Derechos Humanos de la Provincia es querellante y acompaña a los testigos a través de la Dirección de Acompañamiento a Grupos en Situación de Vulnerabilidad.
El juicio, a cargo del Tribunal Oral en lo Criminal Federal N° 5 de San Martín, compuesto por la jueza María Claudia Morgese Martin, Silvina Mayorga y Walter Venditti, tiene como acusados a Julio César Leston, Ernesto Rafael Lynch, José Juan Zyska, Juan Carlos Herrera y Juan Carlos Vázquez Sarmiento y es el resultado de la unificación de dos causas: una de ellas aborda 127 casos de víctimas de privación ilegítima de la libertad y aplicación de tormentos, y tres homicidios en el ámbito del circuito represivo de la zona oeste del conurbano bonaerense; y la otra causa por privaciones ilegítimas de la libertad de tres personas.
Los hechos de lesa humanidad que se investigan son los ocurridos en el circuito concentracionario de la Fuerza Aérea, en la zona oeste del Gran Buenos Aires y que comprendía los centros clandestinos de detención Mansión Seré, RIBA (Regional de Inteligencia de Buenos Aires) y los que funcionaron en las Comisarías de Moreno, la primera de Morón y las Brigadas Aéreas I de Palomar y VII de Morón, entre otros.
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En esta audiencia 26 del día martes 24 de junio se escucharon dos testimonios, el de Daniel Diulio, sobreviviente de la brigada aérea, y el de Adriana Basualdo, hija de la sobreviviente Juana Elsa Ulloa.
“Me llevaron de mi casa en el año 78”, empezó diciendo Daniel por primera vez en sede judicial. “En septiembre de 1978 yo tenía 25 años. Había ido de Tandil a La Plata a estudiar medicina y golpearon la puerta de mi casa, que quedaba en calle 51 entre 9 y 10, frente al Teatro Argentino de La Plata, entraron, me pusieron contra la pared, me preguntan por el Negro Elo, les dije que no lo conocía, me pusieron en la caja de una camioneta. Fuimos a la casa de una compañera que era médica, no estaba; seguimos dando vueltas con la camioneta y siguieron subiendo gente a la caja. Luego llegamos a un lugar, era como un garaje, había que agacharse para no golpearse la cabeza. Nos pusieron en una habitación con unos colchones, durante dos o tres días. Me interrogaron, me preguntaron por mi filiación política. Yo dije que era estudiante, que mi familia era radical. Una voz atrás mío, dijo que yo era de la JUP y que había participado de una marcha cuando Perón volvió al país”, dijo.
Y continuó relatando conmovido que en ese momento lo hicieron sacarse la ropa, “me tiraron arriba de un elástico de cama, me pusieron picana, me pidieron que diera nombres. Dije nombres de gente que yo sabía que no estaba en el país en ese momento, como Kunkel, Hugo Bacci, un primo mío que estaba exiliado en Brasil. Y no conocía otra gente que tuviera algo que ver con nada. En un momento las condiciones de cautiverio aflojaron un poco. Nos permitieron sacar las vendas, les vimos las caras, eran muchachos jóvenes los guardias”.
Luego recordó que un momento los llevaron a una habitación con un hombre que se identificó como capitán Robert, que les dice que todos estábamos ahí por Daniel Palomeque, que había estado viviendo en su casa, que como han relatado otros sobrevivientes y testigos era una persona que todos los estudiantes lo recordaban porque pedía postres y frutas del comedor universitario.
“Nos dijo que él nos había marcado y que era irrecuperable para la sociedad, que lo iban a matar y que a nosotros nos iban a liberar porque no teníamos nada que ver. A cara descubierta, todo. Al otro día, nos subieron a otra camioneta, no sabíamos qué nos iba a pasar, nos bajaron en un descampado que y terminó siendo un terreno en Florencio Varela, éramos como 15, la camioneta se fue. Una de las chicas tenía algo de dinero, nos tomamos un colectivo y nos fuimos a La Plata”.
En este sentido, Daniel dijo que había reconocido en una foto, para el juez Rafecas, a la persona que se había identificado como el capitán Robert, que era tal cual. A pedido de la fiscalía, se leyó el reconocimiento fotográfico del testigo en esa oportunidad.
“Yo calculo que estuve secuestrado 15 días. El capitán Robert nos había dicho que estábamos en la ESMA, yo me quedé con eso. Con los años, el testimonio de una ex detenida que había hecho un croquis en espejo con el lugar en el que había estado yo, coincidía con una brigada de la Fuerza Aérea, no la Mansión Seré. Este recuerdo me conmueve como si fuera ayer, la marca que tengo es tremenda. En su momento era imposible de hablar con nadie. Yo estoy marcado, me afectó muchísimo”, concluyó.
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La segunda testigo fue Adriana Beatriz Basualdo, quien se refirió a la noche en la que secuestraron a su madre Juana Elsa Ulloa: “El 12 de abril de 1977 festejábamos el cumpleaños número 40 de mi mamá, Juana Elsa Ulloa, a la una de la madrugada ingresaron a mi casa, en el Chiripá, Ituzaingó. Nos mataron los perros, a mis hermanos mayores y a mi papá los patearon, les pegaron, a mi mamá la encerraron en el baño, a mi hermano más chico y a mí nos dejaron en mi habitación, nos apuntaban con ametralladoras, sobre mi cama pusieron un bolso lleno de granadas y armas. Yo pedía por mi mamá. Se la llevaron, nos rompieron toda la casa. A mi mamá la tuvieron detenida un mes. Lo que yo sé, es por dichos de ella, que me contó”, dijo Adriana.
“Con el tiempo nos enteramos de que estuvo en Mansión Seré, a través de un amigo de la familia de ella que era gendarme. Fue torturada. Con picana, le inyectaron cosas, le hacían simulacros de que la iban a matar, estuvo siempre encapuchada. A mi mamá la violaron, la lastimaron por todos lados. Ella escuchaba que había más personas, había una señora que trabajaba en un banco y que estaba embarazada y que en un momento le dijeron: ‘¿te sentís más liviana ahora que te sacamos el guacho?’. Cuando la soltaron, a ella la dejaron acá en El Ñandú, cerca de mi casa. Le dijeron que cuando no escuchara nada, se levantara. Había una parada de colectivo cerca, tomó uno, una vecina la ayudó a llegar a casa, llegó de madrugada”, relató.
“Mi mamá tenía amigos que militaban, ella trabajaba en el colegio, hacía comida, colaboraba ahí, iba a la unidad básica, pero no militaba. Yo tenía 12 años en el momento del secuestro de mi mamá”.
La próxima audiencia quedó planteada para el próximo martes 8 de julio a las 12 hs.