Lo dijo la única testiga Cristina Giménez, hija de Alejandro Jiménez en la audiencia 32 llevada a cabo el viernes 30 de mayo.
Derechos Humanos de la Provincia es querellante y acompaña a las y los testigos a través del Equipo de Acompañamiento en este juicio de lesa humanidad llevado a cabo por el Tribunal Oral Federal N°2 de Rosario, encabezado por Elena Beatriz Dilario, Román Pablo Lanzón y Eduardo Rodríguez da Crus.
Los delitos que se juzgan de lesa humanidad son los cometidos durante la última dictadura cívico militar en la jurisdicción del Área Militar 132, que abarcaba gran parte del noroeste de la provincia de Buenos Aires integrado por los partidos de San Nicolás, Ramallo, San Pedro, Baradero y Pergamino; y tiene 12 imputados en delitos de lesa humanidad cometidos contra 74 víctimas.
Las personas imputadas son los ex integrantes del Batallón de Ingenieros de Combate 101 de San Nicolás, Antonio Federico Bossie (excapitán, prestó funciones de oficial de Operaciones y oficial de Inteligencia), Guillermo Aníbal Piccione (excapitán, cumplió las funciones de oficial de Logística y de Personal) y Bernardo Luis Landa (exteniente primero, se desempeñó como oficial de Logística); el exintegrante del Destacamento de Inteligencia 101 de San Nicolás Omar Andrada (exteniente coronel, fue jefe del organismo); los excabos de la delegación San Nicolás de la Policía Federal Hubo Bellet, Adrián Domingo Meisner y Gregorio Florentino Mancilla; y los exoficiales de la delegación San Nicolás de la Dirección General de Inteligencia de la Policía bonaerense Enabel Otilio Cappa, Miguel Ángel Amarillo, Oscar Alberto Parodi, Raúl Calabresi. Carlos Alberto Tuero y Carlos Manuel Diglieri.
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El primer testimonio fue de la sobreviviente Cristina Giménez, hija de Alejandro Jiménez, “Cacho” o “el Colorado” como se lo conocía, y relató con detalles todo lo sucedido a su familia y a su padre durante la última dictadura cívica militar.
Alejandro Jiménez fue concejal por la ciudad de Pergamino en el año 1954 por el peronismo. “Desde este momento, empieza nuestra relación, por decirlo de alguna manera, con las fuerza represivas. Porque en el año 1956 el ejército lo fue a buscar a mi casa. En esa época vivíamos en un barrio social que había sido construido por el general Perón. Lo digo así porque mi padre siempre luchó por la justicia social y los derechos de los trabajadores, y por lo tanto uno de los derechos es vivienda digna, y por eso vivíamos ahí que hoy en día es uno de los barrios residenciales más cotizados de la ciudad de Pergamino. Mi padre en ese momento no estaba en nuestra casa y entonces se llevaron a mi abuelo. Por eso mi padre luego se entregó y estuvo detenido cuatro meses en la cárcel de Devoto”, empezó expresando Cristina.
Luego de eso, cuando fue liberado, Alejandro Giménez perdió su empleo, fue cesanteado, y por contactos con tío que tenía un kiosco de venta de diarios y revistas en la peatonal de Pergamino, empezó a trabajar como canillita. “Este fue de alguna manera el oficio que llevó a cabo durante toda su vida y donde desarrolló absolutamente toda su actividad sindical, desde todos los lugares”.
En el 1966 y 68 fueron en la Comisaría 1° de la ciudad, donde hoy funciona en Sitio de Memoria.
Ya en la última dictadura cívica militar, Alejandro Giménez fue detenido durante septiembre de 1976 y llevado a la Unidad 3 de San Nicolás y luego a la Unidad 9 de La Plata. “En cada dictadura a mi padre lo fueron a detener. Porque ya en el año 1970, luego del Cordobazo, en el aniversario, también lo habían detenido”.
“Yo en esa época estaba cursando medicina en Buenos Aires, y me cuenta mi vieja por teléfono es que esa noche entraron personas de civil, me contó mi vieja, con la cara descubierta, golpearon y lo dejaron entrar, y como nos los conocía de la policía y no habían presentado una orden de allanamiento, nosotros como victimas siempre de estas cuestiones sabíamos qué teníamos que preguntar. Y mi viejo, como siempre creyente de las instituciones, llamó a la policía para preguntar y por supuesto que no tuvo ninguna respuesta. Bueno, entraron fuertemente armados, y en ese momento teníamos un perro doberman que parece ser que quiso atacarlos, entonces amenazaron con dispararle por lo cual mi viejo lo contuvo. Entonces, rompieron todo, se llevaron libros y se lo llevaron”.
Luego de eso la familia comenzó con derrotero de averiguar dónde estaba secuestrado porque no tenían ninguna información.
Lo cuento con detalles para que este relato quede en la memoria y que realmente no pase nunca más. “Nunca pudimos entender todo lo padecido, que tengan una descripción tan detallada de toda la vida de mi padre y de nuestra vida. Y cómo lo siguieron controlando y persiguiendo todos esos años”, dijo muy conmovida Cristina.
Saint Amant nunca la atendió pero sí lo hizo con el Padre Gastón Romanello, que a pedido de mi madre fue a entrevistarse. Pero le dijo “que no sabía nada de nada”, concluyó.
La próxima audiencia quedó fijada para el viernes 13 de junio a las 9 hs donde se llevará a cabo una inspección ocular solicitada por el MPF y las querellas en el archivo de la Comisión Provincial por la Memoria.