Derechos Humanos de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través del Equipo de Acompañamiento en el juicio que este viernes 16 de mayo el TOF de la ciudad de Mar del Plata llevó a cabo la audiencia 21.
El debate oral y público se realiza en la ciudad de Mar del Plata por parte del Tribunal Oral Federal de la ciudad integrado por los jueces Nicolás Toselli, Fernando Minguillón y Martín Poderti.
Tiene como acusados a 20 integrantes de las fuerzas represivas: Vírtom Modesto Mendíaz, Alfredo Manuel Arrillaga, Eduardo Jorge Blanco, Jorge Luis Toccalino, Carlos Alberto Suárez, Rubén E. Miguel Fernández, Carlos Víctor Milanese, Raúl Alberto Marino, Roberto Mario Blanco Azcarate, Raúl César Pagano, Alfredo Raúl Weinstabl, Luis Héctor Bonanni, Daniel Eduardo Robelo, Julio César Fulgencio Falcke, Carlos María Robbio, Héctor Raúl Azcurra, Ernesto Davis, Carlos Arturo Mansilla, Néstor Ramón Eduardo Vignolles y Osvaldo Gaspar Siepe.
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En esta oportunidad hubo tres testimonios y el primero fue de la testiga María Leticia Viders, esposa de Néstor Rubén Antoñanzas, militante del Partido Obrero Trotskista Posadista y con quien tenían un hijo de meses de edad.
Néstor tenía 29 años, había trabajado en el rubro construcción, fue calculista de hormigón armado en Mar del Plata y dibujante en La Plata donde estudiaba ingeniería y fue secuestrado el 22 de abril de 1977 en el trayecto de La Plata a Capital Federal, y asesinado por la madrugada en el Paraje “El Tejado” (Camet) el 26 de junio del mismo año.
“Yo soy la viuda de Néstor Rubén Antoñanzas. Nos conocimos en Mar del Plata, somos marplatenses. En el año 73 nos fuimos a vivir a La Plata, y en 1974 Néstor se fue a Bolivia y también a Ecuador a repartir periódicos del partido con información de lo que sucedía en Argentina, y fue preso. Entonces cuando lo secuestraron la semana siguiente ya sabían eso”, comenzó relatando María Leticia.
Con respecto a la información de cuándo se habían enterado de que lo habían traído a Mar del Plata, dijo que no recordaba cuánto tiempo después del secuestro se habían enterado de eso, “en una oportunidad nos llamaron y nos dijeron “que Néstor estaba bien, que lo estaban tratando bien, él había militado en la aeronáutica entonces que lo conocían y todo en realidad que lo tenían como el chico de los mandados”, recordó. “Pero eso no fue todo, cuando nació Martín, yo me fui cuando tenía un mes el, 9 de julio de 1977, viajé a Mar del Plata para que lo conociera el resto de mi familia y la familia de él, y en este momento yo vivía en la casa de mi familia, de mi mamá y de mi hermana, y ella me dijo que a Néstor lo habían matado. Me acuerdo perfecto porque fue el 9 de julio o el 10 de julio, yo hasta ese momento le daba de mamar a mi hijo y en ese momento se me retiró y nunca más le pude dar”, expresó conmovida.
Años después, en 1984, se enteraría en base a las actas abiertas de la Policía Federal que entre los nombres de los enterrados como NN en Mar del Plata, se descubrió que entre ellos estaba el de Néstor Rubén Antoñanzas, “fallecido en una muerte en un enfrentamiento el 26 de junio del 1977. O sea que lo que ella me dijo puede haber sido un dato cierto”. Y que su hermana se había enterado por conocidos que tenía en la policía y que por ese contacto también les había llegado el dato de su detención en Bolivia y Ecuador.
Finalmente, dijo que sobre el lugar del asesinato, había sido “en un paraje en Camet. Supongo que fue a través de Madres de plaza de Mayo que mi suegra se enteró. Hizo muchos habeas corpus y no tuvo noticias en ningún lado”.
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La segunda testigo fue Norma Susana Antoñanzas, hermana de la víctima. “Néstor era dos años menor que yo, me fui a estudiar a La Plata, él fue después y vivimos juntos. Después de hacer la conscripción volvió a La Plata y se dedicó a la militancia. En el año 74 llevando unos documentos lo detienen en Bolivia. Fuimos con mi marido a La Paz, nos vincularon con gente de Fiat, lo vimos a mi hermano allá en el Panóptico de la Paz. Después nos recibieron en el ministerio del interior y nos dijeron que consiguiéramos un certificado de que no tenía antecedentes. Lo trajimos a Buenos Aires y yo me volví a Mar del Plata. Él continuó su militancia en la ciudad de La Plata, Berisso y Ensenada”, empezó narrando.
Y prosiguió: “A él lo secuestraron en abril del 77, a mí me lo ocultó mi familia durante un mes. Sé que viajó de La Plata a Buenos Aires, a una imprenta, tenía que tomar el tren en Constitución y nunca llegó a La Plata. Yo vivía en Estados Unidos, sé todo lo que hizo mi madre, María Pérez Elena de Antoñanzas. En el año 84 mi madre recibió una notificación de que mi hermano había sido enterrado como NN. Yo sigo viviendo fuera del país”.
Y concluyó expresando: “Si mi hermano hubiera hecho algo, lo correcto hubiera sido un tribunal. Eso demuestra que no fue un accidente, que fue un plan para eliminar gente. No podemos olvidar. Hay tiempos más duros que otros pero no podemos olvidar”.
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El tercer y último testimonio fue del testigo Eduardo Soares, cuyo padre Eduardo Adolfo Soares apareció el 27 de mayo de 1975 acribillado a balazos con más de 30 impactos de balas 9 mm. y dos disparos de itaka en su cabeza, en el Parque Municipal de Mar del Plata.
Una patota lo habían secuestrado en su casa y por información que fueron recabando, Eduardo hijo relacionó su asesinato como una venganza de la muerte en un enfrentamiento cuando quisieron copar la comisaría para liberarlo a él que estaba detenido en una comisaria 2° de Mar del Plata.
“Yo era secretario general de la juventud peronista de Mar del Plata. Era militante montonero, fui detenido en la comisaría segunda, desaparecido a disposición de la justicia federal de Mar del Plata. El 25 de mayo del 1975 un comando de montoneros intenta liberarme, hubo algunos muertos, me llevan a la delegación de la policía federal y posteriormente me llevan al penal de Sierra Chica. Dos días después irrumpen en la casa de mis padres, secuestran a mi papá y lo fusilan en los terrenos en lo que ahora es el estadio mundialista. Mi madre no identificó personas, pero dice que algunos vestían camperas militares y polainas. Mi mamá conocía muy bien ese uniforme. La Armada en Mar del Plata fue lo que podría haber sido el ejército en Córdoba o en otros lugares, tenía una presencia muy importante”, narró Eduardo.
Asimismo, recordó que en esa oportunidad, cuando se reunió con su defensora oficial , le dijo: “¿Qué pensabas vos que íbamos a hacer con tu papá?’, me dijo mi defensora oficial, la doctora Teodoris. Me dijo que mi padre había sido cómplice del intento de fuga”.
Y agregó que en ese sentido era claro que “la derecha no podía llevar esas operaciones con tanto despliegue sin la complicidad del Estado Los de la CNU decían ¨Nosotros somos el estado peronista¨…Era un contexto de lucha, de enfrentamiento, pero hubo un punto en que no pensamos el nivel de salvajismo, y las consecuencias fueron terribles”.
La audiencia pasó a un cuarto intermedio hasta el viernes 30 de mayo a las 11 hs.