Lo contó el sobreviviente Lucio De Sarro en la audiencia 27 del juicio de lesa humanidad llevada a cabo por el TOF de la ciudad de Mar del Plata este viernes 29 de agosto.
DDHH de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través del Equipo de Acompañamiento en el juicio que impulsa el Tribunal Oral de Mar del Plata integrado por los jueces Nicolás Toselli, Fernando Minguillón y Enrique Mendez Signori que reemplazó a Martín Poderti, suspendido por el Consejo de la Magistratura acusado de robar 144 monedas de oro de una causa.
Son 20 los acusados integrantes de las fuerzas represivas: Vírtom Modesto Mendíaz, Alfredo Manuel Arrillaga, Eduardo Jorge Blanco, Jorge Luis Toccalino, Carlos Alberto Suárez, Rubén E. Miguel Fernández, Carlos Víctor Milanese, Raúl Alberto Marino, Roberto Mario Blanco Azcarate, Raúl César Pagano, Alfredo Raúl Weinstabl, Luis Héctor Bonanni, Daniel Eduardo Robelo, Julio César Fulgencio Falcke, Carlos María Robbio, Héctor Raúl.
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La primera testigo fue Norma Masid, quien era pareja del militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST), Pablo David Trejo Vallejos, secuestrado el 19 de abril de 1977 a los 38 años de edad y aún permanece desaparecido.
“Se presentaron dos personas de civil preguntando por él en la Clínica Colón y como no estaba, él se presentó en el 601 y ahí quedó detenido, creo que en la comisaría de Peralta Ramos, y estuvo una semana. Mi madre y yo le alcanzábamos comida y una vez me permitieron verlo a la distancia, estaba en un patio, a través de unas rejas. Fueron al departamento donde vivíamos y lo vaciaron. Según el encargado del edificio fueron 4 veces y en las fundas de los almohadones se llevaron todas nuestras pertenencias”, narró Norma.
Luego agregó que tuvieron varias entrevistas, que se presentó su madre y la hermana de Pablo, y luego lo dejaron libre con un certificado que decía que quedaba saldado su buen nombre y honor.
“Ahí el coronel Barda me dijo que me tenía que presentar yo. Que yo lo tenía que ayudar a Pablo. Habrá sido en mayo del 76”.
Y la segunda vez que lo secuestraron, el 19 de abril del 77, recordó que Pablo le dijo que iba a volver en una hora. “Habían ido adónde íbamos a vivir, eran tres torres en la calle Libertad y Perú, a preguntar por él y por mí. Justo en ese momento, él salía y lo detuvieron, lo pusieron en el piso de su auto, de un Falcon. Entonces me presenté con el coronel Barda para preguntarle qué había pasado con el certificado de buen nombre y honor, y me dijo que se manejaban de manera independiente con la Marina, que no sabía nada. Empecé con la búsqueda, hábeas corpus, cartas, trámites. Que desconocían, que no estaba detenido, la Iglesia decía siempre que iban a rezar por él y por mí”, relató conmovida Norma.
Y finalmente expresó que una persona que trabajaba en La Jirafa Azul, un lugar que llevaba comida a los militares que estaban en la Base Naval, se contactó con un amigo de Pablo que era médico y le dijo que Pablo estaba ahí y le llevaron los medicamentos para el asma. Hasta que un día dijo que no le llevaran más porque él ya no estaba ahí.
“Pablo militaba en el PST y yo estudiaba Psicología, pero mi militancia era mínima, con el periódico, tal vez, pero no era relevante, yo lo hacía más por hacer las cosas de Pablo, por estar compartiendo”, finalizó.
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El segundo testimonio fue el del sobreviviente Lucio De Sarro: “En el 78 estaba haciendo el servicio militar obligatorio, y un lunes de julio salí a la madrugada para tomar el colectivo para volver al cuartel, y en la esquina de Belgrano e Irigoyen, paró un Falcon, me encintaron la cabeza y me subieron al asiento de atrás y me llevaron con los ojos vendados. Estuve 8 días secuestrado en la parrilla, que era el esqueleto de una cama donde te esposaban desnudo y te daban tortura con picana. Todos los días fueron iguales. Un día me dejaron en un descampado, pasó un patrullero, me levantó y me llevó hasta la enfermería del cuartel 601, ahí estuve dos meses internado”.
Luego narró que lo fueron a buscar y fuimos 4 meses al sur, por el conflicto bélico con Chile, y que cuando volvió se hizo una cirugía reconstructiva en el pie porque no se podía calzar y para mayo del 1979 le dieron la baja.
En cuanto al lugar de detención, dijo que para él había estado detenido en el faro de Punta Mogotes. “Lo primero que recuerdo es ese sector cuando el patrullero me llevaba por la costa, es una suposición mía, y decían que yo era miembro de una célula subversiva que había atentado contra el coronel Reyes y que había puesto arena en los camiones del ejército en la Base. En la facultad yo no sabía ni lo que era el centro de estudiantes, era muy tiernito”, dijo Lucio.
Y agregó que tenía entendido que en ese mismo período hubo dos o tres soldados que fueron secuestrados, porque eso se comentaba en el cuartel; y también un sargento primero. “Dos, sé que nunca aparecieron, que son los que están mencionados en un expediente. Y otro se decía que se había vuelto a Rosario, que era desertor en serio. Yo no tenía trato con ellos, estaban en otro destino, creo que en el taller”.
Y también describió cómo se había enterado su familia de su secuestro. “Mi familia se enteró porque yo el miércoles tenía un examen y como no aparecí por casa, llamaron al cuartel y ahí se empezaron a preocupar. Y cuando ya estaba en el cuartel, sí iban a visitarme. El expediente de desertor nunca lo vi, lo que sí vi una vez, es un acta que decía que el soldado Sarro había sido secuestrado y que los otros dos estaban prófugos”.
Finalmente recordó que cuando lo llevaron sur en el contexto de conflicto con el país vecino, reconoció la voz del capitán Pavón, y “le dije que él me había torturado, cuando empecé a hablar así, me sacaron del lugar y me llevaron. Después me enteré de que era capitán de inteligencia. Soy uno de los pocos que puede contarla, si bien el tiempo ha borrado mucho, estoy acá”.
El presidente del TOF de Mar del Plata, a cargo de Nicolás Toselli, pasó a un cuarto intermedio en la audiencia hasta el viernes 12 de septiembre a las 11hs para continuar con la recepción de la prueba testimonial.