad de La Plata.
Este jueves 23 de mayo el juicio continuó avanzando con la etapa testimonial sobre los hechos ocurridos en los centros CCDTy E que funcionaron en el Cuerpo de Caballería ubicado en calle 1 y 60, y en la Comisaría 8° de 7 y 74 de la ciudad de La Plata.
De los acusados 3 integraban el Destacamento 101 de inteligencia del Ejército, 8 el Ejército Argentino, 2 civiles, 4 pertenecían a la policía bonaerense y 1 de la Policía Federal. Actualmente son 18 los imputados por que al retrasarse el comienzo del juicio, 13 murieron y 3 fueron declarados incapaces.
El primer testimonio de manera presencial fue de la sobreviviente María Cristina Saban, y contó la desaparición de Juan Domingo Plaza, alias Bocha, quién era sociólogo, militante peronista y empleado del Banco Río de Berisso, y junto a sus hermanos, Coco, Tito, Luis y Mery, eran los sobrinos de monseñor Antonio José Plaza.
De este modo, Cristina dijo que conoció al Bocha a través de su hermano Tito, porque una noche este les pidió si podían alojarlo, mejor dicho “guardarlo”, en la casa de ellos en el barrio de los stud, calle 37 entre 118 y 119, porque las patotas de la dictadura cívico militar lo estaban buscando. Allí estuvo unos “dos meses o más”, según recuerda Cristina, y también actualizó que les contó que estaba esperando la venta de un auto del papá que había fallecido, porque necesitaba el dinero para poder irse. Y también esperaba un pasaporte que le iba a conseguir su tío, el Monseñor Plaza, y que ella llamó varias veces desde distintos teléfonos a un número fijo que le había pasado Bocha, pero siempre le contestaron que el pasaporte aun no estaba. Hasta que un día, luego de ausentarse de su casa por varios días, les dijeron que "al Bocha lo había levantado de 7 y treinta y pico".
Luego de eso, cuando volvieron a la ciudad cerca de 1983, porque por el miedo se habían tenido que ir a Tandil, se empezaron a reencontrar con gente que incluso pensaban que estaban muertas. “Y dos o tres personas, que no recuerdo quiénes eran, porque no sé el nombre y tampoco sé si están vivas esas personas, les dijeron que lo habían visto al Bocha en 1 y 60, encapuchado”.
Y agregó emocionada que luego de muchos años, su marido Diego, que era muy aficionado a la fotografía, luego de una inundación en una quinta de City Bell donde tenía las cosas, empezó a mirar negativos de fotos viejas, encuentra una que le llamó a la atención y la pudo con los ácidos del laboratorio, para pudo recuperar. La foto es está”, dijo Cristina Savan exhibiendo la foto en papel en tamaño grande. “Acá está el Bocha, en el año 73, muy lejos de la época que estuvo en mi casa, y yo estoy atrás. Esto fue cuando Perón vino por segunda vez a la Argentina y saludó al pueblo desde la calle Azopardo, desde la CGT. Y ya te digo. Ahí estábamos y no nos conocíamos. Fue como un presagio del destino. Porque luego va a parar a casa y hoy estamos acá”, dijo Cristina.
Finalmente, contó que la mamá del Bocha le dijo en su momento que en varias oportunidades recibía llamados o le dejaban un papel por debajo de la puerta que decía que se quede tranquila porque el hijo estaba bien, que estaba guardado pero que ya iba a regresar. O que estaba en España y que había perdido la memoria, pero que cuando la recupere la iba a llamar. Y que ella le dijo, una vez que la fue a ver, que ella tenía miedo porque si bien no perdía las esperanzas de encontrarlo sabia que esas eran todas mentiras.
Seguidamente, prestó testimonio de modo virtual desde Francia, la sobreviviente Cecilia Vázquez, quien era estudiante de psicología y trabajaba en el Banco Galicia. Cecilia relató el secuestro que padeció ella y toda su familia, desde su marido a sus hermanos y su padre. Desque a principios de 1976 su pareja estudiaba Historia en la Universidad Nacional de La Plata y luego de casarse en mayo de 1976 e irse a vivir a CABA, al barrio La Boca, fueron secuestrados y trasladados a dos CCD, el Vesubio y el Regimiento 7°, y luego liberada.
Sin embargo su marido, luego del secuestro, fue puesto a disposición del PEN y trasladado desde Devoto a una cárcel de La Plata. Fue ahí que en las visitas a su marido estableció vínculos con otros familiares y en diciembre de 1977 empezaron a hacer circular solicitadas, que ella guardó sin saber que luego, le traería dificultades. Eso fue una de la cosas que encontraron en julio del 78 cuando la vuelven a secuestrar en la casa de sus padres donde estaba viviendo desde el secuestro de su marido en 1976.
Seguidamente, también de modo virtual declaró el artista plástico y poeta Abel Robino y contó su detención y secuestro en su local taller de pintura que a su vez era su vivienda en la ciudad de La Plata. Así, relató que cuando lo detienen y baja desde el primer piso, recuerda que la zona estaba toda sitiada, que había mucho personal del ejército pero también civiles y policías locales, de azul. Y que se lo acusaba de haber introducido material subversivo al país.
En este sentido, dijo que en 1978 él hacía viajes internacionales como pintor y escritor y que había estado en Cuba en el Festival de la Juventud de los Estudiantes. Pero que aparte era militante político del Partido Comunista desde que ingresó a la Juventud Comunista cuando tenía 15 años. Su otro rol en el partido era en la parte de prensa, por lo cual en Cuba había recopilado mucha información e Informes Internacionales que se compartían en esos encuentros.
“Porque no se hablaba sólo de lo estético, se hablaba también de lo que pasaba en los países, entre los cuales estaba la gente que desaparecía y que los otros partidos negaban”, dijo Robino.
Fue así que cuando envió a su casa un paquete con estos informes internacionales, llegó al local de al lado donde trabajaba un arquitecto que vivía adelante que no sabe el nombre, fue el que lo recibió, abrió el paquete y luego hizo la denuncia.
Etnonces estuvo detenido en la Comisaría 8° donde contó que muchos nombres no se acuerda porque pasó mucho tiempo, pero tiene la certeza de haber estado con Vallina. Allí Robino fue golpeado y torturado, y cuando fue liberado se exilió en Francia en 1982.
Por último, testimonió el exconscripto Néstor Omar del Vigo, quien en 1976 tenía 18 años y estaba haciendo el servicio militar en el Regimiento 7° que funcionaba en 19 y 51, y contó que su rol de combate eran fusilero, estafeta y radio operador, por lo cual se cargaba una radio en la mochila y recibía la información de distintas áreas operacionales y la pasaba a sus superiores.
De este modo, hizo un detalle minucioso de las sospechas que empezó tener de las operaciones militares, de cómo fueron creciendo, de las conversaciones en clave que escuchaba cuando hablaban los militares, de los operativos al comedor universitario, de cómo veían que muchas veces las camionetas y los patrulleros se corrían de los circuitos establecidos, sobre todo porque los choferes eran pares de ellos y eso se empezó a contar, de a poco pero se hacía referencia.
“Yo tenía un compañero, el Negro Tula, que lo maltrataban, lo estaqueaban y lo castigaban todo el tiempo. Y un dia les dijo: ¿ustedes no se dan cuenta? Estos tipos están matando gente. Y nosotros no entendíamos qué nos decía. Y claro, el Negro Tula había participado de una agrupación política juvenil con 15 años, y sabía algunas cosas que nosotros no”.
Y finalmente describió la escena de la supuesta toma de la radio de Radio Universidad, en Melchor Romero. Recordó que los llevaron hasta ahí en doce o trece camiones, y dijo que él no había disparado porque le había llamado la atención que eran "balas trazantes, que son las que en un combate denuncian la ubicación de quién dispara. Es como que en el medio la noche yo esté fumando. Pasa alguien y me ve. Entonces estaba policía de la provincia, el 23 de Infantería de Marina y el 7° de Infantería, tirando tiros. Así de fácil. De repente se dio alto el fuego. Se acabó el supuesto enfrentamiento. Nos llaman, formamos y nos hacen ir a paso de hombre unos 100 metros. Y nos hacen pasar por donde estaban los cuerpos de los supuestos subversivos que habían tomado la antena de Radio Universidad. Con el tiempo me doy cuenta que eran gente que había estado colgada de una ganchera en una cámara frigorífica de Gorina”.
La próxima audiencia está programada para el próximo jueves 30 de mayo a las 9.30 hs y continuará la etapa testimonial.